¿Alguien puede imaginar a Jaime Peñafiel en la mina? Pues lo estuvo en Hulleras de Sabero (León). Y es que por sus campamentos de trabajo pasaron unos 13.000 universitarios entre los que destacan reconocidos abogados, ministros, periodistas, diputados o sindicalistas. Algunos nombres propios como Agustín Maravall, Francisco Fernández Marugán, Manuel Castell, Vázquez Montalbán; Xabier Arzallus, Pasqual Maragall, Emma Cohen, Ramón Tamames, Viçenc Navarro, José María Maravall, Javier Pradera, Nicolás Sartorius, Cristina Almeida o Manuela Carmena.
En el de 1968
participaron 25 universitarios distribuidos por distintos pueblos de la
comarca, incluyendo también Babia y el Alto Sil, dirigidos por Butique Sanz y
con la presencia de la sanitaria M.ª Pilar Criado. Seis se encontraban en
Villablino, cuatro en Caboalles de Abajo, tres en Villaseca, y el resto
repartidos entre Palacios del Sil, Páramo del Sil, Sosas de Laciana y otras
localidades más pequeñas. Entre los participantes en estas comarcas destaca M.ª
Pilar Castrillo Criado, quien desarrolló posteriormente una relevante carrera
académica como investigadora en lógica, historia y filosofía de la ciencia en
la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
En la campaña
desarrollada en El Bierzo participaron figuras que más tarde destacarían en
distintos ámbitos académicos y políticos, como Alberto Ruiz Secchi, abogado y
dirigente socialista que llegaría a ocupar responsabilidades en el Gobierno de
Felipe González; Manuel Titos Martínez, historiador y catedrático de la
Universidad de Granada; o Laureano de Frutos Ayuso, que desarrolló una prolongada
trayectoria universitaria. Otros fueron Ángeles Ríos Segura o Carlos Garriga
González, también vinculados posteriormente a la actividad cultural y
educativa, lo que muestra el nivel y la proyección de quienes tomaron parte en
aquella experiencia.
Hoy publicamos un texto recogido
en el Boletín de Campaña editado por la Secretaría de Información, una
estampa costumbrista sobre Villablino. Ciertamente tiene un “tufo” a urbanita y
la calidad literaria no es “muy allá”, pero nos permite asomarnos a algunos
aspectos de la vida del pueblo, como sus calles o el TeleClub.
El artículo está escrito con un
tono entre paternalista y curioso, propio de quienes se acercaban al mundo
minero desde fuera. Refleja la mirada externa sobre una sociedad en
transformación, en la que convivían las labores agrícolas tradicionales con la
minería y una incipiente modernización. Las referencias al TeleClub, la
educación o la sanidad ofrecen una imagen muy ilustrativa de la vida cotidiana
en el valle de Laciana en los últimos años del franquismo, entre la precariedad
material y la búsqueda de nuevos espacios culturales y de sociabilidad.
Dejamos a nuestras y nuestros
lectores las conclusiones sobre el relato que reproducimos a continuación, y
les invitamos a que, tras la lectura, nos dejen sus impresiones, anécdotas o
comentarios sobre lo que cuenta o si llegaron a convivir con estos
universitarios.
“RECUERDOS DE VILLABLINO.
(24 HORAS EN LA VIDA DE UN PUEBLO)- PANA
VISION Y TECNICOLOR.
Las calles presentan todas el mismo aspecto.
Embarradas, mierdas de vacas, casas antiguas, algunas derruidas, otras, muy
pocas, en estado de construcción.
Hay varias fuentes. El universitario
dice que hay bastantes. Allí se lava la ropa y bebe el ganado.
Todo es trabajo; de la
mina al campo, do las galerías subterráneas donde hay que sacar el carbón
incrustado en la tierra a los prados, con ese verde especial para cortar
hierva.
Cuando anochece se ven
por la carretera carros tirados por una yunta de bueyes llenos hasta lo increíble
de pasto.
Estos bueyes, color
tierra, son una pieza fundamental en la vida do estos mineros campesinos.
El hombre va delante,.
Cuando so cruza con un coche, con pasmosa tranquilidad echa los bueyes hacia la
cuneta con la "guijada", palo con un pincho en un extremo clavándoselo
al animal en el cuello. Todo esto, lo hace con enorme tranquilidad. Diríase,
que hasta los coches se ponen nerviosos y se lo retuercen los tornillos cuando
ven pasar los bueyes por su lado con tanta parsimonia.
Preguntamos por el
universitario. Nos dicen en aquella casa señalándonos con la mano. Es una tienda.
Allí conocemos al "presidente", no hay nada de particular. Juntos nos
vamos en busca del cura.
Al tele-club le faltan
muchas cosas. No tiene calefacción. En invierno, la época de menos trabajo, es
imposible estar allí. Así no hay medio de atraer a la gente que por otra parte
es reacia con la iglesia. El ministerio do Información y Turismo no deja de
mandar propaganda y los libros quo nos dan son malos…
El cura puedo tenor 45
ó 50 años. Nos da la llave del local. El médico de Villablino nos dijo que se
interesaba mucho por los "problemas sociales".
Le decimos, que quizás
no había que enfocar el Teleclub cono una casa de acción católica, que debe dar
cabida a todo el pueblo. Para ello debía ser más flexible.
Que si había
posibilidad de dar charlas, que se dieran, siempre que se hablara objetivamente
de los problemas existentes en el pueblo; la escasa educación de los niños, la
asistencia médica, los problemas que acarrea el minifundio. Que tele guía os bastante
ejajonante… que si había posibilidad de buscar otros libros otras revistas..
....
Nos dice que si tuviera
que fundar otra vez el mismo Tele Clbu, no lo haría, da muchos quebraderos de
cabeza.
El local lo pagó una
señora mejicana, pero el presupuesto salió por lo bajo y el tuvo que
desembolsar unos cuantos miles de pesetas.
La proyección fue
buena. Al terminar cenamos en casa de la francesa. Nos habló de muchas cosas de
la guerra, de los camioneros, de la gente del pueblo… Al bueno de Modesto lo
confundió con un transportista de galletas.”
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