En “Nuestra Historia, El Bierzo y Laciana” ya hemos dedicado 2 entradas al toreniense José Manuel Buján. Realizamos la breve biografía “José Manuel Buján Álvarez, el hijo de la cuenca minera berciana que llegó al TSJA de Asturias” y publicamos la entrevista “Aproximaciones a la Historia de la Resistencia JOSÉ MANUEL BUJÁN ÁLVAREZ: SER PESIMISTA RESTA CAPACIDAD TRANSFORMADORA” recogida en el número 9 de la revista “Resistencia. Memoria del colectivo de resistentes antifranquistas en León” en junio de 2007. Es precisamente la materia prima de esta última una consecuencia de la publicación de hoy.
Hoy publicamos una
entrevista que la Fundación Jesús
Pereda de CCOO de CyL tiene en su archivo digital.
Se trata de una entrevista en audio con la que el luchador antifranquista y
director de la citada publicación, Carlos Pérez-Alfaro, realizó para la
publicación. Firmada, por entonces, bajo el pseudónimo de Juan Cidacos.
La charla completa, de 1
hora de duración, se puede consultar aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=YwafR-56nGc
Como ya hemos explicado, José Manuel Buján Álvarez nace en Toreno en el seno de
una familia de clase trabajadora, perdedora de la guerra civil. Tal y como
explica en la entrevista su madre era costurera, cuyos servicios eran
demandados por las gentes de los pueblos cercanos. Su padre era un minero gallego
que comenzó su andadura en las minas de Fabero y recorrió distintas empresas
hasta que se jubila por silicosis en Antracitas de Gaiztarro.
El trauma de su madre
por el asesinato de su primer marido por parte de los falangistas, en el pozo
de la zona de Maloelo, junto al río, marcará
su vida. Ella "perdió la alegría" y no iba a ninguna fiesta.
A pesar de ello, Buján
recuerda el trasiego de vecinos que llegaban a su casa a partir de las 20:30
para escuchar La Pirenaica, en lo que se constituyó en un ritual comunitario de
resistencia antifranquista. De esta peligrosa actividad recuerda con especial
cariño a Pedro Rodríguez "Bacalao" y Catalina.
En sus declaraciones
también habla de cómo iba a escondidas de su padre al Frente de Juventudes
"porque en un pueblo pequeño era lo que tenías" y jugaba al futbolín,
a tocar la trompeta y acudía a campamentos.
Al término de su etapa educativa en Toreno, comienza en el seminario como una
forma de estudiar gratuitamente para una familia de clase trabajadora. También menciona
la tensión a qué lo echen. Finalmente a los 16 años se matricula en el
instituto Padre isla de León. Con 17 se va a Madrid a estudiar Ciencias
Políticas, donde le pilla "la época gloriosa del movimiento
estudiantil". Allí entra en contacto con la FUDE y el ESTEUM y participa
en manifestaciones y asambleas estudiantiles.
Destaca entre sus
recuerdos las huelgas mineras del 68 (aunque las ubica en el 64), especialmente
en el grupo Gostillal de AGSA. Buján entra en contacto con los estudiantes del
SUT, y recuerda que eran gente ligada al PCE y a la militancia antifranquista.
En esa época, coincidiendo con el 20 aniversario de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos (1968), organiza un homenaje al maestro don Manolo, quien
les daba clases por las tardes durante la infancia. El acto tiene lugar en el
cine de Toreno y al salir, en el bar Asturias, el cabo de la guardia civil le comunica
que tiene orden del gobierno civil de detenerlo y le pide el escrito de su
intervención. El panadero Andrés le echa mano al bolsillo cuando estaba a punto
de entregárselo y le dice al guardia "ven a sacármelo a mí del forro de
los cojones". Un hecho que le salva, pero no evita que le tomen
declaración en el cuartel de la Guardia Civil. Finalmente, el cura interviene
para evitar una escalada represiva.
Su implicación política
va aumentando y colabora con el movimiento obrero, especialmente aprovechando
su formación para hacer escritos. Recuerda como entra en contacto con Benjamín
Rubio "el líder minero al que yo aprecio mucho", militante del PCE y
las CCOO.
En 1971 hace cuarto y quinto
de políticas a la vez y la mili en el Ferral del Bernesga. Él quería realizar
el servicio militar "para ver las cosas desde abajo", aunque no
quiere ir a Monte la Reina (Zamora). En ese momento reconoce tener ya "una
ideología marcadamente comunista". Para conseguir permisos le aconsejan
que se matricule en otra carrera, duda si hacerlo en Económicas, y finalmente
lo hace Derecho (aunque reconoce que no le gustaba). En tres años la saca, con
algunas que le convalidan.
En Madrid se busca la vida buzoneando
o dando clases de latín para pagar la pensión y la carrera, hasta el año 74 en que
acaba. En ese momento ya tiene contacto cercano con el PCE en la zona de El
Bierzo. Especialmente con la gente de Fabero, Valerio de la sierra, Octavio
Quiroga, Primitivo y Henar. Con quienes preparaba las plataformas del convenio
de la antracita. Paralelamente, a partir de esa fecha, en Madrid, confiesa que
se dedica "de lleno" a trabajar para el Partido y Comisiones Obreras.
En el 76 participa en Villablino en una charla con Julián Ariza, uno de los dirigentes
de CCOO. Benjamín le dice que les vendría muy bien un abogado y contacta con Daniel
Taladriz (siderúrgico de CCOO en Roldán). Durante dos meses coge experiencia en
el despacho de abogados vinculados al PCE y CCOO de la calle Alcalá de Madrid y
en diciembre del 76 se traslada a Ponferrada.
Buján afirma que el
grupo del PCE y CCOO son los que "daban la cara por sus compañeros". También
narra las dificultades para organizar el PCE en Toreno, que atribuye al miedo
de la guerra. De su etapa en Ponferrada recuerda especialmente a Conrado, psicólogo,
y al tapicero.
En 1977, estando en Ponferrada, participa en las primeras elecciones democráticas
con Roberto Merino, Manuel Azcarate y Benjamín Rubio, candidatos a diputados,
con quienes coinciden en varios mítines.
Destaca las sorpresas de algunos vecinos en los mítines o cómo descubre que
Goyo, un amigo suyo, era del partido, recién salidos de la clandestinidad. Señala
que en Toreno la gente no "era de afilarse a partidos de izquierdas, por
lo menos al PCE". Aunque sí reconoce que después desde que el PSOE ganase
en las elecciones, tuvo un gran crecimiento y absorbió incluso antiguos
falangistas. Al final de la entrevista explica su llegada a León, a Velasco,
Villa, Fernando, Azucena, Justino, Roberto Merino, David Valdueza, Gerardo
Pertejo, etc… En la capital provincial estuvo de 1978 hasta abril del 79.
José Manuel Buján narra
su aterrizaje en Asturias y su cercanía a figuras como Gerardo Iglesias,
también que siempre estuvo ligado al secretariado y al Comité Central del PCE
asturiano.
En el año 2000 IU lo
propone en una terna, junto con otro del PSOE y uno del PP, y el Consejo General
del Poder Judicial lo elige y pasa a ser Magistrado.
De su etapa judicial destaca que "no renuncio a nada". Sus ideas eran
las mismas, pero matiza que "no puedes tener carnet (...) pero no hago
borrón y cuenta nueva". También explica su militancia en Jueces para la Democracia.
De la que por entonces era su coordinador en Asturias.
En la primera década de
los 2000 ya comenzaba el proceso de desafección política que se agravaría tras
la crisis de 2008. Sin embargo, Buján se aleja de los discursos populistas y
rechaza lo de "todos los partidos son iguales”. Le preocupa, y añade que
"si en una sociedad no hay una tendencia a buscar la igualdad y la
solidaridad, lo tenemos muy crudo".
Su filosofía de vida y
pensamiento se podrían resumir en 2 ideas que va desgranando hacía el final de
la entrevista. Así que dejamos hablar a José Manuel:
La primera rechaza el
individualismo: “Soy de las personas que siempre pensé, desde guaje, que
siempre hay que estar asociado a algo, a lo que sea, el individuo no puede
andar por ahí dando tumbos. Tiene que estar asociado o a un sindicato, o una
asociación de lo que sea, de cultura, de políticas, social, de teatro, de lo
que te de la gana, pero estar en grupo, trabajar en grupo que es la única
manera de trabajar”.
La segunda, que sirvió
para titular la entrevista de la revista Resistencia, y que ilustra el cartel
de este artículo (y la pared izquierda del vestíbulo de la Casa de la Cultura
de la que hablábamos al principio), rechaza el pesimismo, como un elemento
incapacitante para cambiar las cosas: "No me gusta ser pesimista, porque
si somos pesimistas nos resta capacidad transformadora (...) sigo pensando que
se puede cambiar la sociedad (...) que tiene que ser mucho más humana, más
solidarias, más igualitaria, no sólo que se respeten las libertades
individuales democráticas (...) por eso soy optimista".
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