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miércoles, 30 de julio de 2025

1966. Elecciones sindicales y un moderado avance de la oposición en Laciana y El Bierzo

1966 será un nuevo año de elecciones a enlaces sindicales tras el cambio de 1963 que habíamos analizado en el artículo “Votar al mejor. Las elecciones sindicales de 1963”, con el que comenzamos esta serie de artículos. La novedad es que el régimen trata de atraerse o integrar al incipiente movimiento de las Comisiones Obreras. Especialmente al que considera “recuperable” como una forma de lavar su imagen. En algunas zonas de España consiguen cooptar a sectores anarcosindicalistas. Lanza una campaña, que llega a TVE, con la presencia de del Ministro Solis, la sonrisa del régimen, y el lema “Votar al mejor”.

Solís llega a afirmar que los opositores al régimen tenían “la ocasión de meterse dentro y de defender prácticamente los intereses de los trabajadores”. Incluso reta a “todos aquellos que crean tener fuerza, influencia o prestigio cerca de sus compañeros” a “probarlo en estas elecciones”. Aunque a renglón seguido pedía a los trabajadores que no se dejen influir “por grupos politizados, a los que en el fondo nada les interesa”.

Para disgusto de Solís quienes tienen prestigio en numerosas empresas son los comunistas. Son líderes naturales del pozo, buenos trabajadores que dan la cara por sus compañeros encabezando las protestas. La atmósfera de politización que se vive en algunas organizaciones católicas, el ver, juzgar y actuar, también impulsa al activismo sindical a algunos de sus miembros.

Las elecciones son en septiembre, pero los militantes obreros preparan las candidaturas antiverticalistas desde tiempo atrás. Aprovechan los márgenes legales para discutir los problemas laborales, elaborar un programa reivindicativo y constituir comisiones que se impliquen en la campaña. Incluso comienzan a desarrollar reuniones en los cuartos de aseo de las minas.

A la difusión del copo también contribuía la propaganda, legal e ilegal. En mayo en Laciana y Fabero se distribuyen octavillas de la Oposición Sindical Obrera. El llamamiento denuncia el papel de los jerifaltes del vertical de “mutuo acuerdo con patronal y gobierno” y llama a luchar para que los representantes “sean elegidos democráticamente”.

Los militantes denuncian las maniobras del vertical para introducir candidatos “vacilantes y adictos a sus manejos”. En Combustibles de Fabero Juan Freire explica que “nunca salíamos, (…) porque las empresas ponían a la gente que les interesaba”. La MSP también realiza una engatada para evitar que Benjamín Rubio salga elegido enlace con una confusa papeleta que beneficia a los grupos más numerosos. A estas alturas Rubio es considerado como un francotirador por el sindicato oficial. El “caso típico de este tipo de activistas” que se basan en su “prestigio sobre la base para movilizar a los trabajadores, lamentaban los informes internos. La dirección de Antonio García Simón en Lillo del Bierzo trata de amañar las elecciones, lo que es respondido con impugnaciones y sabotajes por parte de los obreros que finalmente consiguen repetir y ganar la votación.

El objetivo declarado de la Oposición Sindical es un sindicalismo de clase, el derecho de huelga y caminar “hacia las libertades democráticas de nuestro pueblo. Las jerarquías del sindicato vertical se muestran nerviosas y envían un informe “confidencial” a las delegaciones provinciales en las que advierten que “los órganos de la oposición sindical son las Comisiones Obreras” y su consigna de copar los cargos. Destacan que la propaganda es de “subordinación comunista, posiciones en las que coinciden la HOAC y la JOC.

Es difícil cuantificar los resultados de las elecciones pues es complicado rastrear a cada uno de los enlaces electos y sus afinidades sociopolíticas. Sin embargo, ofrece un “giro completamente distinto” según el sindicato oficial. La renovación alcanza el 68% y causa preocupación entre los candidatos oficialistas pues “el electorado no está con ellos”. Muchos son jóvenes que se sitúan al margen de las viejas lealtades sindicales y que escapan al control por parte de los órganos de la dictadura.

En octubre el diario Le Monde reporta que estas elecciones son de las más importantes porque “por primera vez, la gran masa obrera parece haberlas tomado en serio”. Para el rotativo francés “las Comisiones obreras (sindicatos paralelos, que luchan en favor de un sindicato obrero unitario e independiente de los patronos, del Estado y de los partidos políticos) y algún sindicato católico clandestino, decidían por su lado ir a las urnas”. Y habla del éxito en aquellas empresas donde están organizadas.

También Mundo Obrero, el periódico del PCE, muestra su optimismo y se felicita por el gran respaldo a las candidaturas presentadas por la “C.O.”. Los mejores resultados se cosechan en RENFE, en la minería en Fabero y la MSP y en ENDESA. En Laciana estimaban en un 70% el copo de los candidatos de la oposición, sin embargo en Paulina y María, los trabajadores no votan y triunfa la empresa, a diferencia de los otros cuatro grupos en los que consideraban que el triunfo fue abrumador.

A pesar de ello las Comisiones Obreras no tienen capacidad de penetración en las pequeñas empresas. Excepción serían algunas antraciteras de la cuenca del Cua, del Bierzo Alto o Hidroeléctrica de Galicia donde es elegido Vicente Mirón.

Otra dificultad añadida para estos representantes genuinos de la clase trabajadora sería la coordinación y el avance en las elecciones de segundo grado, aquellas que formarían las estructuras intermedias del sindicato, las Secciones Sociales locales o provinciales, con mayor control por parte del aparato falangista. Es en el Metal y en RENFE donde las candidaturas obreras consiguen puestos en las secciones sociales. A estas alturas el movimiento de las Comisiones ya constituye un pujante y novedoso movimiento obrero.

 

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