1966 será un nuevo año de elecciones a enlaces sindicales tras el cambio de 1963 que habíamos analizado en el artículo “Votar al mejor. Las elecciones sindicales de 1963”, con el que comenzamos esta serie de artículos. La novedad es que el régimen trata de atraerse o integrar al incipiente movimiento de las Comisiones Obreras. Especialmente al que considera “recuperable” como una forma de lavar su imagen. En algunas zonas de España consiguen cooptar a sectores anarcosindicalistas. Lanza una campaña, que llega a TVE, con la presencia de del Ministro Solis, la sonrisa del régimen, y el lema “Votar al mejor”.
Solís llega a afirmar que los opositores al régimen tenían “la ocasión de meterse dentro y de defender prácticamente los intereses de los trabajadores”. Incluso reta a “todos aquellos que crean tener fuerza, influencia o prestigio cerca de sus compañeros” a “probarlo en estas elecciones”. Aunque a renglón seguido pedía a los trabajadores que no se dejen influir “por grupos politizados, a los que en el fondo nada les interesa”.
Para
disgusto de Solís quienes tienen prestigio en numerosas empresas son los
comunistas. Son líderes naturales del pozo, buenos trabajadores que dan la cara por sus compañeros
encabezando las protestas. La atmósfera de politización que se vive en algunas
organizaciones católicas, el ver, juzgar
y actuar, también impulsa al activismo sindical a algunos de sus miembros.
Las elecciones son en septiembre, pero los militantes obreros
preparan las candidaturas
antiverticalistas desde tiempo atrás. Aprovechan los márgenes legales para
discutir los problemas laborales, elaborar un programa reivindicativo y
constituir comisiones que se impliquen en la campaña. Incluso comienzan a
desarrollar reuniones en los cuartos de aseo de las minas.
A la difusión del copo
también contribuía la propaganda, legal e ilegal. En mayo en Laciana y Fabero
se distribuyen octavillas de la Oposición Sindical Obrera. El llamamiento
denuncia el papel de los jerifaltes del
vertical de “mutuo
acuerdo con patronal y gobierno” y llama a
luchar para que los representantes “sean elegidos democráticamente”.
Los militantes denuncian las maniobras del vertical para
introducir candidatos “vacilantes y adictos a sus manejos”. En Combustibles de
Fabero Juan Freire explica que “nunca salíamos, (…) porque las empresas ponían a la
gente que les interesaba”. La MSP también realiza una engatada
para evitar que Benjamín Rubio salga elegido enlace con una confusa papeleta
que beneficia a los grupos más numerosos. A estas alturas Rubio es considerado
como un francotirador por el
sindicato oficial. El “caso típico de este tipo de activistas” que se basan en
su “prestigio sobre la base” para
movilizar a los trabajadores, lamentaban los informes internos. La dirección de
Antonio García Simón en Lillo del Bierzo trata de amañar las elecciones, lo que
es respondido con impugnaciones y sabotajes por parte de los obreros que
finalmente consiguen repetir y ganar la votación.
El objetivo declarado de la Oposición
Sindical es un sindicalismo de clase, el derecho de huelga y caminar “hacia las
libertades democráticas de nuestro pueblo”. Las jerarquías del sindicato vertical se muestran nerviosas y envían un informe “confidencial” a las
delegaciones provinciales en las que advierten que “los órganos de
la oposición sindical son las Comisiones Obreras” y su consigna de copar los
cargos. Destacan que la propaganda es de “subordinación comunista”, posiciones en las que coinciden la
HOAC y la JOC.
Es difícil
cuantificar los resultados de las elecciones pues es complicado rastrear a cada
uno de los enlaces electos y sus afinidades sociopolíticas. Sin embargo, ofrece un “giro completamente distinto” según el
sindicato oficial. La renovación alcanza el 68% y causa preocupación entre los
candidatos oficialistas pues “el electorado no está con ellos”. Muchos son
jóvenes que se sitúan al
margen de las viejas lealtades sindicales y que escapan al control por parte de
los órganos de la dictadura.
En octubre el
diario Le Monde reporta que estas elecciones son de las más importantes porque
“por primera vez, la gran masa obrera parece haberlas tomado en serio”. Para el
rotativo francés “las Comisiones obreras (sindicatos paralelos, que luchan en
favor de un sindicato obrero unitario e independiente de los patronos, del
Estado y de los partidos políticos) y algún sindicato católico clandestino,
decidían por su lado ir a las urnas”. Y habla del éxito en aquellas empresas
donde están organizadas.
También
Mundo Obrero, el periódico del PCE, muestra su optimismo y se felicita por el gran respaldo a las candidaturas
presentadas por la “C.O.”. Los mejores resultados se cosechan en RENFE, en la
minería en Fabero y la MSP y en ENDESA. En Laciana estimaban en un 70% el copo
de los candidatos de la oposición, sin embargo en Paulina y María, los
trabajadores no votan y triunfa la empresa, a diferencia de los otros cuatro
grupos en los que consideraban que el triunfo fue abrumador.
A
pesar de ello las Comisiones Obreras no tienen capacidad de penetración en las
pequeñas empresas. Excepción serían algunas antraciteras de la cuenca del Cua,
del Bierzo Alto o Hidroeléctrica de Galicia
donde es
elegido Vicente Mirón.
Otra dificultad
añadida para estos representantes genuinos de la clase trabajadora sería la
coordinación y el avance en las elecciones de segundo grado, aquellas que
formarían las estructuras intermedias del sindicato, las Secciones Sociales
locales o provinciales, con mayor control por parte del aparato falangista. Es
en el Metal y en RENFE donde las candidaturas obreras consiguen puestos en las
secciones sociales. A estas alturas el movimiento de las Comisiones ya
constituye un pujante y novedoso movimiento obrero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario