“Joaquín
Suarez, el mártir de los mineros de Fabero” fue el primer artículo.
Continuamos con el reportaje periodístico de la época “Un minero se
quemó a lo bonzo”, el “humorístico” “Poor man,
rich man” Joaquín Suarez en la revista El Papus”. También
asesoramos a la crónica del Diario de León “El fuego del
minero que se prendió a lo bonzo en Ponferrada”. Todos
ellos se pueden encontrar en nuestro blog.
Hoy continuamos divulgando estos hechos, en esta
ocasión con un relato que fue premiado con el Accésit Testimonio Histórico en
el XX Concurso de Microrrelatos Mineros
Manuel Nevado Madrid (año 2023).
…
Un
fuego helador. Joaquín Suarez
Y de repente flugh...
una deflagración iluminó la plaza. Carreras. Nervios. Cargas. Gritos. Rabia.
Dolor.
¡O los sueltas o me
prendo fuego! Acababa de gritar. No lo soltaron y se prendió.
¡Que esos hijos de puta
no me toquen! Acababa de gritar. Y no lo tocaron. Fue un Compañero, de otra
empresa, de otro sindicato, de la misma clase, de la misma estirpe, quién a duras
penas pudo echarle su chaqueta por encima.
¡Caerá sobre sus
conciencias!, gritó otro minero indignado. No cayó nada, ni el peso de la ley,
ni el de un costero, porque ellos, los causantes, no eran mineros. Tampoco
compañeros.
¡Yo lo vi, y no pude
hacer nada! Lamentaba otro. La impotencia se apoderó de ellos. La prepotencia,
ya lo había hecho de los otros, ingenieros, empresario y el juez que dio la orden.
Quienes podían haber evitado la tragedia echaron más leña al fuego.
Hubo sirenas, lamentos
y acompasados ayes a la boca del calabozo
del Ayuntamiento de Ponferrada. Y sentados
en el suelo los mineros hicieron cruces y renegaron de Dios en multitudinario
entierro 2 meses después, en Mieres del Camín.
“La
revolusion… antes de comerse a sus hijos….. los frie…”
Rezó el papus. Humor negro para el de la cara negra. Humor negro para el
trabajador del negro mineral.
Sudario blanco para
otro muerto de la mina, otro más. Murió a plena luz del día, pero lo mató la
mina, y su dueño, y su Estado, y sus jueces, y sus leyes. Murió a plena luz del
día, pero como en la mina, su vida se ahogó en la más absoluta oscuridad.
Nació en Mieres,
trabajo en Fabero, se inmoló en Ponferrada, murió en Baracaldo. Los mineros,
cómo los vascos, nacen y mueren dónde quieren, o dónde les obligan.
Se
llamaba Joaquín, Joaquín Suárez, "el asturiano". El mártir de los
mineros de Fabero. El 25 de abril de 1980 se quemó a lo bonzo en la Plaza del
ayuntamiento de Ponferrada pidiendo la liberación de varios mineros presos, no
eran de su empresa, sí de su clase, también de su estirpe. Consiguió su
liberación inmediata, sin cargos. Falleció en el hospital de Cruces en
Baracaldo. El 3 de junio sus compañeros lo despidieron en un multitudinario
entierro en Mieres.
Que su nombre no se
borre de la historia, ha quedado grabado a fuego.
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