Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

martes, 21 de junio de 2022

Reportaje: “Un minero se quemó a lo bonzo” (1980)

Hace unos meses compartimos el reportaje “El fuego del minero que se prendió a lo bonzo en Ponferrada” del periodista berciano Carlos Fidalgo para el  Diario de León. Entonces colaboramos en el proceso de elaboración y hoy vamos a aportar un documento original.

En agosto de 2020 el blog Nuestra Historia El Bierzo y Laciana estaba cuando publicamos el artículo “Joaquín Suarez, el mártir de los mineros de Fabero”. Hasta entonces los artículos tenían unos modestos seguimientos de apenas unos cientos de visitas. Esta publicación, sin embargo, obtuvo la atención de varios miles de usuarios en poco tiempo y muchos comentarios. Entre ellos, algunos nos informaban de que Joaquín repartía el periódico Mundo Obrero por Fabero.

Tras una larga investigación y rastreo en archivos, hoy podemos publicar el reportaje que Mundo Obrero, el periódico del PCE, dedicó a  Joaquín Suarez. En las imágenes que adjuntamos lo tenemos completo y a continuación lo hemos transcrito para facilitar su lectura.

Mundo Obrero Nº 74, del 7 al 14 de mayo de 1980.

“Para sacar a siete compañeros de la cárcel

Un minero se quemó a lo bonzo

Hace unos días, un minero, Joaquín Suárez, se quemaba a lo bonzo en medio de la plaza del Ayuntamiento de Ponferrada para sacar a sus compañeros de la cárcel, acusados de la supuesta retención de un ingeniero y dos facultativos en la mina "Jarrina", de Antracitas de Gaiztarro. Inmediatamente el juez decretó la libertad de los siete detenidos, pero ahora Joaquín Suárez se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Bilbao. Y si bien es cierto que fue una medida extrema, "tenemos que reflexionar y evitar métodos que puedan poner en peligro la unidad de los trabajadores, porque la clase obrera no necesita héroes", como diría Agustín Moreno, después en una concentración, en Fabero, de pueblos del Bierzo, también es reflejo de la tensión y los ánimos que han estado viviendo últimamente los mineros de esta zona.


Carmen CAMPOS

DURANTE nueve días, 32 mineros de la Jarrina, en Matarrosa del Sil, permanecieron encerrados en la mina en defensa de sus reivindicaciones. Más de doscientas horas aguantando frío y humedad, apenas sin poder dormir. "Si nos precipitamos o no, diría después Octavio Quiroga, uno de los encerrados, fue fruto del agotamiento de los recursos que teníamos a nuestro alcance". Con ellos estuvieron un ingeniero y dos facultativos "para comprobar las condiciones de seguridad de la mina", durante siete días. En la madrugada del día 24, los mineros abandonaron su encierro, tras establecer unos acuerdos con la patronal en materia de destajos y expediente laboral,  y horas más tarde siete mineros eran detenidos.

Los mineros a la mina, no a la cárcel

Al conocerse la noticia de estas detenciones, en la madrugada del día 25, pararon las explotaciones de casi todas las empresas de la zona. Cientos de mineros, mujeres y gente de los pueblos cercanos, intentaban ir hasta Ponferrada para protestar y sacar a los mineros de la cárcel.

Las carreteras de los alrededores estaban tomadas por el despliegue de la Guardia Civil. A causa de los controles sólo un grupo reducido pudo llegar a la plaza, que encontraron cercada por la Policía con orden de evacuar a los concentrados.

Allí el ambiente era de auténtica tensión y nervios. Hubo altercados con la Policía. "Ante la actitud provocativa de los miembros de la Policía, que acordonó el lugar con violencia, golpeando incluso a algunas personas", los manifestantes se enfrentaron con ellos, produciéndose momentos de tensión tan alta que uno de los manifestantes, Joaquín Suárez, también minero, que había acudido en solidaridad de sus compañeros para evitar que se produjeran mayores incidentes, procedió a rociarse de gasolina ya prenderse fuego, culpando de su muerte al gobernador civil de León, Luis Cuesta Gimeno, y a la empresa Antracitas de Gaiztarro.

Uno de los mineros allí presentes nos cuenta así los hechos: "Después de nueve días de encierro, en unas condiciones catastróficas, con frío y agua y el natural cansancio, los detienen sin preocuparse un mínimo por su salud, o, al menos, sin esperar a que descansaran. Aun con los nervios se pidió al sargento de la Policía que hablara con el gobernador y éste nos respondió con un rotundo 'NO', porque se le había dado órdenes de emplear los métodos que fueran necesarios para disolvernos. La actitud de la Policía fue en todo momento quitarnos por la fuerza una pancarta que decía: 'Los mineros a la mina y no a la cárcel"."


Le llevaban como a un asesino"

Hasta entonces sólo habían detenido a seis de los mineros. Del séptimo, Octavio Quiroga, "la Policía había hecho ver que se le estaba buscando, aunque sin ningún tipo de citación judicial"; algunos opinan que intentaban desprestigiarle, "haciendo ver que había abandonado a sus compañeros".

Ese mismo día se presentó voluntariamente. Y cuando, en medio de la concentración, le llevaban esposado al juzgado, pudieron más la irritación y los nervios de los que estaban allí. "Lo llevaban como a un asesino y no como a un minero que reivindica sus derechos", nos comentan.

"Joaquín Suárez había dicho que él se comprometía a sacarlos. A los pocos minutos apareció con una lata de aceite que contenía gasolina, que acababa de comprar y dijo: Hago responsable de mi muerte al gobernador civil y a Antracitas de Gaiztarro. Si antes de cinco minutos no sueltan a mis compañeros me prendo fuego", rociándose inmediatamente después con gasolina. Nadie creyó lo que acababa de decir, pero algunos se acercaron para evitarlo. Se prendió fuego con un mechero y salió corriendo 50 metros, hasta que cayó al suelo. No dio ni un grito, se le apagó el fuego con mantas y chaquetas y cuando la Policía se ofreció para trasladarle a la Residencia Médica se negó rotundamente a entrar en su coche, diciendo: "prefiero que me peguen dos tiros"

Se le apreciaron quemaduras de primer y segundo grado en un 50 por 100 del cuerpo, de pronóstico grave.

Año y medio marginados

Para comprender lo ocurrido hay que remontarse año y medio atrás, a la persecución que la patronal realizó contra un grupo de trabajadores mineros, "auténticos sindicalistas de CC.00.".

Después de marginarlos, cambiándolos repetidamente de tajo, perseguirles con varios expedientes laborales y sanciones injustificadas, Antracitas de Gaiztarro recurrió a destinarlos a un taller mecanizado, donde las condiciones higiénicas de trabajo eran insoportables, pues el polvo literalmente se mascaba. "Se reivindicó a la empresa que pusiera medios para evitar ese polvo, pero en su lugar escogió a personas más o menos seleccionadas, pagó bien y se debieron adaptar al polvo, de forma que continuó el servicio. A partir de entonces nos mandaron a una explotación con bastante humedad y agua. Se trabajaba mal y el rendimiento era por lo tanto bajo. Posteriormente se mejoró, pasando a una producción normal, yo diría que bastante fuerte", dice uno de los mineros afectados.

 

"Por razones que la empresa conocerá, nos trasladaron al taller Corona. Era una zona preparada para explotar a cielo abierto y facilitar cierta movilidad por los terrenos de la máquina rozadora. El muro estaba resquebrajado, en términos mineros atronado, lo que hacía que la rampla fuera insegura. En este taller habían estado destinados anteriormente otros mineros que percibían un salario tres veces superior, debido a las deplorables condiciones de seguridad. Allí mismo habían muerto en el mes de septiembre otros dos mineros. Por motivos de seguridad fue necesario quitar la rozadora, porque el techo se hundía, y se pasó al sistema de picadores. Cuando llovía, el agua se filtraba. Los rendimientos no podían ser muy elevados y se nos aplicó un destajo de 170 pesetas metro, con lo cual sufrimos una depreciación de 1.200 pesetas diarias, porque la empresa argumentaba que pagaban con respecto a lo que sacábamos", "Nuestras reivindicaciones fueron inútiles. Intentamos negociar con la empresa, se le pidieron los datos que estaba manejando, puesto que no estábamos de acuerdo ni con el destajo ni con el precio. En el mes de abril accedió a negociar con nosotros y nos hicieron tal montaje que llegó un momento en que casi tenemos que darles las gracias. No querían negociar directamente con el comité del grupo, sino a través del comité central de la empresa. Los ánimos estaban más que calientes cuando llevamos esta decisión a la asamblea de los trabajadores y muchos pensaron que se trataba de alargar más el problema."

"No hubo retenciones"

El día 15 una comisión de la empresa, formada por un ingeniero y dos facultativos de minas, se presentó en la explotación con el informe que había hecho Antracitas de Gaiztarro, "donde aparecían los datos del bajo rendimiento, pero no los motivos". Y se dijo que no estábamos de acuerdo con él.

"El día anterior habían pagado. Si ya nos pagaban poco, este mes había sido aún peor y estalló el barril de pólvora que se estaba preparando. Se dijo que hastaque no se explicaran las condiciones en que estaba la mina, no se salía de allí y se celebró una asamblea donde se determinó el encierro. No hubo retenciones, pues los técnicos anduvieron libres de un sitio para otro. Las peticiones que se hicieron consistían en que se abonaran hasta el día de la fecha el promedio que nos perteneciera de la anterior explotación, partiendo de las condiciones en que se encontraba y la deficiente seguridad del taller. Una vez abonado se aceptaba una nueva comisión que estudiara el nuevo destajo a partir de la fecha, puesto que el anterior fue impuesto por la empresa, así como que no hubiera represalias".

Pero no todos los mineros se solidarizaron; sólo el grupo de la Jarrina paró. Manuel Nevado, secretario general de la Minería de Asturias, manifestó después que "si hubiera existido esa solidaridad desde el primer momento, no se hubiera llegado a esa situación desesperada. En estos momentos, Antracitas de Gaiztarro no pretende otra cosa que llevar a cabo la postura de la CEOE y de la UCD, a costa de pagar menos y en condiciones verdaderamente lamentables". Sólo unos días más tarde paró el grupo de Escandal y Caleyo, a pesar de la oposición de los trabajadores, "la mayoría de la UGT", cuando un grupo de mujeres obligó a paralizar la cinta transportadora de carbón.

Mientras los 32 mineros permanecían encerrados, una comisión de cinco miembros intentaban negociar con el delegado de Trabajo de León. La empresa dio órdenes de cortar todo tipo de negociación e incluso se denegó una futura reunión que tenían prevista. "En vista de cómo estaban las cosas, nos marchamos a León de nuevo. El diputado del Grupo Mixto, Andrés Fernández, y los secretarios de CC.00. y UGT, Casimiro González y Fermín Carnero, mantuvieron una conversación con el gobernador. La sensación que sacaron es que se quería dar un escarmiento pare que sirviera de ejemplo a la provincia y se acordó el cambio de los tres técnicos que estaban en la mina por el diputado y los dos secretarios sindicales."

Las posturas de la empresa cambiaron y se llegó a un acuerdo final, se ratificó en su decisión y manifestó acatar lo que la comisión formada por mineros y empresa acordara tras el estudio de las verdaderas condiciones de la mina, aunque abriría un expediente a los mineros encerrados. Cuando se llevó esta oferta, los mineros abandonaron el encierro.


Querella de secuestro

Al día siguiente seis de los encerrados fueron detenidos. Días antes, el Colegio de Ingenieros de Minas del Noroeste había presentado una querella de secuestro en el juzgado número 1 de Ponferrada. En Fabero dicen que el ingeniero encerrado presentó declaración ante el juez, inmediatamente después de salir del encierro, afirmando haber permanecido en la misma contra su voluntad y presionado por los trabajadores, dando incluso algunos nombres, desapareciendo después. "No se le ha visto más."

Por el contrario, los dos facultativos declararon que fue una decisión voluntaria a fin de realizar algunos trabajos de mantenimiento en el interior de la galería. Los siete mineros puestos en libertad están pendientes de que "los ánimos se tranquilicen" para volver por el juzgado, Mientras, Antracitas de Gaiztarro decretó un cierre de la mina por tres días.

Aunque Manuel Nevado manifestó que en la entrevista mantenida con el Colegio de Ingenieros y de Facultativos le aseguraron que estaban dispuestos a der una salida y quitarle hierro al problema, en caso de prosperar la querella algunos trabajadores podrían ser sancionados con penas de seis a doce años de prisión.”

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