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domingo, 4 de febrero de 2024

Chivatos, esquiroles y comportamientos insolidarios en las huelgas de 1962 y 1963 (1/2)

En muchas ocasiones cuando hablamos de las páginas más gloriosas escritas por el movimiento obrero en Laciana y El Bierzo nos hemos fijado en las acciones de aquellos trabajadores y trabajadores que con sus luchas han conquistado derechos a través de acciones valientes y arriesgadas, sacrificadas y heroicas. Son las actitudes más visibles y puestas en valor, sin embargo, a pesar del mito no todos fueron siempre “a una”. Hoy vamos a tratar el otro lado. La cuestión de chivatos, esquiroles y comportamientos insolidarios durante las huelgas.

Según la RAE un esquirol es una “persona que se presta a ocupar el puesto de un huelguista”, citando como sinónimos “amarillo, carnero, rompehuelgas”. En el caso de las cuencas mineras bercianas, “tragaminas”, podría completar esta lista.

En las huelgas de 1962, 1963 o 1968, en Laciana, Fabero o Matarrosa, fueron grupos organizados de mujeres quienes constituyeron los primeros piquetes que hicieron frente a estos esquiroles y a la guardia civil con piedras, madera o cebada.

En muchas ocasiones las miradas o los comportamientos fuera de lo habitual servían para provocar el paro, pero cuando las miradas no surten efecto, el escupitajo al lado del esquirol, acompañado de una mirada despectiva, o sin tan siquiera mirarlo a la cara, ofende más que una charla argumentada que recrimine su actitud. En otras, como explica José García trabajador de AFSA “había gente que… para pararlos... había que agarrarse”.

Las empresas potencian a los esquiroles y chivatos para romper las huelgas y desinflar los impulsos unitarios. Había gente que era fácil de comprar. El perfil eran trabajadores con problemas de dinero, familiares, de alcoholismo, que le gustase el juego, o todos juntos. En los códigos de clase, esto estaba penalizado, especialmente cuando traía como consecuencia la represión.

Ya hemos explicado el papel de la radio Pirenaica (Radio España Independiente -REI-) durante el transcurso de las huelgas. Tanto para dar orientaciones como para establecer ejemplos. El 6 de junio de 1962 la emisora afirma que “En la cuenca de Fabero estamos asombrados del derecho de valor y de enstusiasmo de las mujeres. Son las que impidieron tenazmente la ruptura de la huelga por algunos esquiroles y pelotilleros que intentaban entrar al trabajo para que los demás hiciesen lo mismo.”  

También hace continuas llamadas a la colaboración para hacer fracasar la “operación hambre-represión” del gobierno franquista. Grupos de campesinos de El Bierzo bajo, envían pequeñas colectas para los “guelguistas”, algunas a través de REI, que servirá de altavoz para que se extiendan estos comportamientos

Los comportamientos solidarios también se produjeron por parte de los comerciantes en las huelgas de 1962 y 1963, aunque en esta última ya no fue de forma unánime. Estos vivirán sus efectos, aunque de otra manera. Julio Díaz, trabajador de MSP en Ponferrada, explicaba que “hubo tiendas que se negaron a dar fiado… ¿que pasó?, que cuando se normalizó, acabó la huelga, tuvieron que cerrar porque nadie les iba a comprar”.

El papel de la radio comunista, irá mucho más allá, también para poner en el foco de la comunidad a aquellas personas que destacan por sus comportamientos insolidarios, incluso meses después de las movilizaciones.

En diciembre de 1962 las ondas recogen los comportamientos del “canalla y  miserable Ramón Vazquez” un cura que denunciaba obreros en El Bierzo durante la primavera. En ocasiones, las detenciones y denuncias vienen provocadas por delaciones de los propios compañeros. Entre los militantes eso causaba gran conmoción. Marcos Díaz lo explica: “¡(…) eso es lo lamentable!, porque si a mí me denuncia la empresa que soy un activista de la huelga, tendré que defenderme, pero no con ello decir quien fue”.

Estos chivatazos son denunciados a través de REI. En septiembre del 63 son numerosas las cartas que llegan desde la cuenca de Fabero a la Pirenaica denunciando “las canalladas que ciertos individuos están cometiendo en la cuenca minera de Fabero del Bierzo provincia de (León)”. Un señalamiento público de chivatos, vigilantes represivos y directivos “que tratan de quitar el pan a nuestros hijos y nuestras compañeras” como responsables de los castigos y despidos.

En diciembre todavía llegan cartas con listas de los chivatos durante la huelga de agosto en los grupos lavaderos y fábrica de Briquetas de la “Minero ese pe” en Ponferrada, señalándolos con nombres, apellidos y pueblo de procedencia. También de los grupos de Laciana, pidiendo que “dichos chivatos, deben estar vigilados por todos los compañeros”.

El señalamiento a los “enemigos de clase”, que se infiltraban desde dentro, trata de proteger al grupo. Muchos de los esquiroles eran al mismo tiempo chivatos y confidentes de la policía. El resto de trabajadores trata de aislarlos socialmente considerando que no eran “gente formal”. Estos comportamientos que tratan de sacar ventajas individuales de problemas o situaciones que afectan al conjunto, en los códigos no escritos, pero ampliamente compartidos de la sociedad minera, están penalizados con el aislamiento social.

En la huelga de 1963 en Laciana algunos servicios de conservación de MSP dejan su tarea, porque quieren compartir la huelga con sus compañeros, alegan “trastorno mental” que imputan al “disgusto” de ver como sus “compañeros les miran mal por ir a trabajar”, para disgusto de Ramonín del Sindicato Vertical. También trabajadores de Lumajo, Carrasconte y Paulina reciben con “silbidos e increpaciones pese a estar allí la guardia civil” a enlaces que quieren romper la huelga y los acusan de “chaqueteros”, incluso la mujer de uno de ellos es insultada en una carnicería de Caboalles de Abajo, recogen los informes oficiales.

Durante las movilizaciones de 1964 y 65 en Fabero nuevas cartas se dirigen a la Pirenaica para denunciar a chivatos. Uno de ellos, que había denunciado a 5 mineros en el cuartel, los cuales fueron maltratados, recibe una respuesta contundente que es narrada del puño y letra de sus propios protagonistas:

“[al chivato] no le deve pesar por el acusamiento porque ya le han untado la piel un poco; y lo gracioso está en que no supo quien se la ha untado”.

Similares actitudes se repiten en los despidos de Compostilla de 1964 que también remiten misivas contando sus casos y denunciando sus actitudes. Una de ellas muestra su pesar porque “parte de la comisión está vendida, sobre todo el falangista camisa vieja y asesino (de Vigo) Rodrígo Garabatos”. Que cuando empezaron los despidos, se metió en la cama, haciéndose el enfermo.

Es interesante recoger esta parte de la historia social de estas comarcas, poniendo en el foco las dificultades que hubo que enfrentar para conquistar derechos, en ocasiones desde el seno de los propios trabajadores y como estos de forma creativa trataron de defenderse para poder mantener los esfuerzos colectivos.

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