Según la RAE un
esquirol es una “persona que se presta a ocupar el puesto de un huelguista”,
citando como sinónimos “amarillo, carnero, rompehuelgas”. En el caso de las
cuencas mineras bercianas, “tragaminas”, podría completar esta lista.
En las huelgas de 1962, 1963 o 1968, en Laciana, Fabero o Matarrosa, fueron grupos organizados de mujeres quienes constituyeron los primeros piquetes que hicieron frente a estos esquiroles y a la guardia civil con piedras, madera o cebada.
En muchas ocasiones las
miradas o los comportamientos fuera de lo habitual servían para provocar el
paro, pero cuando las miradas no surten efecto, el escupitajo al lado del esquirol, acompañado de una mirada
despectiva, o sin tan siquiera mirarlo a la cara, ofende más que una charla
argumentada que recrimine su actitud. En otras, como explica José García trabajador
de AFSA “había gente que… para pararlos... había que agarrarse”.
Las empresas potencian
a los esquiroles y chivatos para romper las huelgas y desinflar los impulsos
unitarios. Había gente que era fácil de comprar.
El perfil eran trabajadores con problemas de dinero, familiares, de
alcoholismo, que le gustase el juego, o todos juntos. En los códigos de clase,
esto estaba penalizado, especialmente cuando traía como consecuencia la
represión.
Ya hemos explicado el
papel de la radio Pirenaica
(Radio España Independiente -REI-)
durante el transcurso de las huelgas. Tanto para dar orientaciones como para
establecer ejemplos. El 6 de junio de 1962 la emisora afirma que “En la cuenca de Fabero estamos
asombrados del derecho de valor y de enstusiasmo de las mujeres. Son las que
impidieron tenazmente la ruptura de la huelga por algunos esquiroles y
pelotilleros que intentaban entrar al trabajo para que los demás hiciesen lo
mismo.”
También hace continuas
llamadas a la colaboración para hacer fracasar la “operación hambre-represión” del gobierno franquista. Grupos de
campesinos de El Bierzo bajo, envían pequeñas colectas para los “guelguistas”, algunas a través de REI,
que servirá de altavoz para que se extiendan estos comportamientos
Los comportamientos
solidarios también se produjeron por parte de los comerciantes en las huelgas de
1962 y 1963, aunque en esta última ya no fue de forma unánime. Estos vivirán
sus efectos, aunque de otra manera. Julio Díaz, trabajador de MSP en
Ponferrada, explicaba que “hubo tiendas que se negaron a dar fiado… ¿que pasó?,
que cuando se normalizó, acabó la huelga, tuvieron que cerrar porque nadie les
iba a comprar”.
El papel de la radio
comunista, irá mucho más allá, también para poner en el foco de la comunidad a
aquellas personas que destacan por sus comportamientos insolidarios, incluso
meses después de las movilizaciones.
En diciembre de 1962
las ondas recogen los comportamientos del “canalla y miserable Ramón Vazquez” un cura que
denunciaba obreros en El Bierzo durante la primavera. En ocasiones, las detenciones y denuncias
vienen provocadas por delaciones de los propios compañeros. Entre los
militantes eso causaba gran conmoción. Marcos Díaz lo explica: “¡(…) eso es lo
lamentable!, porque si a mí me denuncia la empresa que soy un activista de la
huelga, tendré que defenderme, pero no con ello decir quien fue”.
Estos chivatazos son
denunciados a través de REI. En septiembre del 63 son numerosas las cartas que
llegan desde la cuenca de Fabero a la Pirenaica denunciando “las canalladas que
ciertos individuos están cometiendo en la cuenca minera de Fabero del Bierzo
provincia de (León)”. Un señalamiento público de chivatos, vigilantes
represivos y directivos “que tratan de quitar el pan a nuestros hijos y
nuestras compañeras” como responsables de los castigos y despidos.
En diciembre todavía
llegan cartas con listas de los chivatos
durante la huelga de agosto en los grupos lavaderos y fábrica de Briquetas de
la “Minero ese pe” en Ponferrada, señalándolos con nombres,
apellidos y pueblo de procedencia. También de los grupos de Laciana, pidiendo
que “dichos chivatos, deben estar vigilados por todos los compañeros”.
El señalamiento a los “enemigos de clase”, que se infiltraban
desde dentro, trata de proteger al grupo. Muchos de los esquiroles eran al
mismo tiempo chivatos y confidentes de la policía. El resto de
trabajadores trata de aislarlos socialmente considerando que no eran “gente formal”. Estos comportamientos que
tratan de sacar ventajas individuales de problemas o situaciones que afectan al
conjunto, en los códigos no escritos, pero ampliamente compartidos de la
sociedad minera, están penalizados con el aislamiento social.
En la huelga de 1963 en
Laciana algunos servicios de conservación de MSP dejan su tarea, porque quieren
compartir la huelga con sus compañeros, alegan “trastorno mental” que imputan
al “disgusto” de ver como sus “compañeros les miran mal por ir a trabajar”,
para disgusto de Ramonín del
Sindicato Vertical. También trabajadores de Lumajo, Carrasconte y Paulina reciben
con “silbidos e increpaciones pese a estar allí la guardia civil” a enlaces que
quieren romper la huelga y los acusan de “chaqueteros”, incluso la mujer de uno
de ellos es insultada en una carnicería de Caboalles de Abajo, recogen los
informes oficiales.
Durante las
movilizaciones de 1964 y 65 en Fabero nuevas cartas se dirigen a la Pirenaica
para denunciar a chivatos. Uno de ellos, que había denunciado a 5 mineros en el
cuartel, los cuales fueron maltratados, recibe una respuesta contundente que es
narrada del puño y letra de sus propios protagonistas:
“[al chivato] no le
deve pesar por el acusamiento porque ya le han untado la piel un poco; y lo
gracioso está en que no supo quien se la ha untado”.
Similares actitudes se
repiten en los despidos de Compostilla de 1964 que también remiten misivas
contando sus casos y denunciando sus actitudes. Una de ellas muestra su pesar
porque “parte de la comisión está vendida, sobre todo el falangista camisa
vieja y asesino (de Vigo) Rodrígo Garabatos”. Que cuando empezaron los
despidos, se metió en la cama, haciéndose el enfermo.
Es interesante recoger
esta parte de la historia social de estas comarcas, poniendo en el foco las
dificultades que hubo que enfrentar para conquistar derechos, en ocasiones
desde el seno de los propios trabajadores y como estos de forma creativa
trataron de defenderse para poder mantener los esfuerzos colectivos.
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