Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

lunes, 18 de mayo de 2020

Mayo de 1962, la primavera antifranquista germina en El Bierzo y Laciana


Mayo comenzaba, los rayos del sol se mostraban perezosos, titubeaban, dudaban si salir tras semanas de tormentas y lluvias, sin embargo, finalmente, acudieron. Fieles a su cita. La primavera, con la frescura de sus brotes verdes y sus aires cálidos, siempre tarda en salir por estas frías tierras del noroeste de España, pero lo hace, y sin duda, con fuerza.

Hace 58, en aquel mayo de 1962. Tras el frío invierno de la dictadura que se prolongaba por 26 años, tras un comienzo marcado por fuertes inundaciones que sacudieron El Bierzo y Laciana, la primavera volvía a florecer. La primavera antifranquista, rebrotaba, y lo hacía en forma de huelga.
Comenzaron los mineros, cantaba Chicho Sanchez Ferlosio. ¿Quién sino? Los mineros habían sido la vanguardia de la clase trabajadora en España, y en esta ocasión volvieron, fieles a su papel y a su cita con la historia. No podían ser otros quienes comenzasen a resquebrajar los cimientos del edificio de la dictadura.

Comenzó un 5 de mayo en Caboalles de Abajo. Ese día, como todos los días, la sirena del pozo marcaba la entrada del relevo de la mañana en el pozo María. Sin embargo, ningún minero entra a trabajar, el maíz que los trabajadores comunistas habían extendido durante la noche anterior, hacía efecto. El altavoz enmudece a pesar de los decibelios. El eco de las voces de los obreros resuena a pesar de su silencio y desde El Valle de la Libertad, bajará como un reguero de pólvora conflagrada, según las publicaciones clandestinas de la época, hasta el Valle del Silencio.

El lunes 14 de mayo, entre Berlanga del Bierzo y Fabero, en el grupo Valdeguiza, las vagonetas no cruzan la bocamina, sus ruedas no surcan los raíles hacia el interior del pozo plano, las mulas no tiran de sus pesadas cargas. Los mineros han decidido parar, y sin embargo, algo se mueve. El Bierzo y Laciana se había incorporado a la huelgona que había comenzado el 7 de abril en Nicolasa, y que constituirá el movimiento huelguístico simultáneo más importante frente al franquismo. Las huelgas del silencio.

La respuesta de los mineros lacianiegos fue rápida y aunque a los pocos días la huelga está a punto de romperse por parte de varios esquiroles, estos son frenados por piquetes de mujeres. También en Fabero son ellas quienes se enfrenta a la benemérita y a los mandos de AFSA con palos y piedras en el Pozo Julia.

Los medios para provocar los paros son diferentes en cada lugar, pero con un denominador común, el silencio. Maíz en caminos, pintadas a tiza en las vagonetas, miradas penetrantes, gestos, octavillas hechas a bolígrafo, no recoger el carburo o entregar la lámpara, o simplemente, que algún minero con cierto ascendente no se cambie son suficientes.

La arriesgada labor de los militantes antifranquistas, especialmente de las débiles estructuras del PCE, resulta determinante como catalizador de un descontento latente. Entre el 14 y el 16 entran en huelga Toreno y San Miguel de las Dueñas, cuyo cotos férricos “están completamente paralizados”. El 19 se suman los trabajadores de los lavaderos de MSP en Ponferrada, la fábrica de briquetas y la Central Térmica.

El movimiento huelguístico se extiende al resto de la comarca berciana con la incorporación  de las minas de El Bierzo Alto y Matarrosa, la térmica de Cubillos y las diferentes obras de Endesa y el personal del INI en Puente de Domingo Florez. El 21 de mayo Radio España Independiente, afirmaba que “la Comarca del Bierzo es hoy día una de las cuencas donde más huelguistas hay.”

La labor de REI, La Pirenaica, es fundamental para extender la huelga. Hoy podríamos decir que era el twitter de la época. En el sostenimiento del paro juega un papel clave la solidaridad de comerciantes, la población no minera o con explotaciones agropecuarias. También las redes de solidaridad. Desde la HOAC y Cáritas en Ponferrada, que además publican un número del periódico Mano Abierta con una posición reivindicativa, hasta las células del PCE, que tras la huelga reparten 150.000 pts. entre los más necesitados.

En junio, cuando las distintas empresas se van incorporando, tras conseguir aumentos y mejoras, el sindicalismo vertical comenzaba a resquebrajarse. La OSE leonesa reconoce que su inoperancia les obligó a negociar con “representantes designados en la clandestinidad, constituyéndose verdaderos ``comités de huelga´´, cuyas gestiones se desarrollaron fuera de todo el marco legal.”.

Uno de ellos, el más importante, tuvo lugar en el Valle de Laciana. Allí los mineros de MSP consiguen organizar una asamblea, autorizada por la Guardia Civil, en la sala Nevada de Villablino. La primera reunión democrática desde 1936, en la que 152 trabajadores redactan sus reivindicaciones y eligen una comisión que las negocie. Entre sus peticiones se encuentra la destitución del Jurado de Empresa. No lo consiguen, pero arrancan la elección de una comisión obrera, estable. 12 vocales asesores, elegidos por ellos mismos, al margen del sindicato vertical, que participan en todas las reuniones con la empresa hasta las elecciones sindicales de 1963. Un hecho, del que no existía “antecedente alguno escrito”, cómo reconocían en una carta al Ministro de Trabajo.

Los mineros de Laciana habían sentado al franquismo. Las autoridades desbordadas, tienen que negociar con trabajadores que, según sus leyes, son delincuentes que están cometiendo un delito considerado de lesa patria, es decir, echando un pulso al Estado. La victoria también se palpó en el BOE, que recoge una ayuda de 75 pts. en la hulla y 60 en la antracita para mejoras salariales.

Las huelgas de 1962 fueron la oleada huelguística simultánea más importante durante el franquismo. Un informe interno del PCE cifra en 20.000 los obreros que llegan a intervenir entre El Bierzo y Laciana. Cifra que incluso podría quedarse corta, pues en el sector de la Antracita hay para entonces en torno a 13.000 trabajadores, a los que habría que añadir la hulla (unos 3000 en Laciana) y el resto de sectores (MSP de Ponferrada, minería del hierro y las divisiones de Endesa –construcción y Térmica-).

Las huelgas 1962 fueron el acontecimiento más importante del movimiento obrero de postguerra, por número, por extensión, por impacto y por revulsivo. Las huelgas de 1962 fueron la primavera antifranquista en El Bierzo y Laciana.


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