Por
desgracia para lo que nos toca en este punto del noroeste de España, la pulsión
entre potencialidad y subdesarrollo relativo, que ha distinguido la economía
comarcal a lo largo de los siglos, se decantaron, de forma descarnada, hacia la
segunda.
A pesar de ello, durante la segunda mitad del siglo XX El Bierzo fue la principal productora de hierro de España. Onamio, con su famoso poblado uno de sus centros. Las consecuencias de esta explotación, la pudimos ver ya en el artículo “Onamio, otro pueblo minero que se hunde (1987)”.
Hoy presentamos una fotografía aérea del poblado que la MSP construyó en
la localidad, además se puede ver una imagen del 1º del
Grupo Cabezo, que comenzó a atacarse en 1946.
Al igual que
en anteriores entradas, las imágenes pertenecen al fondo fotográfico digitalizado de TAF
Helicópteros, S.A (TAF: Trabajos Aéreos y Fotogramétricos) y viene catalogada como “Vistes
panoràmiques de les instal•lacions d'una mina a Ponferrada.”. Las fechas
estimadas en que fueron tomadas son entre el 25 de julio de 1958 y el 11 de
noviembre de 1958, según vienen registradas.
Estas y
otras se pueden consultar en la web de Arxius en línia dónde se alberga el buscador
de sus fondos y otros dependientes del Departamento de Cultura de la
Generalitat de Cataluña. En él se pueden ver más de 64.000 imágenes.
Por último presentamos
el amplio reportaje “Por
las minas de hierro del Coto Wagner” firmado por Francisco
A. Ferrero en el periódico La Nueva Crónica (07/03/2021) que nos permite
adentrarnos un poco más en esta interesante y desconocida parte de nuestro
pasado minero.
….
“Por las minas de hierro del Coto Wagner
La visita al coto minero no
pueden ser más desalentadoras. Un mal ejemplo, con nula restauración, que han
seguido muchas otras explotaciones mineras posteriores hasta nuestros días.
La visita al
importante coto minero Wagner y a los
pueblos afectados por el yacimiento, requiere el empleo de varias jornadas. Por
ello se propone aquí un itinerario que combina coche, con paradas cortas e
intermitentes, con un recorrido caminando el tramo final por los alrededores
del pueblo de Paradasolana.
Debemos coger la carretera nacional VI en dirección a San Miguel de las Dueñas, y a la altura
de kilómetro 377,5 nos salimos de la misma a través de un puente que, salvando
perpendicularmente la autovía del noroeste A6, nos conduce al barrio de la estación de San Miguel de las
Dueñas.
Nada más rebasarlo, merece la pena hacer una breve parada sobre su estribo para divisar, desde la altura, los dos cargaderos gemelos de San Miguel de las Dueñas situados en unos apartaderos sobre las líneas del ferrocarril de RENFE. Cada uno de ellos recibía el mineral por transporte aéreo desde los grupos de concentración conocidos como Cabezo y Parada. El primer teleférico, construido en 1954 y de unos 2,17 kilómetros de longitud, conocido también como el transporte corto, partía desde el grupo Cabezo a través de cables aéreos con una capacidad de transporte para 125 t/h. El segundo teleférico, fechado en 1961, se iniciaba en la planta de calcinación del grupo Parada, frente a la confluencia de los arroyos de Vendañuelo y Paradasolana, y tenía una longitud de 4,85 km (conocido como transporte largo) y capacidad para 200 t/h. El mineral se recibía en los cargaderos que, repartidos en doce tolvas, recogían el mineral por volteo de los baldes.
El mineral tenía como destino la factoría de ENSIDESA (Avilés) o la exportación (Cardiff, Róterdam, Ámsterdam, Hemden, etc.) a través del cargadero marítimo de Rande (Ría de Vigo). Todo el material metálico ha desparecido como consecuencia del saqueo, lo que supone una pérdida irreparable de nuestro patrimonio industrial más valioso. Una vez rebasado San Miguel de Las Dueñas, el camino continúa hacia la localidad de Calamocos y el poblado minero de Onamio.
Podremos observar durante el recorrido las antiguas instalaciones y escombreras del coto Vivaldi y las estructuras de hormigón y contrapesos que soportaban los cables y las armaduras de hierro del teleférico, recientemente desaparecidas. Una vez atravesado el curso del arroyo de Paradasolana, ya se observan algunas estructuras de hormigón que daban paso a la línea férrea que trasladaba el mineral desde las bocaminas del cercano grupo Cabezo a la estación de trituración y clasificación del mineral desde donde partía el teleférico corto.
Inicialmente, la
MSP estudió la posibilidad de instalar un tren minero que uniera los cargaderos
de la mina con la línea de RENFE, pero por su elevado coste y duración de las
obras, fue sustituido por un teleférico marca Pholig que, finalizada su construcción
en 1954, constaba de dieciséis castilletes con una estación tensora intermedia.
Del grupo Cabezo podemos ver sus
edificios (oficinas, aseos y baños para los mineros, fragua, botiquín, almacén,
estación de bombeo, etc.) ubicados al lado de las dos bocaminas tapiadas. Sobre
la amplia superficie que hay delante de ellas, se situaban las vías férreas que
transportan el mineral hasta la cercana estación de machaqueo y selección por
tamaños.
Desde aquí, continuamos en camino hacia el poblado minero de Onamio. Situado en
el paraje amesetado de El Corón, más
conocido como El Cabezo, está situado al noroeste del pueblo de Onamio, del que
dista poco más de medio kilómetro en línea recta. Fue construido en 1954 y
constaba de 102 viviendas, complementado con un economato y grupo escolar.
Desde aquí, el camino continúa paralelo al río hasta la localidad de
Paradasolana. Una vez rebasado el pueblo de Onamio es conveniente ver los
estragos que en superficie ha originado una explotación minera mal planificada;
se pueden observar socavones circulares y subsidencias siguiendo la traza del
filón-capa que fue explotado a nivel subterráneo sin haber tomado las medidas
necesarias para evitar los hundimientos, y ahora ya es demasiado tarde.
El camino prosigue hasta dar vistas, a nuestra izquierda, a una gran estructura
caja-metálica vertical que constituye el horno de calcinación del grupo Parada.
A medida que avanzaba la explotación hacia el este, alejándonos por tanto
del plutón del granítico de Monteanenas, el
mineral de hierro aumentaba su concentración en carbonatos (aparecía más
siderita –carbonato de hierro- que magnetita -óxido ferroso férrico-) lo que
significaba una disminución de su calidad mineral. Para eliminar los carbonatos
e incrementar la pureza del mineral, se proyectó, hacia 1976, cinco hornos de
calcinación con una producción unitaria de 500 t/día del que solo se instaló
uno, que podemos ver por encima del arranque del teleférico largo en las
inmediaciones de Grupo Parada. La planta de calcinación dio muchos problemas de
funcionamiento y tuvo una corta existencia. Los quemadores funcionaban con
gas-oil, y previo a la construcción de la planta, se hicieron pruebas de
descarbonatación del mineral en el calero de la localidad de Villavieja, dando resultados
satisfactorios.
La calcinación permitía que las sideritas, con leyes minerales medias de un 45%
en hierro, aumentaran su concentración en este mineral hasta el 50-53%, al
transformarse los carbonatos, por aplicación mantenida de calor, en óxidos de
hierro y anhídrido carbónico. En los alrededores de la planta de calcinación se
pueden observar abundantes escombreras de estériles que ocupan amplias
superficies y utilizadas actualmente como balasto. A pocos metros de la planta
calefactora se localizan las instalaciones del grupo Parada, gemelas de las de
grupo Cabezo. Si en el primer grupo (Cabezo) prevalecía la explotación
subterránea frente a la de cielo abierto, en el segundo (Parada) sobresalía la
explotación a cielo abierto. Desde 1978 se paralizó por completo la minería de
interior y se continuó con la explotación a cielo abierto, en cantera, hasta su
paralización en 1982.
El mineral del entono del grupo Parada se transportaba principalmente por una
vía férrea minera de unos 2,5 km de longitud, trazada paralela y a nivel
inferior que la carretera LE-159/15, que lo conducía hasta la estación de
trituración y clasificación del grupo Parada. Desde aquí, se transportaba el
mineral por cinta transportadora hasta la cercana planta de calcinación desde
donde se recogía el mineral, ya calcinado y enriquecido, a través del
teleférico largo que lo dirigía a la estación de carga de RENFE en San Miguel
de las Dueñas, situada a casi 5 km. Continuamos el camino hasta cerca del
barrio de abajo de Paradosolana. Una vez alcanzamos el punto señalado en el
plano guía como de inicio de la ruta, finaliza el itinerario en vehículo y se
inicia el recorrido pedestre.
Nada más iniciar la andadura, se asciende por una pista que nos lleva a las
explotaciones mineras a cielo abierto de Cueva Coteón. En la primera curva
cerrada se puede ver un pozo de arrastre vertical, vallado con tela metálica,
que servía para verter el mineral de las explotaciones cercanas a un nivel
inferior, desde donde se transportaba en ferrocarril hasta el grupo Parada. En
la propia curva, desviándonos ligeramente,se pueden ver labores a cielo
abierto, y recuperar de ellas excelentes muestras de siderita con su
característico color cobrizo (se señala en el mapa como lugar de observación).
La pista sigue ascendiendo, cortando el filón capa principal, hasta el collado
de Chano Muela. Durante el trayecto, si estamos
atentos, podemos recuperar sobre el balasto de la pista, piedras sueltas
compuestas de magnetita con granates que provienen de las escombreras del coto Vivalvi, un material que se usó mucho
para reafirmar muchas de las carreteras y pistas de los entornos mineros de
Wagner y Vivaldi. Una vez superadas las amplias escombreras que abrazan el
camino, estamos ya en la cumbre. Desde ella, se propone acercarnos al borde del
colosal desmonte atrincherado que corta la misma con un tajo que sigue la
dirección del filón-capa, la NO-SE. A continuación, se vuelve al camino inicial
y se propone bajar al fondo del desmonte.
El camino desde aquí pierde su nitidez por lo que hay que aventurarse a bajar
por antiguos caminos mineros auxiliares, hoy repoblados exiguamente con pinos,
hasta alcanzar la parte baja de la cantera: una amplia explanada por donde se
evacuaba el material al término de la excavación. Aunque desde la explanada
parten varios caminos bordeando el monte por el noreste, prácticamente todos
están cegados de escobas y zarzas, por lo que lo mejor es ascender por las
escombreras a través de las trazas sendereadas por animales hasta llegar al
camino más superior, una amplia pista que nos traslada, de nuevo, al camino
inicial, hasta alcanzar la carretera asfaltada.
Durante todo el trayecto hemos podido observar un paisaje degradado, solo
colonizado de manera natural por la vegetación a lo largo de la última
treintena de años. De nuevo en la carretera LE-159/15, el camino continúa hasta
interceptar al arroyo de Paradasolana (punto A señalado en el plano guía).
Desde aquí se plantean dos alternativas: la primera supone visitar directamente
los dos barrios de Paradasolana, distantes algo más de un kilómetro por
carretera, o continuar por el itinerario propuesto que incluye también la
visita a estos barrios en la parte final del recorrido. Se aconseja, no
obstante, hacer el recorrido completo, al objeto de tener una visión de
conjunto de toda la explotación y apreciar el contraste entre las zonas
explotadas, muy degradadas, y el paisaje natural apenas intervenido por la mano
del hombre. Desde el punto A se continúa a través de la vallina del arroyo de Valdelamasera (un afluente
del arroyo de Las Tejedas) hasta el collado de las Eras.
Durante el trayecto podemos observar una estructura curva de hormigón sobre el
borde del arroyo de Las Tejedas, que
se corresponde con el estribo de un puente inacabado (no se construyó la cepa opuesta)
para prolongar la línea de ferrocarril hace las explotaciones a cielo abierto
de la margen derecha del arroyo. El barrio de abajo, situado a cota 770, es más
exiguo y menos cuidado que el anterior, al no tener apenas vecinos. Tiene una
abundante fuente, a la entrada, de aguas frías y transparentes. A su lado se
encuentra la pequeña capilla que alberga la imagen de la Virgen de la O (en el
pueblo también se le conoce como la Virgen de las Angustias), reedificada en
1968 para sustituir a otra antigua ermita, hoy derruida, y situada en las
proximidades. La edificación corrió a cargo de Doña Juanita, una vecina de
origen segoviano casada con uno del pueblo.
Quizás de ahí venga ese curioso diseño arquitectónico y acabado en pintura
blanca, más propio de los pueblos de la mitad sur peninsular que de la comarca
del Bierzo. Se trata, no obstante, de un edificio hermoso que contrasta con el
conjunto del caserío del barrio. La situación actual de las infraestructuras,
tras más de treinta años de abandono, está en franco deterioro. Sobre todo
después de que se haya hurtado la mayoría de la superestructuras férreas y de
cualquier otro metal, al no estar vigiladas y protegidas las instalaciones. Si
no se pone pronto remedio, habrán desaparecido los iconos más interesantes de
este importante coto minero que llegó a ser uno de los buques insignia de la
autarquía durante la revolución industrial española.
Creemos que
merecería la pena, y mucho, estudiar la posibilidad
de crear un centro de interpretación del conjunto Wagner-Vivaldi, aprovechando
los edificios que todavía se conservan en buen estado en el grupo Cabezo,
complementándolos con itinerarios cortos por la minería de interior, donde
habría que recuperar los primeros metros de galerías, e itinerarios largos por
la labores superficiales de los filones-capa, que incluyan la visita a los
pueblos más afectados por la explotación. Es lo menos que la sociedad les debe
a estos pueblos, que hipotecaron su futuro en beneficio del desarrollo del
país.”
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