Así comienza el artículo “UN IMPORTANTE CENTRO MINERO. HIJOS DE TEÓFILO ÁLVAREZ”, publicado en el periódico “El Fígaro. Diario de Madrid” del 24 de diciembre de 1918 que nos ofrece un interesante reportaje sobre los inicios de la que se constituirá la cuenca hullera más importante de la provincia.
La comarca minera lacianiega se
enfrenta en sus inicios a problemas con los costes de explotación, las
dificultades para darle salida a la producción mediante caros acarreamientos en
carros de bueyes, los destinos comerciales, el papel de “la guerra europea” o
la “dependencia económica del Extranjero”.
Bernando Zapico: “Hombre de gran cultura, de excelentes
cualidades morales y conocedor a fondo de las condiciones geológicas de la
región, a la que ha dedicado sus más fecundas iniciativas, constituye hoy el
verdadero eje de su desenvolvimiento industrial. Su nombre va íntimamente unido
al del coto hullero de Villablino, al que dio vida merced a sus constantes
investigaciones y estudios, y que hoy constituye una esperanza nacional para
cubrir el déficit de nuestra producción de carbones. La escasez de vías de
comunicación y otras dificultades con que tuvo que luchar, y la poca protección
que prestó el Gobierno a sus proyectos (entre los que figuraba el de unir aquel
centro minero con Ponferrada, por un tranvía de vapor), fueron la causa de que
no disfrutara nuestro país, desde hace más de un año, de combustible abundante
y de tan buena calidad como el importado de Inglaterra, ya que hay que decir en
honor a la verdad, que la hulla grasa de VillabIino está en condiciones de
competir, sin deprecación alguna , con sus mejores similares de Cardiff.”
El reportaje ve la luz mientras están en construcción las
vías del ferrocarril que unirían Ponferrada y Villablino. En un momento en que
las explotaciones lacianiegas ofrecen unas modestas 2.900 toneladas mensuales,
pero que esperan que una vez construido el Ponfeblino
estar en 40.000.
La pieza periodística nos habla de distintas
explotaciones en Orallo, Villager, Villablino, Villaseca, Carrasconte o
Caboalles de Arriba, donde Dionisio extraía “un carbón graso de inmejorables
condiciones para la fabricación del gas, y cuyo cok, fabricado por el sistema
de pilas, se acepta en el mercado como metalúrgico.” Combustibles que son
enviados a La Robla y Ponferrada en costosas carretas.
También caben unas líneas para
relatar la visita a la fábrica de aglomerados que Dionisio González tenía en Ponferrada, “que probablemente es la
mejor instalada en la provincia, con potentes máquinas y con todos los
adelantos modernos, capaz para aglomerar doce toneladas por hora de briqueta, y
seis de ovoides.” que usaba los carbones grasos, “de tanta fama”, de las minas
de Caboalles de Abajo.
El rotativo nos ofrece también reportajes e imágenes de las minas de
Santibáñez, La Robla, Brañuelas y Bembibre, La Robla, Villamanín, La Pola de
Gordón o empresas cómo la Hullera Vasco Leonesa o Hulleras de Orzonaga, así como
un reportaje sobre la Cooperativa lacianiega (al que le dedicaremos un artículo
complete). El ejemplar completo se puede descargar aquí.
https://hemerotecadigital.bne.es/hd/viewer?oid=0026749271
No podemos dejar de insistir a nuestras lectoras y
lectores en que accedan al ejemplar completo porque podrán encontrar
fotografías de las explotaciones mineras lacianiegas en sus comienzos (desde
Caboalles de Arriba al Villar de Santiago), instalaciones anexas o viviendas en
Villaseca así como de la fábrica de briquetas de Ponferrada. Viñetas o
publicidades comerciales, entre artículos nacionales y provinciales que
completan este interesante contenido.
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