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Nuestra historia, a modo de presentación

martes, 25 de octubre de 2022

“Hubo explosión de grisú por ignición”. El informe del SOMA-UGT sobre el accidente del Pozo María (II)

El 3 de noviembre de 1979 el diario El País titula “UGT responsabiliza a la empresa de la muerte de los diez mineros leoneses”. El diario se hace eco del informe elaborado por los técnicos del SOMA-UGT (Sindicato de Obreros Mineros de Asturias) sobre el accidente del Pozo María. El dossier había visto la luz unos días antes, el 31 de octubre. Desde “Nuestra Historia, El Bierzo y Laciana” continuamos con este el segundo artículo de este reportaje especial sobre el trágico accidente acaecido en Caboalles de Abajo. Hoy presentamos un análisis pormenorizado del citado informe.

El dictamen lo forman 14 páginas y está compuesto de “las siguientes partes”:

·       Introducción

·       Observaciones in situ de la Comisión Técnica

·       Pruebas testificales y físicas

·       Discusión y razonamientos para determinar las causas

·       Conclusiones

·       Notas finales

·       Objetivos inmediatos del SOMA-UGT

Cuando el equipo técnico del SOMA conoce la magnitud del accidente, decide que el secretario General se desplace hasta Laciana. Le acompaña un equipo técnico en materia de Seguridad e Higiene del sindicato en HUNOSA. El objetivo es “prestar toda la colaboración precisa en el aspecto técnico y humano” y ya con la idea de “elaborar un informe detallado sobre las causas que motivaron el accidente”.

El dossier del sindicato socialista afirma que se encuentra con la oposición de los responsables del pozo y de CC.OO. Manuel Lastra, trabajador y sindicalista de CCOO en María, negó esas acusaciones. Explica que no “creíamos oportuno que entrarán a la mina (…) parecía que eran los salvavidas. Nosotros no dejamos entrar a nadie allí hasta que el rescate estuviera en marcha”.

El texto elaborado por los técnicos de UGT señala que a pesar del “temor” a que con “el paso del tiempo ``desaparecieran´´ indicios”, pudieron llegar a “conclusiones definitivas y veraces”. Gracias al testimonio directo de los testigos y trabajadores que participan en el equipo de rescate.

El informe constata el reducido tamaño de la galería en la que se hallaba la locomotora eléctrica, la cual había sido retirada. Más allá de datos técnicos, el documento refleja que los 6 o 7 cuadros finales estaban “inclinados hacia delante” y la presencia de grisú.

Incluso durante la visita, la ventilación “no era muy activa” aunque se “respiraba con relativa facilidad”. Los ingenieros les comunican que el taller “estaba ``trancado´´” lo que llamó la atención de los técnicos. Al realizar las tareas de rescate, los trabajadores estaban “sin ventilación por estar sus pozos llenos de carbón”, que no habían sido deshullados en el primer relevo. Un hecho que ya habían recogido los primeros reportajes de prensa. También que el taller no estaba hundido después del accidente, sino posteriormente. Los técnicos ugetistas apuntan a que la “totalidad o casi totalidad de la madera de entibación” en la última serie del nivel está nueva, lo cual indicaba que fue sustituida porque había “sido arrasada”. Sin embargo, no encuentran desprendimientos ni grietas y el techo ofrecía un estado “completamente normal”.

Las escasas medidas de seguridad se ven en que sólo hay 8 lámparas de seguridad para todo el pozo  y sólo les muestran 5, alegando que las otras 3 están siendo utilizadas en la mina. Un hecho importante es que a pesar de estar numeradas no tienen un “destinatario concreto” lo cual es un índice de “una total dejadez e indisciplina en tema tan importante como es la seguridad, deduciendo que no se hace ningún reconocimiento previo en las labores.”

El informe del SOMA aporta el testimonio de Ubaldo Fernández, miembro del subcomité de Seguridad del pozo, que en el momento del accidente se encuentra trabajando en una galería próxima. El minero afirma que tras escuchar un golpe de ventilación salió al transversal y vio como de “la galería de la capa 13 salía una especie de polvo impalpable, como humo, (…) muy caliente y que se hacía irrespirable”.  Cuando llega el Ingeniero Jefe y el vigilante, los acompañan al lugar del suceso y reconoce que “le daban vómitos, por efecto del aire cargado de tóxicos.”. Ya trabajando en labores de rescate pudo constatar cómo los 2 primeros fallecidos “tenían el pelo y la piel de la cara quemados”. Y no es hasta las 2 de la mañana cuando la ventilación “se hace efectiva” y cómo tuvieron que levantar y postear los cuadros tumbados.

Otro testigo, el posteador del Grupo Lumajo José Feito Álvarez, que desempeña las funciones de “Policía Minero” (Delegado Minero de Seguridad), que entra a las 10 con la Brigada de Salvamento, constata la gran cantidad de carbón presente en la galería. Feito declaró que “tuvo que auxiliarse con los aparatos de respiración (…) por falta de aire respirable o ausencia de oxígeno”. Un hecho clave es que lo tienen que comprobar “con lámpara de gasolina y grisúmetro. Este último muy antiguo, que sólo tiene escala para detectar hasta el 3% de grisú.”

Este minero es el primero en ver a los accidentados (maquinista y ayudante) y, según recoge el informe, la maquina no estaba descarrilada y los trabajadores, sin vida, todavía tenían la lámpara iluminada. Además apreció telas y signos de ropa “desgarrada”.

El último de los testigos, Francisco Aller Cuellas, del grupo Carrasconte, que entra el jueves 18 a continuar con las labores de salvamento, manifestó que el quinto cadáver había sido desplazado por la explosión: “apareció colgado por una pierna de una mamposta o puntala, cabeza abajo y apoyando ésta sobre el carbón”. Aller confirma que los hastiales “estaban normales, sin roturas ni desprendimientos”.

Aparte de los testimonios, el informe hace constar que el “Subcomité de Seguridad tiene en su poder, recogido del lugar de los hechos, un trozo de plástico e hilo de pega con muestras claras de haber sido sometidos a elevada temperatura”.

En el apartado “Discusión y razonamientos para determinar las causas”, los técnicos de UGT van explicando cada una de las hipótesis. El “derrabe” lo descartan por ser una pequeña cantidad. De ser así el carbón se rompería sin tirar la madera. Además la pendiente (50º) lo impediría y hay trabajadores con quemaduras y signos de asfixia. También descarta el polvo de carbón por su ausencia y que se hubiera necesitado  para su explosión “una temperatura del orden de 700 a 800 grados” producida “por llamarada o explosión de grisú, por disparo de explosivo o por arco eléctrico”. Y de haberse incendiado “habría dejado enormes vestigios que lo demostrarían”. En tercer lugar desecha el “desprendimiento instantáneo de grisú” pues no se arrojó gran cantidad de carbón y los cadáveres “mostraban quemaduras”.

Tras descartar estas hipótesis, el informe afirma que “es seguro que la causa del accidente ha sido la explosión de grisú por ignición del mismo, el cual estaba acumulado en la campana o bóveda y niveladura  del tajo último, el llamado de ramal, y en la galería.”

La conclusión es “Que hubo EXPLOSIÓN DE GRISÚ POR INGICIÓN”. Los técnicos del SOMA-UGT atribuyen a la acumulación de “cantidad suficiente” de grisú para su explosión “por no mantener las mínimas normas de Seguridad en materia de ventilación.” El tranque del carbón es clave pues “fue necesario cargar 142 vagones para dar paso y ventilar”.

La empresa no hizo las labores de reconocimiento y eran escasas las medidas de seguridad en la explotación, 8 lámparas cuando harían falta cerca de 30. El informe reconoce que la capa 13 “es productora de grisú en gran cantidad, dando un porcentaje de un 1% en lugar sometido a ventilación”. Para más inri la manga de 40 m/m de diámetro soplando no es reglamentaria y la mina debería “estar calificada en superior categoría de acuerdo a su peligrosidad”.

En las “notas finales” el informe recoge la ausencia de camillas, de medios sanitarios, de mascarillas de salvamento de urgencia, de detectores tipo Drager, de grisúmetros y de cursillos de salvamentos. Además, cuenta con un comprobador de lámparas eléctricas que pierde carga y “estaba averiado”, galerías abandonadas sin cierre, etc... “En resumen, (...) la despreocupación y abandono en que se encuentra el pozo María en materia de Seguridad”.

Por último, el SOMA propone la renovación de las leyes y normativas, un control por parte de las centrales sindicales del Instituto Nacional de Silicosis, una campaña de sensibilización de los problemas de los trabajos mineros, el control de los puestos expuestos a enfermedad y accidentes y un Organismo paritario para el control de la Seguridad e Higiene en el que el “Policía Minero” pueda tener poder ejecutivo para suspender los trabajos que sean susceptibles de “crear un peligro para la salud, la integridad física o la vida”.

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