Las reivindicaciones económicas se mezclan con las sociopolíticas. El metal, la minería y la construcción protagonizan las principales movilizaciones en El Bierzo y Laciana. En septiembre de 1976 son varias las huelgas y encierros en la antracita berciana. En Campomanes Hermanos en Torre del Bierzo paran en solidaridad con un administrativo despedido. 90 mineros de Gaiztarro se encierran en el grupo Escandal en Matarrosa del Sil en solidaridad con dos compañeros despedidos. También la Jarrina de AGSA se solidariza con los anteriores y consiguen su readmisión. En COFASA son 300 mineros por los mismos motivos a los que se unen otros en distintos grupos y empresas de la cuenca del Cua y una huelga general en García Simón en Lillo del Bierzo y Fontoria.
Ante los
despidos los trabajadores se unen por solidaridad. Son conscientes de que si
echan a uno, el resto quedaría en una posición de debilidad ante próximas
reclamaciones de mejoras.
El 29 de octubre 86 mineros se
encierran en el grupo Marrón de Hijos de Simón García, en Lillo del Bierzo. El
conflicto se venía gestando por las difíciles condiciones de trabajo de la
empresa de “El Patatero” (las peores de la cuenca del Cua) y estalla por el
despido de algunos trabajadores “muy bravos” (según testimonios de la época)
que supuestamente habían pegado a un capataz porque les faltaba dinero en la
nómina.
La situación de los encerrados
es extrema, la cerrazón empresarial lleva al límite a los trabajadores. En los
días siguientes se produce un goteo de abandonos y hospitalizaciones. Las
ambulancias pasando por Fabero y Lillo son una alarma que enciende los ánimos
en el exterior. En solidaridad se van sumando huelguistas en otras empresas, se
producen concentraciones en la bocamina y el pueblo comienza a organizarse. El
resto de empresas se va uniendo en una huelga solidaria que afecta a 1.200
trabajadores de la cuenca.
El martes 2 la situación
termina de tensarse. En Fabero un grupo se organiza y una comitiva de unas 200
personas se dirige a Lillo con las mujeres en cabeza. En el camino la Guardia
Civil les corta el paso, se produce un forcejeo y dispara al aire. José Antonio
López, “Mister”, militante de CCOO en AFSA, es uno de los participantes y
relata así la situación: “nunca había visto funcionar una metralleta y pasé
mucho miedo”. Finalmente, un grupo consigue acercarse al encierro.
Al día siguiente, los
militantes de las ilegales Comisiones Obreras solicitan la presencia de
Benjamín Rubio para negociar y evitar que “haya muertes”. Este se presenta en
el cuartel de la Guardia Civil de Villablino. Tras una serie de gestiones entre
el Teniente Coronel de León y el Capitán de Ponferrada, lo facultan para
representar a los trabajadores.
Ante “la unanimidad de la
población”, citan los periódicos clandestinos cómo Mundo Obrero, la guardia
civil se ve obligada a permitir que una comisión proporcione alimentos a los
encerrados y que otra, liderada por Rubio, trate de encauzar de forma
extralegal el conflicto laboral. A cambio Benjamín convence a los vecinos reunidos
en la bocamina para que se vayan y evitar la intervención de la benemérita.
Rubio, que tiene muy presente los asesinatos de trabajadores en Granada, o los
más recientes de Vitoria, le dice al mando de la fuerza pública: “ve usted cómo
se comporta la gente cuando usted se comporta”.
Benjamín Rubio telefonea al
propietario de la mina, reacio a negociar: “Aquí está a punto de prenderse
un fuego y aunque usted se haya marchado para Ponferrada le puede alcanzar”. Finalmente accede a dialogar y junto a dos
encerrados bajan a la ciudad berciana a negociar con el compromiso de no ser
detenidos. Llegan a un preacuerdo y al día siguiente se pone fin al encierro.
El día 4 por la
tarde una reunión en la Casa Sindical de Fabero cierra el acuerdo mientras en
la calle se concentran unas 5000 personas, según señala el diario El País, que
añade que “la fuerza pública se limitó a observar sin intervenir en ningún
momento.” La Guardia Civil tenía a la fuerza acuartelada en Vega de
Espinareda, sin embargo tras una llamada a Benjamín Rubio le prometen que “en
honor al comportamiento demostrado” si la multitud se dispersa no intervienen.
El papel
decisivo que juegan las Comisiones Obreras supone su fortalecimiento y un
impulso a la creación del sindicato en la zona. Al día siguiente algunos
trabajadores de Marrón empiezan a decir públicamente “¿Quién se afilia a
Comisiones Obreras?”. Para Octavio Quiroga, líder de las Comisiones en la cuenca,
“aquel encierro marcó y sirvió para que la comarca, la zona de Fabero se
concienciase de que había una situación a la que había que darle la vuelta”.
A pesar de los avances, las Comisiones Obreras tienen todavía una organización anárquica. Cuentan con un grupo de mineros combativos organizados en el PCE y que se reúnen en el bar de Valerio de la Sierra en Lillo del Bierzo. Se mueven por la nómina de líderes que existen en cada explotación y que mantiene contacto con los del resto de empresas pero con culturas muy localistas. En AFSA destaca Honorino de la Concepción, en COFASA Ángel Cuesta y en AGSA Octavio Quiroga.
Movilizaciones cómo las de Marrón formaron parte de esa Galerna de
huelgas que en 1976 impidió que se consolidase un franquismo sin Franco. A
pesar de una fuerza pública que no dudaba en intervenir con fuego real frente a
familias trabajadoras que reclamaban pan y libertad.
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