Estas palabras
se las dirige Pavel, coprotagonista de la novela “La Madre” de Máximo Gorki, a
su madre Pelagia. La obra nos habla de la toma de conciencia de una familia
obrera en un contexto de organización obrera y represión en la Rusia Zarista de
1905.
El libro tuvo una influencia destacada en muchos militantes antifranquistas de El Bierzo y Laciana. Son numerosos los testimonios que nos hemos encontrado en diferentes pueblos, y procedentes de activistas católicos y comunistas.
La obra de
Gorki invita a la acción. Es una novela obrera que no idealiza a la clase trabajadora,
recoge el alcoholismo, el embrutecimiento y la alienación que se vive en las
barriadas donde viven. Tampoco esconde el machismo y la violencia de género del
padre de Pável hacia Pelagia. Realidades que no
distan mucho de la que se vivía en las cuencas mineras de El Bierzo y Laciana
durante los años de la dictadura franquista y que es lo que hace que muchas de
las personas que lo leen se identificasen con los protagonistas.
El
autor narra cómo al entrar en contacto con el movimiento revolucionario el
papel reservado para el joven Pavel cambia, se vuelve más limpio, comienza a
leer y cambia en el trato con su madre. Pelagia
también cambiará. Pasa de la observación (temerosa) de las labores militantes
de su hijo, a la comprensión y de ahí a la implicación activa en labores de
propaganda y de solidaridad hasta convertirse en una militante revolucionaria y
acabar en la cárcel también.
La
literatura, al igual que el cine, la televisión o la música contribuyen a
divulgar ideas de forma mucho más sencilla que sesudos manifiestos o en el caso
de la historia, que ensayos académicos. Y esto, aunque no fue lo único,
contribuyó a despertar la conciencia de clase y que una generación nuevos
militantes se incorporaran a la lucha obrera y democrática en El Bierzo y
Laciana.
Pavel
es un joven de 14 años, curiosamente la misma edad que Octavio Quiroga, tiene
cuando lee la novela. Así cuenta su experiencia:
“Me cayó el
libro de La madre de Gorki (…) Nada más que lo leí… Era estar mirando el libro
y ver que estábamos viviendo exactamente lo mismo. Y cómo eso te daba
alternativas y los riesgos a mí no me importaban…” decidió ir implicándose
política y sindicalmente en el PCE y las Comisiones Obreras. La novela
obviamente no le cayó del cielo, se
la dio otro vecino de Lillo del Bierzo, Valerio de la Sierra, el líder de los
comunistas de la cuenca de Fabero.
Tiempo después,
cuando ya es un joven sindicalista Quiroga, al igual que sucede en el relato de
Gorki, será consciente de la importancia de “movilizar a las mujeres”.
Otra enseñanza
que nos trasmiten quienes leyeron entonces el libro es que antes de actuar hay
que discutir y planificar, organizar el descontento, darle una canalización a
través de la militancia organizada, en el PCE o en la HOAC, según los casos.
En la cuenca del
Sil, el movimiento católico antifranquista nucleado en torno al párroco Javier
Rodríguez Sotuela es el más importante. En Matarrosa los libros se mueven en
torno al centro parroquial y “La Madre” tiene una influencia destacada en la
toma de conciencia e implicación de la juventud.
“Más de veintitantos
libros corrían por allí”, según Sotuela. La novela de Gorki era ampliamente
difundida para que las mujeres se involucren en la lucha. Una de esas
adolescentes es María Luisa Picado que explica así su relación con la obra:
“yo leía mucho relacionado con la lucha
obrera, la huelga de Bandas… y todos los libros de la Editorial ZYX que eran
libros todos relacionados con la lucha obrera y entonces de alguna manera el
libro de Máximo Gorki, La Madre, era reafirmar que estaba en el buen camino. Y
yo me sentía orgullosa de una mujer tan humilde y tan limitada en tantas cosas
fue capaz de convertirse en una luchadora”.
La joven matarrosiense
compara la situación de la autocracia de la Rusia Zarista con la de la España
franquista y cómo ese ambiente represivo estimulaba a la acción: “De alguna
manera nosotras nos sentíamos identificadas porque luchábamos contra Franco y
contra la dictadura (…) la influencia fue dar soporte a otras muchas cosas que
yo leía”.
La
llegada de los libros de la Editorial ZYX a Matarrosa “cambio el pueblo”
explica Javier Rodríguez que identifica episodios cómo las reclamaciones al
Gobernador Civil durante su visita a la localidad o cuando varias jóvenes tiran
cebada a los esquiroles durante la huelga del 68 con el compromiso al que apela
“La Madre”.
La influencia de
esta novela es un testimonio que se repite entre militantes antifranquistas de
toda España. Un libro lleno de paradojas. El que es “considerado la Biblia emocional” de
generaciones de comunistas fue escrito en EEUU. Uno de sus primeros lectores es
Lenin, pero no es un análisis sociopolítico de Rusia sino una apelación a los
sentimientos revolucionarios y a la acción clandestina y acaba constituyéndose
en una referencia para los movimientos del catolicismo social en España. Javier
Rodríguez lo explica así: “Para nosotros era como si fuera el catecismo”.
En un pasaje
el fogonero de nombre Rybine,
le dice a Pavel:
“-¡Ayúdame! Dame
libros que no dejen reposar más a quien los lea. Hay que meterles un erizo bajo
el cráneo, un erizo que pinche bien. Di a esa gente de la ciudad que escribe
para vosotros, que deben escribir también para los campesinos. ¡Que nos
preparen una salsa con tantas especias, que vuelva de arriba a abajo las
aldeas, para que nuestros mujiks [campesinos sin tierra] combatan a muerte!”,
Por lo que hemos
constatado en estos testimonios, libros cómo “La Madre”, no dejaron reposar más a quien los leyó y muchos
emprendieron el camino de la acción y volvieron
de arriba a abajo las aldeas y pueblos de estas comarcas.
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