Los convenios colectivos, a pesar de la retórica oficial, sin instrumentos para negociarlos, no mejoran la situación. La forma en la que se tratan, con un poder que favorecía al lado empresarial, daba muestra de su resultado. Toribio Fuentes, militante del PCE en Ponferrada, denuncia en una carta a la Pirenaica en 1963 que el Convenio del grupo Compostilla I de ENDESA “da mucho que hablar y deja mucho que desear.” Lo califica de vergüenza porque les quedaba una miseria de sueldo. Suponiendo un agravio comparativo frente a directivos e ingenieros, los cuales, además, tenían un trato despótico con sus subordinados, impidiéndoles parar a lavarse las manos, incluso hablar entre ellos.
Cuando hablamos de la
lucha obrera durante el franquismo, principalmente nos hemos centrado en la
minería. Pero más allá de este sector, tradicionalmente combativo, van
emergiendo otros sectores laborales que se incorporan al nuevo movimiento
obrero que se opone a la dictadura desde lo sociolaboral.
Uno de los sectores que vivirán un mayor
desarrollo del antifranquismo militante será el termoeléctrico, donde sus
trabajadores irán ganando capacidad de organización. Un ejemplo lo encontramos
en un conflicto en Compostilla en 1965 que mereció un explícito titular de
Mundo Obrero: “Una victoria de la Clase Obrera en Ponferrada”.
El artículo del periódico comunista (que reproducimos íntegro al
final) se hacía eco de la huelga de brazos caídos y la negativa de los obreros
a hacer horas extraordinarias en mayo de 1965. Exigían aumentos salariales,
participación obrera en la adjudicación de categorías y la firma del nuevo
convenio. Las presiones de la Guardia Civil no impiden la continuación de la
huelga y cuatro días después, el director se presenta en las instalaciones para
mantener una reunión con los trabajadores. El plante supuso un avance para las
remuneraciones, con adelantos de 4000 pts., satisfechos al día siguiente, la
reanudación de las negociaciones del convenio, eliminando de él las propuestas
que una consultora externa había hecho a la empresa y un acuerdo para que se
les consulte para valorar las categorías profesionales.
A pesar de que el acuerdo establecía el 1 de julio como fecha para
tener resuelto el convenio, las deliberaciones se prolongarán durante dos
años. Las reivindicaciones de los 1200
obreros de la eléctrica pública iban desde aumentos salariales a los
calendarios de descansos. Las discrepancias terminarán con la imposición de una
Norma de Obligado Cumplimiento en ausencia del convenio colectivo. La comisión
obrera de Endesa presiona a todos los niveles con reuniones con el Sindicato
Provincial, la Dirección General de Trabajo hasta llegar a Madrid.
La Pirenaica y Mundo Obrero se convertirán en receptores y
altavoces de las denuncias laborales, a través de una amplia correspondencia.
En esta ocasión concluyen con una buena noticia. “Unidos
los obreros y los administrativos de la Térmica han vencido”.
“UNA VICTORIA DE LA CLASE OBRERA EN
PONFERRADA
El
sábado 8 de mayo, los trabajadores de la Central Térmica de Compostilla,
empresa del I.N.I., se declararon en huelga de brazos caídos durante toda la
jornada. Obreros y administrativos, con ejemplar unanimidad, realizaron esta
protesta, iniciada en Compostilla 2, y el paro alcanzó a un total de 800
hombres. Fue una simple advertencia y la empresa tuvo que entrar en razón y
prometer que en el plazo de dos días daría respuesta a las; justas demandas de
los trabajadores. Pedían éstos:
—
que se les entregaran 6000 ptas. a cuenta de los aumentos de sueldo que debían
haber tenido lugar en enero, ya que el anterior convenio caducó el pasado
diciembre.
—
que en el nuevo convenio se tuviera en cuenta la opinión del personal respecto
a la valoración de puestos de trabajo, pues la empresa venía tratando todos
estos meses de imponer su criterio; un criterio que, basándose en supuestas
necesidades técnicas, tiende a crear divisiones y rencores entre los
trabajadores.
—
que el nuevo convenio se firme en seguida sin más excusas ni demoras.
La
dirección, naturalmente, trató de mover sus peones. Se puso al habla con la
Guardia Civil y movilizó a algunos chivatos. Todo inútil, pues se encontró con
un movimiento tan unánime y tan coordinado que, a pesar de las seguridades que
le daba el jactancioso capitán de la Guardia Civil, tuvo que aceptar una
reunión con los trabajadores. Y en esa reunión se impusieron la razón y la
justicia que, naturalmente, estaban de parte del personal.
El
miércoles, pues, vino el director y celebró une reunión con los trabajadores.
Se había conseguido que la empresa escuchara al personal. Y al personal
auténtico, no sólo a los enlaces sindicales. En esa reunión se habló claro y se
le dijo al director por qué no se firmaba de una vez el convenio, aunque de
sobra se sabía por qué: porque la empresa quiere imponer un proyecto en el que
se gastó cuatro millones de ptas., pagando para hacerlo a otra empresa que se
dedica a esa especialidad, y lo que ha salido es una valoración de los puestos
de trabajo completamente inaceptable. Una valoración en la que no se tiene en
cuenta la categoría profesional de cada trabajador y en la que sólo hay unos
cuantos puestos privilegiados para los paniaguados y los demás puestos están
muy mal pagados. Una valoración que sería una magnífica arma para la dirección,
porque le bastaría con cambiar de puesto a un trabajador poco conformista para
hundirle económicamente y hacerle entrar por el aro. Un proyecto de convenio,
pues, que la empresa se empeña en imponer y que es inaceptable. Todo esto se
dijo en esa reunión, valientemente. Y así, los trabajadores de la Térmica de
Compostilla han obtenido:
—
que inmediatamente se reanuden las negociaciones y que se dé una respuesta
antes del 1º de julio,
—
que se tenga en cuenta su opinión en contra de la valoración de los puestos de
trabajo hecha por la dirección y a favor de un sueldo igual para cada categoría
profesional,
—
que se les pagaran inmediatamente 4 000 ptas. a cuenta del convenio nuevo (el
jueves 13 ya las habían cobrado).
Unidos
los obreros y los administrativos de la Térmica han vencido.”
Mundo
Obrero, 15 de junio de 1965, Nº 13.
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