Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

domingo, 18 de agosto de 2024

Carmen Busmayor a Eloy Terrón. Al corazón. (I)

Eloy Terrón es el intelectual faberenese más importante. Carmen Busmayor la poetisa más reconocida. Vamos a abordar una relación de amistad y reconocimiento intelectual que se plasmó, entre otras, en 2 trabajos que vamos a reproducir en estas dos entradas. Uno nos lleva a lo emotivo y nos llega al corazón, el segundo al análisis racional, a la razón.

Al corazón: El primero de ellos, el más reciente, es la poesía “Eloy Terrón en su centenario” publicada en el suplemento que La Nueva Crónica de León publicó el 15 de julio de 2020, coincidiendo con el centenario (retrasado) de su natalicio, en diciembre de 2019. El origen del poema fue una pregunta que le lanzamos a Carmen Busmayor para la actividad “Un paseo por el Fabero del Siglo XX”, en la que le preguntábamos si había algún poema dedicado a Eloy. No lo había, pero Carmen, prestosa, se afanó en crear uno, lo cual fue el origen del reportaje citado.

A la razón: El segundo de los textos (que publicaremos el próximo día) se trata del documento “La cuestión de clase en la poesía de Carmen Busmayor”, que podemos encontrar en la recopilación “Escritos de sociología del sistema educativo español” realizada por Rafael Jerez Mir. Su versión original era el artículo «Contenidos originales de clase en la poesía de Carmen Busmayor”, publicado en la Revista “Tierras de León' (Nº 102 en agosto de 1997).

Poema “Tres momentos para recordar a Eloy Terrón”

(CARMEN BUSMAYOR)

I

Primero sucedió el hombre bueno que pastoreaba

los días arropándolos con sus ojos paloma.

Entonces Las Linares comenzaban

a ser un canto que desembocaba en la mortaja.

Lo demás, huertos encharcados, a veces, más

un viento ululante

que desequilibraba luciérnagas y jilgueros

registrados con tristeza en el cuaderno

estival de los campesinos,

hombres rápidos por todos los  senderos.

Los mismos que llegado  el otoño

escuchan entonar sus penas a los ciervos

en lugar de la berrea;

los mismos que acarician la sombra

elegante de los castaños;

los mismos que practican el duro

laboreo del viñedo en La Pedrera;

los mismos que por encima de todo aman

el resplandor de los ojos maternos

en horas tormentosas discurriendo

veloces por la acequia roja del corazón.

 

II

Luego avanzó el azul antracita

en  profundidades  con acuoso silencio,

donde dóciles percherones  saboreaban

el azúcar ofrecido con dulzura

por las manos de los caballistas.

Entonces, en la hora izquierda,

tuvo lugar un latido urbano definitivo,

procelosas rutas o penurias,

brillantes y lúcidas palabras trepanadas,

persecuciones constantes,

huidas montaraces,

campos de trabajo, cárceles y más cárceles,

días y noches en sangre inocente envuelta

por seres envilecidos.

La negación dominaba entonces casi todo.

Entonces y entonces y otra vez entonces.

Ninguna canción., ninguna alegría,

Muchos rostros cansados.

Increíble, pero aun así el alma

era grande en la resistencia.

 

III

Llueve menudo sobre Valdeguiza.

Una mujer  sencilla pisa sedosa la hierba

mientras pone en práctica la veneración.

 

Aquí, entre la ginesta y el llantén,

reposan las cenizas de Eloy Terrón,

abundante en la misericordia.

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