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Nuestra historia, a modo de presentación

lunes, 15 de julio de 2024

La toma de Ponferrada en manos fascistas en … Mundo Obrero

En “Nuestra Historia, El Bierzo y Laciana” hemos tratado en anteriores ocasiones el golpe de Estado y la caída en manos fascistas de la comarca berciana y la ciudad de Ponferrada. Son los artículos “La toma de Ponferrada por las tropas fascistas (21 de julio de 1936)” y “"Triunfo el Movimiento. Golpe de Estado y represión en la comarca del Bierzo", los casos de Ponferrada y Villafranca de El Bierzo” una muestra.

Tal y como anunciábamos recientemente en el primero de ellos, vamos a mostrar como se vieron reflejados estos acontecimientos en la prensa de los partidos obreros. Comenzamos por el periódico Mundo Obrero del Partido Comunista de España en sus ediciones 7 y 8 de agosto de 1936. Estos ejemplares, aunque contienen inexactitudes y elementos propios de la propaganda de guerra, constituyen documentos originales que nos permiten ver como se presentaron en este diario de tirada nacional los acontecimientos de la caída de Ponferrada que había tenido lugar el día 21 de julio.

A continuación los reproducimos en su totalidad para que nuestras lectoras y lectores puedan leerlos. Aprovechando para ofrecer una nueva herramienta para que continuéis buceando en la red, en este caso la hemeroteca del Catálogo Colectivo de las Bibliotecas de los Archivos Estatales (CCBAE) del que han sido extraídos.

 

Mundo Obrero, 7 de agosto de 1936

“Cómo se produjo en Asturias la traición de Aranda

La sorpresa en el cuartel de Asalto de Oviedo y la encerrona en la plaza de Ponferrada.--Cada minero ha puesto precio a la cabeza del coronel

Se tiene ya una referencia exacta de cómo se produjeron en Oviedo los suceso que han levantado a toda la zona minera asturiana contra la capital. Concretamente se saben las características que presenta la traición del coronel Aranda y la adecuada respuesta que en los momentos actúales le preparan nuestros camaradas.

Parece que el mencionado coronel hasta el último momento estuvo ofreciendo a los trabajadores asturianos, como asimismo al gobernador civil, una firme garantía de su republicanismo. Cuando en toda España se producían chispazos precursores del alzamiento militar, varios diputados socialistas, entre los que se hallaban González Peña, Amador Fernández y Graciano Antuña, sostuvieron con el coronel una entrevista en el despacho del gobernador civil, apremiándole para que armase al pueblo. Se habían recibido informes confidenciales de que la tropa andaba presta a sublevarse. El coronel, que traidoramente había maquitando una traición de marca mayor, no tuvo inconveniente en ofrecer a una columna de mineros una cantidad pequeña de armamento, ofreciéndola equipar en determinado punto de León, siempre cuando se organizasen en seguida los medios de trasladarla al mencionado sitio.

EN EL CUARTEL DE ASALTO ESPERABA LA TRAICIÓN

Allí se trasladaron varios camiones de mineros. Mientras tanto, como el tiempo apremiaba y las noticias que en Oviedo se recibían eran cada vez más graves, el coronel Aranda, haciendo siempre protestas de su republicanismo, invitó a los dirigentes obreros a que llevasen al cuartel de Asalto a grupos de trabajadores, que irían siendo armados con el material allí existente.

Sin poderse materialmente recelar todavía la traición fueron compareciendo los obreros en dicho lugar. Cuando se hallaban delito, el coronel Aranda, desde las galerías donde tenía apostados fuertes núcleos de facciosos, comenzó a fusilar, a las inocentes víctimas que a su merced tenía. En dicho instante las tropas tomaron las calles a sangre y fuego. De Oviedo tuvieron que escapar a punta de lanza, aquellos que pudieron por las circunstancias del momento. Entre ellos González Peña y Amador Fernández. Graciano Antuña quedó en poder de los rebeldes.

LO QUE SUCEDIÓ A LA COLUMNA DE PONFERRADA

La columna que se dirigió a León, sin percance llegó a Ponferrada. Allí les esperaba la segunda parte de la traición ideada por el coronel Aranda. Cuando los mineros se hallaban dentro de la plaza circular de dicho pueblos desde todos los rincones de ella comenzó un fuego graneado. Hubo muchas víctimas. Los hombres inermes escapaban como podían, dejando el suelo sembrado de heridos. Entre los muertos se halla Manuel Otero, destacado militante de las Juventudes Socialistas, que había sido condenado a muerte en Octubre.

Diezmada la columna, a toda marcha escapó a Oviedo. Por el camino se enteró de lo que sucedía en aquellos lugares. Y de la traición de la capital. No llegaron, por tanto, a ella. Por el contrario, dedicáronse a organizar la insurrección y el levantamiento popular en toda la zona minera, a desenterrar las viejas armas de Octubre, a preparar, en definitiva, la ofensiva contra el traidor emboscado en Oviedo.

Esta es la historia de la traición de un hombre al que ha puesto precio cada trabajador asturiano, y en afán de tomar el cual toda Asturias hoy se halla en pie de guerra”.

 

Mundo Obrero, 8 de agosto de 1936

 

“Cómo intentó aniquilar a una columna de mineros el traidor Aranda

Nuestro colega «El Socialista» publica hoy una interesante información facilitada por la compañera .Matilde do la Torre. Se refiere a la columna de mineros que dirigía el camarada Otero. En León, un jefe u las órdenes de Aranda—a quien los mineros suponían leal— les dijo que en Ponferrada les darían arma». He aquí el relato:

Los camiones, rebosantes de mineros, cargados de entusiasmo, se ponen en marcha hacia Ponferrada. El viaje está animado por las canciones revolucionarias. Los mineros cantan sin estruendo con un acento grave que resulta impresionante. Allá arriba, «La Internacional» tiene algo de himno religioso. Cuando se la oye cantada por los mineros, algo dentro de nosotros se estremece profundamente: acaso nuestra dormida emoción religiosa. El afán de las armas aceleraba la marcha. Por fin, tras de no pocas dilaciones enojosas, la columna iba a quedar en disposición de emplearse a fondo.

¡Ponferrada!

La columna era esperada. Recibió orden de avanzar hasta la plaza del pueblo, donde se haría el reparto de armas. Los mineros desmontaron de los camiones y fueron invadiendo la plaza.

¿Conoce –me pregunta Matilde de la Torre- la plazona de Ponferrada? Grandona, vieja, es una de esas plazas impresionantes que caracterizan a bastantes pueblos españoles. En ella se agolparon nuestros hombres, esperando el momento de recibir las armas. No tuvieron lugar a impacientarse. Cuando estuvieron reunidos, de todos los huecos de la plaza se inicio un terrible fuego de fusilería sobre la masa compacta de mineros. Al estruendo de los disparos se inició un griterío ensordecedor.

-¡ Traición! ¡Traición!

Y voces reclamando a los amigos:

-¡Antonio! ¡Luis! ¡Juan!

En oleada, los mineros buscaron las salidas de la plaza, seguidos de las descargas de fusilería. Asaltaron los camiones y rugieron los motores. Muchos camaradas se oprimían sus heridas, buscando parar la hemorragia. En el primer instante cada uno cuidaba de sí mismo. Fuera de la zona de fuego, los indemnes se ocuparon de los heridos. Los vendaban con los pañuelos y cuidaban de evitarles los golpetazos de la marcha. Faltaban bastantes. Entre heridos y muertos, la columna podía considerarse diezmada. Entre sus pérdidas se contaba la del jefe, Manuel Otero. Debió quedar –dice Matilde, bajando la voz- entre los muertos de la plaza. No tenemos detalles. Quedó muerto con otros varios. ¡Terrible pérdida!”

 

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