Cómo explicábamos en la primera
entrega, dedicada a Toreno, estas fotografías aéreas
pertenecen al fondo fotográfico digitalizado de TAF
Helicópteros, S.A (TAF: Trabajos Aéreos y Fotogramétricos). Las imágenes vienen catalogadas omo
“Habitatges de l'Obra Sindical del Hogar, a
Matarrosa del Sil” en la web de Arxius en línea. Continuaremos con esta
serie con otras imágenes de Ponferrada (el castillo, la ciudad y las
obras y grupos de Endesa) y Villablino, entre otras que se pueden encontrar en
el catálogo digital del siguiente enlace:
https://arxiusenlinia.cultura.gencat.cat/#/cercabasica/cerca
En próximas
ocasiones hablaremos de los problemas de vivienda en los pueblos mineros
durante los años 40-60, con testimonios y datos oficiales.
Para
terminar con esta presentación, y cómo hicimos con la anterior entrega,
reproducimos los extractos pertenecientes a Matarrosa del reportaje “El poblado de la torre de
piedra y la malagueña que ha vuelto a ver a su madre” publicado
por Carlos Fidalgo en El Diario el 16 de mayo de 2021.
“El poblado de la torre de piedra y la malagueña
que ha vuelto a ver a su madre
(…)
En Matarrosa
del Sil
Y en moto se
movía, hasta que un accidente de tráfico le dejó impedido del brazo derecho, el
antiguo picador de Antracitas de Gaiztarro Pedro Gallego Pérez, sorprendido
mientras camina por el poblado ‘gemelo’ de Matarrosa del Sil con un caldero de
sobras para alimentar a sus gallinas. Gallego se define a sí mismo como «un
titiritero» que ha trabajado en el carbón y en la pizarra, en la obra civil y
en una empresa de reparación de maquinaria. Hasta que durante un paseo en su
Suzuki 600, un coche le dio en la rueda trasera, se fue al suelo y se golpeó el
brazo con una guardabarreras, el gran enemigo de los motoristas. Gallego, que a
sus 53 años vive solo y paga un alquiler en el poblado, echa de menos la moto.
«En cuanto oigo una se me engachiflan los pelos, para un día
que iba bien...», se lamenta con la mascarilla en la barbilla y sin perder la
sonrisa.
El poblado
de 300 viviendas en Matarrosa —casi se podría considerar una continuación del
de Toreno— se edificó sobre un campo de hierba. En una de las viejas fotos que
recopila Vuelta, once mujeres de la familia Álvarez sonríen al fotógrafo antes
de la construcción. Sus nombres son de otra época. Bertila (que sostiene un
botijo), Felines, Felicidad, Encarna, Virtudes, Ernestina, Isabel... Vuelta
apenas conoce, sin embargo, los nombres de la niña de las trenzas, Gelines, y
su hermano a lomos de un asno, Juanjo, que solo unos años después aparecen en
otra fotografía tomada en el mismo lugar con el poblado ya construido.
Los que
sonríen bajo la mascarilla, ya estamos al final de la madeja, son una pareja de
Málaga que, acabado el estado de alarma, ha conducido durante nueve horas para
plantarse en Matarrosa. Se alojan en la casa familiar donde Antonio Doña,
barrenista de Antracitas de Gaiztarro natural de Nebrija, vivió con su familia.
«Hemos venido a ver a mi madre Ana, que está en la residencia de Las Nieves en
Páramo», dice Mari Carmen Doña, criada en el poblado, desde donde hizo el viaje
de vuelta a la tierra de sus padres cuando creció. Mari Carmen, que trabaja en
una panadería, no veía a su madre, de 96 años, desde agosto. Y confía en que en
la próxima visita ya pueda estar con ella sin distancias, sin mascarillas.
La pareja se va. Entonces suena un claxon, aparece una
furgoneta que vende fruta. Suena otro claxon. Y el final del hilo nos lleva a
un panadero ambulante —parece un guiño al oficio de Mari Carmen—mientras los
vecinos salen a la calle a comprar y el periodista descubre toda la vida que
brota de Las Casas Nuevas.”
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