Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

lunes, 24 de julio de 2023

Construcción de “Las Obras”. Toreno (1953-55) -Fotografía aérea-

“Las Obras” es el poblado más emblemático de Toreno. Fue creado por Antracitas de Gaiztarro y la Obra Sindical del Hogar en la década de los años 50 del s. XX. Y aunque su nombre oficial Manuel García Casas, nadie lo conoce así.

Las fotografías aéreas que hoy presentamos vienen catalogadas como “Habitatges de l'Obra Sindical del Hogar, a Toreno”  y pertenecen al fondo fotográfico digitalizado de TAF Helicópteros, S.A (TAF: Trabajos Aéreos y Fotogramétricos). En la web de Arxius en línia se alberga el buscador de sus fondos y otros dependientes del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunña. En él se pueden ver más de 64.000 imágenes. Algunas de ellas pertenecientes a las comarcas de El Bierzo y Laciana. Matarrosa, Ponferrada (el castillo, la ciudad y las obras y grupos de Endesa) o Villablino, serán algunas que podemos ver y que en próximas entregas iremos presentando. Puede accederse al catálogo en el siguiente enlace:

https://arxiusenlinia.cultura.gencat.cat/#/cercabasica/cerca  

Además, aprovechamos para reproducir los extractos pertenecientes a Torneo de un reportaje de Carlos Fidalgo publicado el 16 de mayo de 2021 en El Diario de León bajo el título “El poblado de la torre de piedra y la malagueña que ha vuelto a ver a su madre”.


“El poblado de la torre de piedra y la malagueña que ha vuelto a ver a su madre

Antracitas de Gaiztarro y el Ayuntamiento impulsaron en 1956 la construcción de más de 700 viviendas mineras en Toreno y en Matarrosa, a la sombra del antiguo ‘palacio’ de los Condes de Toreno

Dos poblados mineros entrelazados por las vetas de Antracitas de Gaiztarro. Un mecánico que combatió por la República y huyó de Asturias para no ser represaliado. Dos hermanas de ojos claros, sus hijas, que caminan ocho kilómetros todos los sábados. La sombra de una torre de piedra. La huella de un conde ausente. Una pareja de septuagenarios que usa las botellas de plástico como invernaderos improvisados. Y un comerciante sentado en una vespa, con la corbata en blanco y negro.

Y hay más. Un motero manco que fue picador antes de trabajar en otros oficios «de titiritero» y que le da de comer macarrones y arroz blanco a sus gallinas. Once mujeres de una misma familia, a punto de segar la hierba, encerradas en una fotografía. Una niña con trenzas y su hermano pequeño sobre el lomo de un asno, también atrapados por el paso del tiempo. Y una malagueña criada en el Bierzo minero que atraviesa España con el final del estado de alarma para reencontrarse, nueve meses después de su última visita, con su madre de 96 años, sana y salva en una residencia de Páramo.

Si la historia de los poblados de Toreno y Matarrosa del Sil —los barrios que todo el mundo conoce como ‘Las Obras’ y ‘Las Casas Nuevas’— fueran una madeja, estos son los hilos de los que vamos a tirar. Y el hombre que nos va a ayudar a hacerlo se llama Paco Vuelta y hace años que escanea viejas fotografías de los dos pueblos para publicar una crónica visual del municipio de Toreno. Vuelta, que de jovencito ayudó al investigador Francisco González a editar un trabajo etnográfico sobre El habla de Toreno — «llevábamos una grabadora que pesaba más que yo», recordaba ayer— repite ahora un paseo similar por las dos barriadas mineras con el periodista, que solo lleva un bolígrafo y una libreta.

Y el recorrido comienza a la sombra de una torre medieval, en mitad de una pradera cercada por un muro de bloques de cemento. Le llamaban ‘el palacio’ porque perteneció a los condes de Toreno. Tiene una puerta fortificada con arco de medio punto y «un tejado postizo» que sustituyó a las antiguas almenas después de un incendio hace un siglo. «Hoy es un palomar, propiedad particular», dice Vuelta antes de relatar cómo en los años cincuenta, cuando Toreno «era un hervidero de gente, andaluces y extremeños» que venían a trabajar en el carbón, el viejo torreón de piedra acogió a más de una familia ante la escasez de vivienda.

La situación se volvió tan preocupante que la empresa Antracitas de Gaiztarro, la mayor de la zona con 1.500 mineros en sus años de esplendor, y el Ayuntamiento, que por entonces encabezaba el médico Manuel García Casas, se pusieron de acuerdo para construir el poblado. «La única condición que puso Antracitas de Gaiztarro es que sus mineros tuvieran preferencia a la hora de repartir las viviendas», asegura Vuelta, que trabajó durante 20 años en el economato de Alinos y otros 12 en las oficinas de la empresa.

El mecánico de Gaiztarro

Para 1958 el poblado Manuel García Casas —su nombre oficial es el de aquel alcalde— ya era una realidad. Junto a las viviendas de planta baja se levantaron también bloques de apartamentos de menos de cincuenta metros cuadrados como en el que viven desde hace medio siglo la pareja de jubilados formada por Dolores García González y Agustín Liete Da Nota. Agustín, que tiene 78 años y fue mecánico en Antracitas de Gaiztarro, procede de una familia portuguesa de la zona de Braga. Cuando se casó con Dolores ocupó una vivienda que ya es de su propiedad. «Pagamos 15.000 pesetas, vaya si me acuerdo», afirma Dolores García. Cuando los dos se encuentran con Paco Vuelta y el periodista, llovizna, y cobijados por sendos paraguas, se disponen a caminar hacia la huerta y el gallinero que tienen a las afueras con una bolsas llena de garrafas de plástico. «Mi hijo las corta por la mitad y las coloca sobre los tomates para que no se hielen», cuenta Dolores, que parece contenta.

-        ¿Y qué tal viven aquí?

Cerradas todas las minas de carbón, Toreno cuenta ahora con la mitad de la población que tuvo en su momento de mayor expansión, cuando rondó los siete mil habitantes. Pero Dolores García no se corta a sus 70 años.

«De puta madre, hablando en plata», responde con espontaneidad. Y como el periodista no puede evitar una corta carcajada, añade. «Tenemos nuestra pensión y aquí estamos tranquilos. Si digo lo contrario, miento, pero no ponga lo de ‘de puta madre’, que queda feo», se arrepiente. Al final, el periodista la convence para que no se moleste cuando lea el periódico.

En otro bloque de pisos, las hermanas Nieves y Susana Iglesias están a punto de entrar en la casa donde vive la primera, vestidas con ropa deportiva después de su paseo de los sábados. Son dos de los 11 hijos de Rodrigo Iglesias, ex combatiente republicano que emigró de Mieres después de la guerra —y de pasar por dos campos de prisioneros y la Legión para ‘limpiar’ su expediente— por el miedo a sufrir represalias. Rodrigo fue mecánico, sobre todo, en la mina de San Luis, pero se le daba tan bien que a menudo le llamaban de otras explotaciones para sacarles de un apuro. «Era un manitas», recuerda Susana, el pelo rojo, los ojos claros, cuando rememora el día en que su padre le arregló la cintra transportadora a Antracitas de Gaiztarro.

Recién llegado de Asturias, Rodrigo Iglesias conoció a Amelia Díez, poco más que una adolescente de San Pedro Mallo, en la mina de San Luis, donde ella acarreaba cestas. Y su historia de amor comenzó con unas «notitas» que Rodrigo le hacía llegar a Amelia. ‘Me gustaría hablar contigo —le puso en una—. Si es que sí, me envías una flor’. Y Amelia le envío una flor amarilla sin que Rodrigo supiera que «el amarillo significaba calabazas», cuenta Susana. Y el periodista la imagina sonriendo —los ojos le brillan— debajo de la mascarilla.

El hilo del poblado de ‘Las Obras’ nos lleva ahora a la carretera principal que conduce a Matarrosa. Allí posó, en torno a 1957, el comerciante Eugenio —en Toreno todo el mundo le conocía por Geni, pero Vuelta no recuerda su apellido— en una foto en blanco y negro donde se aprecian ‘Las Obras’ del poblado en construcción. Y Geni, que tuvo tienda de ultramarinos «donde vendía de todo», y moriría años después en un accidente de tráfico, se fotografiaba aquel día con traje y corbata a lomos de una vespa que «no era suya», comenta Vuelta. Las familias que iban a habitar aquellas casas, sin duda, eran los futuros clientes de su próspero establecimiento.

(…)” 

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