Desde el fondo de una mina.
Espaciosa y triste España.
La libertad por el suelo.
Tú la levantas, la apoyas
en el hombro del obrero. ».
Blas de Otero, «A Marcos
Ana»
1962 será un año convulso a nivel internacional. Un año clave en España. Un año de cambios. El mundo contiene la respiración con la crisis de los misiles en Cuba. En el Mediterráneo, Argelia alcanza su independencia y, un poco más al norte, en Atenas, el príncipe Juan Carlos de Borbón, se casa con Sofía de Grecia. No muy lejos de allí, en octubre, se produce el Concilio Vaticano II, suponiendo una apertura de la iglesia al mundo. Un mundo que verá como Brasil alcanza su segundo mundial de Futbol masculino, mientras España no pasará de la fase de grupos.
En el plano doméstico, la dictadura continuaba con sus cambios
económicos tras el Plan de Estabilización de 1959. El año no había comenzado
muy bien para Franco. Durante las navidades de 1961 sufre un accidente de caza
que está a punto de costarle una mano. Está claro que 1962, estaba destinado a
ser un año de cambios, no tanto porque se empezase a emitir Bonanza, se estrene
Lawrence de Arabia o se muestre, por primera vez, un bikini en televisión. No,
tampoco tendrá que ver con que un joven Raphael gane el festival de Benidorm y
Marisol, haga pública su popular, y pegadiza, Tómbola.
Habrá 3 hechos que marquen el devenir político y social del año, la
solicitud del régimen para entrar en el Mercado Común Europeo (MCE), las
huelgas que recorrerán toda España durante la primavera y el famoso Contubernio de Munich.
En El Bierzo y Laciana
el malestar desencadenado por el Plan de Estabilización se detecta hasta en las miradas.
Las bajadas de los destajos y las congelaciones salariales, el cese
paulatino de las labores de construcción de ENDESA y el desvío del ferrocarril
de Ponferrada a Villablino por el pantano de Bárcena, elevarán el paro y la
emigración.
La primavera comenzaba
movida. A finales de marzo un temporal de lluvias provoca derrumbes,
inundaciones en Tremor, cortes en la carretera Madrid-Coruña, la de Orense y en
Torre del Bierzo, evacuaciones en Ponferrada y la interrupción del tráfico
ferroviario con Galicia en Toral de los Vados y en el tren minero de la MSP. A
comienzos de abril las aguas comenzaban a
descender, presagio de un nuevo temporal.
La tensión contenida en
diferentes puntos de España estallará cuando 7 picadores de Nicolasa (Mieres)
se plantan. Un hecho aparentemente aislado que se extiende por toda la minería
asturiana y salta a diversos puntos de España.
Entre finales de abril y comienzos de mayo, en Laciana la expectación
para que comenzase el paro es máxima. Benjamín Rubio, picador en el pozo
Calderón de Villablino, lo describe así: “estábamos con aquella sicosis de a
ver si alguien se movía (…) pero nadie se atrevía (…) na´ más que un tío se quedara al tocar la
sirena, ya era suficiente pa que se
quedase todo cristo”. Sin embargo, el miedo neutraliza el impulso
del paro, nadie quería ser acusado de ser el incitador. Al miedo se une la
falta de experiencia.
El 28 de abril el Pozo
Julia de Fabero empieza a trabajar a bajo rendimiento. “La huelga puede comenzar
en cualquier momento” informan (y alientan) las ondas de La Pirenaica. En el
grupo María, en Caboalles de Abajo, las vagonetas salían con mensajes escritos
con tiza: “O nos aumentan los salarios, o nos unimos a los asturianos”.
El
5 de mayo las carreteras de Caboalles aparecen sembradas de maíz. El relevo de
la mañana del Pozo María no entra a trabajar, la huelga había empezado. La
noticia se extiende como la pólvora y, por la tarde, ya paró el trasversal de
Villablino, Paulina y Orallo. El gobierno decreta el Estado de Excepción. La
huelga se hace general en Laciana con el decidido aporte de piquetes de mujeres
que impiden el esquirolaje.
En El Bierzo la
situación es de expectación, de calma tensa. Finalmente el lunes 14 de mayo, el grupo Valdeguiza de Antracitas
de Fabero, comenzará con los paros que se extenderán ese mismo día al pozo
Julia. Mientras, en Atenas, con el patrocinio del régimen, se casaban Juan
Carlos y Sofía, futuros reyes de España. La Pirenaica, entre
informaciones sobre la huelga, llevaba días anunciando esas “Bodas principescas…al
compás
del chachachá”, pues, sarcásticamente afirma: “nadie como estos próceres para
sacrificarse por el pueblo” . Al día siguiente se
paraliza Valdesalguedo, la Reguera y la Jarrina en Lillo del Bierzo. Los
piquetes de mujeres, nuevamente, consiguen impedir la acción de la guardia
civil. El 18 la huelga es general en la
cuenca del Cua.
Entre el 14 y el 16 en Toreno entran en huelga mil mineros.
En los siguientes días se une Matarrosa. Siguiendo su estela, en las minas de
hierro del Coto Wagner, entre Onamio y Paradasolana, y Vivaldi, en San Miguel
de las Dueñas, unos 1.500 “están completamente paralizados”. El miércoles 16 la oleada llega a El
Bierzo oeste con la incorporación de unos mil trabajadores de las obras de construcción de la
Campañana, dependientes de ENDESA y del INI.
Poco
después se incorporan las minas de El Bierzo Alto. Comienzan 500 mineros de la
Mina Sorpresa (Grupos de Arlanza y Torre del Bierzo), y se irán uniendo distintas
empresas del Valle de Tremor, Torre del Bierzo, Bembibre y Almagarinos. El
sábado 19 tampoco será un día normal en la capital de El Bierzo. Los lavaderos
de MSP, la fábrica de briquetas y la Central Térmica se suman a la acción
colectiva con paros parciales.
La
protesta había descendido el rio Sil formando una cruz que abarca la cuenca de
Fabero y la del Bierzo Alto. Una equis que venía a tachar a la dictadura. El
lunes 21 de mayo El Bierzo y Laciana son dos de las zonas que registran más
huelguistas en toda España, la REI calcula en torno a 17.000, se queda corta.
Para entonces las cuencas bercianas están totalmente paralizadas, la huelga es
prácticamente general.
La magnitud de
los acontecimientos obliga al régimen a romper su legalidad, a encauzar el
conflicto políticamente. En Laciana se autoriza la primera reunión obrera y
democrática desde 1936, se legitima una Comisión Obrera de representantes electos
que forma parte del Jurado de Empresa de la MSP. La primera estable que formula sus reivindicaciones
(laborales, sociales y políticas) y obliga al régimen a discutirlas.
La victoria de la
huelga se toca en el BOE y en la nómina, con la subida de 75 pts. por tonelada.
También en la empresa, donde el trato a los trabajadores mejorará.
El 8 de junio, cuando
la huelga daba sus últimos coletazos, se reúne en Múnich el Congreso del
Movimiento Europeo. El régimen emprende una campaña frente a la reunión
opositora: “Contubernio político de españoles disidentes en Múnich” titulaba el
ABC. El Contubernio y las huelgas
desbaratan la posibilidad de entrar en la CEE, y por tanto de homologación de
la dictadura en el marco europeo. La cuestión
española volvía a situarse en primer plano.
La importancia de las
huelgas, por impacto y repercusión en las comarcas, solo es comparable a dos
acontecimientos sucedidos 30 años antes y 30 después. Las revoluciones de 1933
y 1934 y la Marcha Negra de 1992.
La primavera
antifranquista de 1962 constituye la oleada huelguística simultánea más
importante durante el franquismo. En El Bierzo y Laciana en torno a 20.000
obreros llegan a intervenir en el movimiento.
La huelga supone un
cambio del ciclo político. Inaugura una etapa de conflictividad. Las huelgas se
instalarán en el paisaje de estas comarcas con una politización creciente. Una
nueva generación, que ya no se sienten perdedores de la guerra civil, aspira a
mejorar sus condiciones de vida y trabajo. En ese proceso van descubriendo que
para lograrlo es preciso contar con libertad de reunión, de expresión y de
organización. La parte más militante dentro de esta clase obrera pasará a
formar parte de las organizaciones antifranquistas, el PCE, las CCOO y la HOAC.
La clase obrera abandera la reivindicación antifranquista.
La huelga supone una
crisis ministerial, abre heridas en el régimen. Especialmente dura sería la del
apostolado de la iglesia.
Aquellos días de
mayo de 1962, fueron momentos en los que el hacho,
la punterola, el martillo y la barrena dejaron de sonar en las entrañas
de la tierra. El silencio se apoderó de la mina, el discurrir del agua, el
crujir de la madera, los pasos, las respiraciones y el latir del corazón de
quienes realizaban tareas de manteamiento restañaban en el fondo de saco como un clamor que pedía justicia. Hoy, 60 años
después, esas minas están silenciadas por otros motivos, pero al igual que
siguen atesorando millones de toneladas de mineral, también son ricas en
historias. Por tanto, es de justicia poner fin a ese silencio impuesto y
autoimpuesto. Evitar que las galerías de la historia se inunden con el manto
del olvido del abandono. Achicar agua, poner luz, dar tira para recuperar lo
que nos pertenece. Nuestra Historia.
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