Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

martes, 3 de mayo de 2022

Las huelgas de 1962 en El Bierzo y Laciana, contexto y significado

« Quien me recuerda. Quien llama

Desde el fondo de una mina.

Espaciosa y triste España.

La libertad por el suelo.

Tú la levantas, la apoyas

en el hombro del obrero. ».

 

Blas de Otero, «A Marcos Ana»

1962 será un año convulso a nivel internacional. Un año clave en España. Un año de cambios. El mundo contiene la respiración con la crisis de los misiles en Cuba. En el Mediterráneo, Argelia alcanza su independencia y, un poco más al norte, en Atenas, el príncipe Juan Carlos de Borbón, se casa con Sofía de Grecia. No muy lejos de allí, en octubre, se produce el Concilio Vaticano II, suponiendo una apertura de la iglesia al mundo. Un mundo que verá como Brasil alcanza su segundo mundial de Futbol masculino, mientras España no pasará de la fase de grupos.

En el plano doméstico, la dictadura continuaba con sus cambios económicos tras el Plan de Estabilización de 1959. El año no había comenzado muy bien para Franco. Durante las navidades de 1961 sufre un accidente de caza que está a punto de costarle una mano. Está claro que 1962, estaba destinado a ser un año de cambios, no tanto porque se empezase a emitir Bonanza, se estrene Lawrence de Arabia o se muestre, por primera vez, un bikini en televisión. No, tampoco tendrá que ver con que un joven Raphael gane el festival de Benidorm y Marisol, haga pública su popular, y pegadiza, Tómbola.

Habrá 3 hechos que marquen el devenir político y social del año, la solicitud del régimen para entrar en el Mercado Común Europeo (MCE), las huelgas que recorrerán toda España durante la primavera y el famoso Contubernio de Munich.

En El Bierzo y Laciana el malestar desencadenado por el Plan de Estabilización se detecta hasta en las miradas. Las bajadas de los destajos y las congelaciones salariales, el cese paulatino de las labores de construcción de ENDESA y el desvío del ferrocarril de Ponferrada a Villablino por el pantano de Bárcena, elevarán el paro y la emigración.

La primavera comenzaba movida. A finales de marzo un temporal de lluvias provoca derrumbes, inundaciones en Tremor, cortes en la carretera Madrid-Coruña, la de Orense y en Torre del Bierzo, evacuaciones en Ponferrada y la interrupción del tráfico ferroviario con Galicia en Toral de los Vados y en el tren minero de la MSP. A comienzos de abril las aguas comenzaban a descender, presagio de un nuevo temporal.

La tensión contenida en diferentes puntos de España estallará cuando 7 picadores de Nicolasa (Mieres) se plantan. Un hecho aparentemente aislado que se extiende por toda la minería asturiana y salta a diversos puntos de España.

Entre finales de abril y comienzos de mayo, en Laciana la expectación para que comenzase el paro es máxima. Benjamín Rubio, picador en el pozo Calderón de Villablino, lo describe así: “estábamos con aquella sicosis de a ver si alguien se movía (…) pero nadie se atrevía (…) na´ más que un tío se quedara al tocar la sirena, ya era suficiente pa que se quedase todo cristo”. Sin embargo, el miedo neutraliza el impulso del paro, nadie quería ser acusado de ser el incitador. Al miedo se une la falta de experiencia.

 

El 28 de abril el Pozo Julia de Fabero empieza a trabajar a bajo rendimiento. “La huelga puede comenzar en cualquier momento” informan (y alientan) las ondas de La Pirenaica. En el grupo María, en Caboalles de Abajo, las vagonetas salían con mensajes escritos con tiza: “O nos aumentan los salarios, o nos unimos a los asturianos”.

El 5 de mayo las carreteras de Caboalles aparecen sembradas de maíz. El relevo de la mañana del Pozo María no entra a trabajar, la huelga había empezado. La noticia se extiende como la pólvora y, por la tarde, ya paró el trasversal de Villablino, Paulina y Orallo. El gobierno decreta el Estado de Excepción. La huelga se hace general en Laciana con el decidido aporte de piquetes de mujeres que impiden el esquirolaje.

En El Bierzo la situación es de expectación, de calma tensa. Finalmente el lunes 14 de mayo, el grupo Valdeguiza de Antracitas de Fabero, comenzará con los paros que se extenderán ese mismo día al pozo Julia. Mientras, en Atenas, con el patrocinio del régimen, se casaban Juan Carlos y Sofía, futuros reyes de España. La Pirenaica, entre informaciones sobre la huelga, llevaba días anunciando esas “Bodas principescas…al compás del chachachá”, pues, sarcásticamente afirma: “nadie como estos próceres para sacrificarse por el pueblo” . Al día siguiente se paraliza Valdesalguedo, la Reguera y la Jarrina en Lillo del Bierzo. Los piquetes de mujeres, nuevamente, consiguen impedir la acción de la guardia civil. El 18 la huelga es general en la cuenca del Cua.

Entre el 14 y el 16 en Toreno entran en huelga mil mineros. En los siguientes días se une Matarrosa. Siguiendo su estela, en las minas de hierro del Coto Wagner, entre Onamio y Paradasolana, y Vivaldi, en San Miguel de las Dueñas, unos 1.500 “están completamente paralizados”. El miércoles 16 la oleada llega a El Bierzo oeste con la incorporación de unos mil trabajadores de las obras de construcción de la Campañana, dependientes de ENDESA y del INI.

Poco después se incorporan las minas de El Bierzo Alto. Comienzan 500 mineros de la Mina Sorpresa (Grupos de Arlanza y Torre del Bierzo), y se irán uniendo distintas empresas del Valle de Tremor, Torre del Bierzo, Bembibre y Almagarinos. El sábado 19 tampoco será un día normal en la capital de El Bierzo. Los lavaderos de MSP, la fábrica de briquetas y la Central Térmica se suman a la acción colectiva con paros parciales.

La protesta había descendido el rio Sil formando una cruz que abarca la cuenca de Fabero y la del Bierzo Alto. Una equis que venía a tachar a la dictadura. El lunes 21 de mayo El Bierzo y Laciana son dos de las zonas que registran más huelguistas en toda España, la REI calcula en torno a 17.000, se queda corta. Para entonces las cuencas bercianas están totalmente paralizadas, la huelga es prácticamente general.

La magnitud de los acontecimientos obliga al régimen a romper su legalidad, a encauzar el conflicto políticamente. En Laciana se autoriza la primera reunión obrera y democrática desde 1936, se legitima una Comisión Obrera de representantes electos que forma parte del Jurado de Empresa de la MSP. La primera estable que formula sus reivindicaciones (laborales, sociales y políticas) y obliga al régimen a discutirlas.

La victoria de la huelga se toca en el BOE y en la nómina, con la subida de 75 pts. por tonelada. También en la empresa, donde el trato a los trabajadores mejorará.

El 8 de junio, cuando la huelga daba sus últimos coletazos, se reúne en Múnich el Congreso del Movimiento Europeo. El régimen emprende una campaña frente a la reunión opositora: “Contubernio político de españoles disidentes en Múnich” titulaba el ABC. El Contubernio y las huelgas desbaratan la posibilidad de entrar en la CEE, y por tanto de homologación de la dictadura en el marco europeo. La cuestión española volvía a situarse en primer plano.

La importancia de las huelgas, por impacto y repercusión en las comarcas, solo es comparable a dos acontecimientos sucedidos 30 años antes y 30 después. Las revoluciones de 1933 y 1934 y la Marcha Negra de 1992.

La primavera antifranquista de 1962 constituye la oleada huelguística simultánea más importante durante el franquismo. En El Bierzo y Laciana en torno a 20.000 obreros llegan a intervenir en el movimiento.

La huelga supone un cambio del ciclo político. Inaugura una etapa de conflictividad. Las huelgas se instalarán en el paisaje de estas comarcas con una politización creciente. Una nueva generación, que ya no se sienten perdedores de la guerra civil, aspira a mejorar sus condiciones de vida y trabajo. En ese proceso van descubriendo que para lograrlo es preciso contar con libertad de reunión, de expresión y de organización. La parte más militante dentro de esta clase obrera pasará a formar parte de las organizaciones antifranquistas, el PCE, las CCOO y la HOAC. La clase obrera abandera la reivindicación antifranquista.

La huelga supone una crisis ministerial, abre heridas en el régimen. Especialmente dura sería la del apostolado de la iglesia.

Aquellos días de mayo de 1962, fueron momentos en los que el hacho, la punterola, el martillo y la barrena dejaron de sonar en las entrañas de la tierra. El silencio se apoderó de la mina, el discurrir del agua, el crujir de la madera, los pasos, las respiraciones y el latir del corazón de quienes realizaban tareas de manteamiento restañaban en el fondo de saco como un clamor que pedía justicia. Hoy, 60 años después, esas minas están silenciadas por otros motivos, pero al igual que siguen atesorando millones de toneladas de mineral, también son ricas en historias. Por tanto, es de justicia poner fin a ese silencio impuesto y autoimpuesto. Evitar que las galerías de la historia se inunden con el manto del olvido del abandono. Achicar agua, poner luz, dar tira para recuperar lo que nos pertenece. Nuestra Historia.

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