Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

martes, 21 de septiembre de 2021

La primavera antifranquista, conocer la historia de los héroes que se podían tocar

Me piden de Kaos en la Red que explique porque decidí sumergirme en la investigación que dio lugar al libro “La primavera antifranquista. Lucha obrera y democrática en El Bierzo y Laciana (1962-1971)”. No es una única razón, son varias que trataré de desgranar en este artículo, aprovechando para explicar de que va el libro.

En primer lugar por curiosidad. He de decir que el historiador o la historiadora investiga porque quiere saber. Pregunta a las fuentes orales y escritas, rastrea en archivos y bibliotecas para descubrir lo que se le muestra oculto. Escribe para verbalizar lo encontrado, para procesarlo y así comprenderlo, y a su vez, poder trasmitirlo. Este es el motivo por el que empezó a gestarse este libro, transformar la experiencia vital y emocional, mediante el contraste de fuentes, en conocimiento histórico.

En segundo lugar porque detecté una laguna. Fue en Villablino, cuna de mineros luchadores, donde asistiendo al curso Mina, cultura y sociedad en 2007 fui consciente del problema. Recuerdo a Rubén Vega hablándonos de las huelgas de 1962, un acontecimiento de tal envergadura que, sin embargo, se había pasado por alto en nuestros estudios de historia. Allí conocí al minero Benjamín Rubio. Quedé con él para entrevistarlo a lo largo del curso siguiente. Sin embargo, esa cita no fue posible, falleció poco después.

 De repente se abría un mundo por explorar. Resultaba que no era que esta zona no tuviese un pasado de lucha, era que no nos lo habían contado. Desde entonces, era una asignatura pendiente, siempre postergada por otros compromisos profesionales y personales. En 2017 comienzo a saldar mi deuda personal, con el deseo de que sirva para aportar a esa deuda social.

Existe una laguna en el estudio del antifranquismo en El Bierzo y Laciana. Cuando te sitúas a la sombra de un gigante, es normal que esta sombra te tape. Nos referimos, obviamente, a Asturias y sus mineros. Por tanto, es hora de dar luz para poder ver.

En tercer lugar por rigor histórico. Decía Eduardo Galeano que "hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador." Con la crisis de 2008, el edificio de la transición empezó a mostrarse como un decorado de cartón piedra. Los edulcorados relatos también.

Las organizaciones del movimiento obrero abrieron el camino a la democracia,  erosionando las estructuras de la dictadura e implantando, por la vía de los hechos, prácticas democráticas ilegalizadas, como la asociación, las asambleas o la huelga. Las huelgas mineras de 1962 en diversos puntos de España, el surgimiento de las primeras Comisiones Obreras estables en el Valle de Laciana y el impulso que vive la oposición tras estos acontecimientos, lo convierten en el acontecimiento más importante del movimiento obrero de postguerra. Por número, por extensión, por impacto y por revulsivo.

En cuarto lugar, reconocer a esos héroes y heroínas que se podían tocar. La transición fue una correlación de debilidades. Herencia de los relatos sobre ese periodo, tan mitificado cómo desconocido, es el manto de olvido que se tejió sobre cómo se llegó hasta allí. Tras la transición se penalizó tanto el franquismo cómo el antifranquismo, una falsa equidistancia que equipara víctimas y victimarios. Sin embargo, fueron héroes y heroínas anónimas quienes protagonizaron pequeños y grandes hechos que fueron minando a la dictadura y la hicieron inviable. Parafraseando al escritor Felipe Alcaraz, son leyendas que se podían tocar.

Cuando Benjamín Rubio publicó su libro Memorias de la lucha antifranquista, el director de cine Montxo Armendariz se interesó por ellas, aunque sin resultado hasta el momento. Biografías, personales y colectivas, que tienen que escapar del ostracismo y salir a la luz pública para conocer y reconocer, para construir memoria pública.

Nací en el seno de la cuenca minera de El Bierzo y visitaba a menudo Laciana. Pero, a pesar de vivir en estas dos comarcas con una rica tradición de lucha obrera, poco supe de estos héroes y heroínas. Como al resto se nos ocultó, quizás no por maldad. El desconocimiento, quizás la modestia, o la incomprensión de la importancia de los acontecimientos que sucedieron aquí, se mezclan con esa ley del silencio que imperó tras la transición.

En el colegio y el instituto nos enseñaban que quienes trajeron la democracia vestían traje y corbata (algunos chaqueta de pana). Pero no fueron los demócratas calzados con mocasines, sino más bien, con unas simples botas de agua, en el mejor de los casos, o con unas simples madreñas, en los más comunes, quienes nos libraron a las generaciones posteriores de la dictadura. Al cuello llevaban colgado el candil de carburo, no corbatas de seda. Personas, que trabajaron en la oscuridad de una mina, que lucharon por la luz, y murieron en la oscuridad.

Por último, conocerse, para no autodesconocerse. Con el cierre de la minería en 2018 y ante un futuro incierto, El Bierzo y Laciana, pueden cometer el error de autodesconocerse, como diría Manuel Vázquez Montalbán. Existe un riesgo de ver la apariencia, y olvidar la esencia.

Los colectivos humanos necesitan certezas, y al igual que cuando se pasó de la sociedad agropecuaria a la industrial, las incertidumbres se apoderan de las comarcas mineras. Asistimos a un proceso de re-ruralización y despoblación acelerada en paralelo a la desindustrialización. Ante ello, las poblaciones tratan de rearmarse con unos valores y una identidad que se tambalean frente a un futuro incierto. Se recuperan raíces con más nostalgia que visión de futuro Las cuencas si tienen reconocimiento social, y un sentimiento de orgullo, no es tanto por la profesión en sí, sino por la lucha de estos profesionales. No es por la mina cómo tal, sino por el papel que han jugado los mineros y las comarcas.

Debemos conocer el pasado, analizarlo críticamente, utilizar lo que nos sea útil y necesario, evitando caer en el error de despreciarlo, pues en él hay muchas cosas de las que aprender, en las que reconocernos o que directamente nos persiguen o nos afectan.

Montalbán afirmaba que “los avances históricos son avances diluidos, no totales. Nos han educado en una aspiración de urgencia de resultados condenada al fracaso; (…) Hemos de asumir que los ritmos históricos son lentísimos, dispersos, contradictorios, con flujos y reflujos. Aceptarlo implica casi volver a empezar de nuevo.

Una síntesis de lo que pretende ser este libro. Una muestra de la complejidad del proceso histórico de lucha frente a la dictadura. Una contribución para evitar el olvido de esas mujeres y hombres que se enfrentaron al franquismo y recuperar las experiencias de lucha de la clase obrera. Para no empezar de cero.

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