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jueves, 1 de abril de 2021

Condiciones de trabajo en la minería de Laciana y El Bierzo a comienzos de los 60 (I)

Un comentario de la Pirenaica y el Sindicato Vertical (Fabero, 1962)

Las condiciones de trabajo en la minería de Laciana y El Bierzo a comienzos de los años 60 son pésimas. Su mejora en años sucesivos tiene que ver con el proceso de luchas que se inicia con las “huelgonas” de 1962 y 1963. Las denuncias que el PCE y las primeras Comisiones Obreras realizan llegarán al régimen que, de forma interna, confirmará esta situación. En tres artículos centrados en Fabero y Villablino, con documentos originales, que van desde la radio comunista hasta el mismísimo Franco, vamos a describirlo.

El 5 de mayo de 1962 la huelga estalla en Laciana, el 16 lo hará en la cuenca de Fabero. Previamente, la situación de los mineros del carbón había sido denunciada a través de las ondas de Radio España Independiente (REI), “La Pirenaica”. El 22 de marzo, y el 11 de abril nuevamente, cuatro días después de que estallase el conflicto en Asturias, el locutor, a través de un corresponsal de Fabero, hace una descripción precisa de la situación que se vive en la antracita berciana:

“Cuenca minera de Fabero, León:

En esta zona de minas de antracita trabajan 5.000 obreros. Sus condiciones de vida son cada día más precarias. Los salarios no les llegan ni para saldar, a fin de mes, las deudas en el economato. Los que pueden, emigran al extranjero, cosa cada vez más frecuente.

Las condiciones de trabajo son inhumanas y degradantes. No existen las menores condiciones de higiene y seguridad. Los afectados por la silicosis aumentan de forma alarmante (…). Menudean los accidentes de todo tipo. Y la asistencia sanitaria es una verdadera vergüenza. (…). A ello contribuye en gran medida el Dr. Cecilio Linares, que posee un sanatorio en Ponferrada, donde son enviados los que sufren accidentes. Allí se les veja e insulta, se les amenaza con echarles o darles de alta sin estar curados, y el doctor solo se aplaca cuando le dan dinero. Entonces puede mantenerles en baja indefinida. (…).”

El régimen tiene oídos en todas partes, sus servicios de inteligencia siguen a la radio opositora, la información llega a las jerarquías del Sindicato Vertical. Inmediatamente después de la primera emisión el mismísimo Secretario General de la Organización Sindical, Pedro Lamata, escribe una carta a la provincial de León pidiéndole información. Lejos de desmentir la situación, el Delegado Provincial de Sindicatos de León reconoce que lo que afirma la radio comunista es cierto:

“En esencia, y eliminados detalles demagógicos, la situación que se asignan a los mineros de la cuenca de Fabero es real. Igual, es cierto que es intensa la emigración dentro de las más variadas formas”.

El informe reduce el número de mineros a 3.300, pero confirma el resto de cuestiones. Especialmente dura es la situación desde el Plan de Estabilización, que no remedió el Convenio Colectivo de la Antracita: “Sin paliativos hay grupos enteros mineros sin primas y se dan casos de jornales de 31 ptas. día. (…) El ambiente social de estas zonas es de disgusto y falta de fe”, según el Sindicato Vertical.

El médico, de nombre Cesidio y no Cecilio, como afirma la REI, había sido médico militar expulsado del cuerpo armado. El comportamiento descrito por “la nota sobre su ambiente profesional y cívico está de acuerdo con la ``vox populi´´” habiendo causado reclamaciones por los servicios jurídicos de la OSE.

El informe advierte de los peligros de la situación e indica tres posibles soluciones: elevación de salarios (“inferiores a los de actividades menos peligrosas”), aumento de los cupos de emigración para estas zonas y la anulación del Convenio Interprovincial de la Antracita.

La situación era especialmente sangrante en las empresas Rafael Alba y Minas de Fabero. El régimen reconoce que el médico, que cobra de las sociedades mineras, las “estafa de lo lindo”. Ante la mínima protesta da el alta a los mineros, o al contario, a cambio de sumas de dinero, mantiene la baja. La situación se llegó a complicar, pues muchos obreros reclamaban a las compañías de seguros, a las propias empresas o pedían el traslado a León. Las malas prácticas profesionales devinieron en incapacidades e infecciones para muchos trabajadores, en su intento de ahorrar en medicamentos o en alimentación. Mientras, el facultativo se enriqueció con el dinero que “estafa a los enfermos”, con el que se construyó un edificio.

La emisora comunista trata de impulsar el descontento. El día 11 de abril, segundo día que se emite el reportaje, tras la noticia sobre Fabero, la radio recuerda a los trabajadores lacianiegos y bercianos que la MSP repartió 119 millones de pesetas en 1961, sin contar lo destinado a reservas y amortizaciones. La compañía, distinguida como ejemplar por el régimen, hacía gala de sus triquiñuelas fiscales. En la última Junta de Accionistas, el aristócrata Luis de Ussía, su presidente, informaba a los accionistas que suprimían las 5 pts. por acción, como prima de asistencia, porque si se incluye en el dividendo “se evitaba un pago importante en la contribución”.

En las siguientes semanas los acontecimientos se suceden. El descontento se transformará en movilización, la lucha en organización y en Villablino surgirá la primera Comisión Obrera estable. Esta nueva forma de organización irá elaborando tablas reivindicativas que llegarán al despacho del mismísimo Franco. Lo veremos en el próximo artículo.

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