El miércoles 17 de febrero 2021 fallecía en Bayona José Álvarez de Paz, “Pepe”. Este abogado natural de Noceda del Bierzo es conocido por su papel cómo político socialista tras la transición. Así fue miembro del congreso de los diputados, eurodiputado o Gobernador Civil de de Pontevedra, durante el gobierno de Felipe González.
Sin
embargo, una faceta más desconocida, es el importante papel que jugó en el
antifranquismo berciano junto a otros miembros del apostolado social de la
iglesia. En torno a los años 60, aunque minoritarias, surgen voces en el seno
de la iglesia que apelan al compromiso
temporal. A través de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y la
JOC (Juventud Obrera Cristiana) el apostolado social se abrió paso en la
comarca. Entre sus representantes más destacados nos encontramos a Francisco
Beltrán, Pepe Álvarez de Paz, Javier
Rodríguez Sotuela o Miguel Rubio.
Álvarez de Paz explica en su libro “Nombres Propios” que la iglesia ya no era aquella institución monolítica que afirmaba que la guerra civil había sido “teológicamente justa”. Hablando con Javier Rodríguez Sotuela para este artículo me insistía que “fue una aberración, lo que hizo la Iglesia con Franco, fue una aberración”.
Pepe
aparece en distintos informes del Gobierno Civil franquista por sus las labores “anti-Movimiento”, que muestran preocupación por los “ataques” de algunos medios católicos de
la diócesis de Astorga, como DÍA 7 o
Radio Popular de Astorga, con los que Álvarez de Paz colaboraba. También una
emisora ponferradina en la que intervenía junto a Ernesto Celada fue precintada
por orden de Manuel Fraga. Desde las ondas daban a conocer la realidad de la
emigración que sufrían los barrios obreros de Ponferrada como Cuatro Vientos o
Flores del Sil o las difíciles condiciones de las mujeres que trabajaban en el
servicio doméstico.
El Gobernador civil leonés advertía sobre el peligro de las
labores hoacistas que promueven la libertad sindical y el retorno a un
“sindicalismo de clase”. Álvarez de Paz, es miembro de la JOC y desde su
Parroquia de San Pedro en Ponferrada colabora con el incipiente movimiento
obrero de las Comisiones Obreras, aprovechando su condición de
abogado.
Una anécdota destacada
la vivirá junto al párroco de Matarrosa del Sil, y amigo, Javier Rodríguez
quien también compagina su labor religiosa con
el apoyo al movimiento obrero y su actividad como cura-protesta.
En
una ocasión, la
emigración española le organiza varios recitales en Suiza. Sin embargo, el
Obispo de Astorga deniega el permiso para el pasaporte a Sotuela porque no
llevaba alzacuellos. Tras varias intentonas fallidas se presenta con el cuello, y se la dan, pero ahora
es el Gobernador Civil quien se lo deniega, tanto a él como a Pepe Álvarez de Paz. La causa se
encuentra en un informe sobre los recitales que habían dado en la provincia de
Alicante. Allí se habían infiltrado jóvenes falangistas, que lo denuncian.
Finalmente, a la tercera intentona y gracias a la intermediación de Fernando
Suarez, jurista leonés y procurador en Cortes, se lo conceden.
Los dos párrocos consiguen irse con la
música a otra parte. En automóvil desde El Bierzo llevarán sus reivindicaciones
al país alpino. Nada más cruzar la frontera francesa, y sin bajarse del coche,
dan rienda suelta a sus ansias de libertad. Empiezan a gritar, “a voces”, “me cago en Franco, me cago en
Franco”. Un hecho realmente arriesgado
a pesar de encontrarse en otro país, pues las autoridades franquistas tenían
ojos en todas partes y este hecho podría haberles supuesto una condena. No hay
que olvidar, que la España católica de la época, ocupaba el dudoso honor de ser
el país con más curas encarcelados. Sotuela explica el
peligro, “eso era blasfemia, de aquella… fíjate tu ese chaval que metieron en
la cárcel, el rapero ese [Pablo Hasél], si me llegan a pillar a mí… no salía en
la vida…”.
En
octubre de 1970, un informe reservado del Delegado Provincial del Sindicato
Vertical de León apunta que la oposición en la provincia la constituyen
Comisiones Obreras, los comunistas y grupos “dispersos” de la HOAC. En este
último apartado, además de referirse al citado Párroco de Matarrosa y a
Francisco Beltrán, reserva un párrafo para describir la labor de “Pepe”, y su
labor en “ciertas circunstancias conflictivas”:
“el Cura de la Parroquia de San Pedro, D. José Fernández de Paz que a su vez es
Licenciado en Derecho y ha montado una especie de bufete para defender a los
trabajadores. Su actuación es preferentemente sobre jóvenes y mineros
silicóticos. Ha creado también un Club que le sirve como instrumento para estos
fines de proselitismo.”
La
labor del apostolado social de la iglesia, al igual que la del antifranquismo
en la segunda parte de la dictadura, es una realidad bastante desconocida. Una
lucha que contribuyó a erosionar las bases de apoyo del régimen, entre ellas una
de las más sólidas, la católica. Una historia que merece la pena ser rescatada
y puesta en valor y entre cuyos protagonistas destaca la contribución del José
Álvarez de Paz.
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