Fabero del Bierzo, ha constituido a lo largo del siglo XX la cuenca antracitera más importante de España. Desde el descubrimiento del carbón de piedra su historia permanece ligada a la de este mineral, discurriendo en paralelo con la vida económica, social y política del país, de cuyos hechos principales constituye un reflejo paradigmático a la vez que escasamente conocido, incluso en nuestro ámbito geográfico más cercano.
En el año 2017 presenté este artículo titulado “Del foro al campo de trabajo. Transformaciones socioeconómicas durante el primer siglo de minería en Fabero del Bierzo” al III Premio de Investigación “Antonio Estévez”, organizado por el Instituto de Estudios Bercianos, siendo premiado con un accésit. Este documento, que supone la base sobre la que se desarrolló el libro “De siervos a esclavos. 1843-1947. El primer siglo de minería en Fabero del Bierzo”, puede descargarse pinchando aquí.
El
artículo es una aproximación a la historia del primer siglo de minería del
carbón en Fabero del Bierzo. Desde 1843, fecha en que se registró la primera
mina, hasta 1947, cuando se cerró el campo de trabajo forzado, la localidad
sufrió unas profundas transformaciones socioeconómicas que nos permiten trazar,
desde las limitaciones obvias de un pequeño pueblo, la historia de España.
Esta
investigación se ha dibujado a partir de fuentes originales de carácter
económico, político y social, con el apoyo de otras secundarias. Pretendiendo
en todo momento dar una visión que comprenda el fenómeno como un todo, desde su
base económica a la vertiente social y su influencia en el cambio de
mentalidades.
Las bases sociales, económicas y culturales de lo que
es y lo que ha constituido Fabero a lo largo del siglo XX, son fruto de los cambios
surgidos a raíz de la primera Guerra Mundial. La puesta en marcha de un
entramado minero en una economía de carácter agrícola y ganadero en la que
subsistían relaciones pre-capitalistas como el pago de foros, supondrá una
conmoción que chocará con las estructuras
tradicionales de las que partía.
El paso de un laboreo artesanal a la
explotación industrial marcó la década de los veinte, con la II República se consolidó la
explotación racional que tuvo su despegue definitivo con el ciclo expansivo en
la autarquía. Los problemas estructurales del sector, como el minifundismo
empresarial, la ausencia de ferrocarril, la escasa mecanización o la falta de
industrias consumidoras, tienen aquí su origen.
Con
la industrialización se desarrolló un movimiento obrero revolucionario liderado
por el Sindicato Único Minero, afín a la CNT. Movimiento anarcosindicalista que
tuvo su punto álgido con la proclamación del “comunismo libertario” en 1933. El sindicalismo nucleaba la vida
de los trabajadores a través de conjunto de organizaciones sociales y
culturales que vieron su obra cercenada por el resultado de la Guerra Civil.
La guerra, la resistencia
y la represión están profundamente marcadas por la cuestión de clase y las
necesidades energéticas del nuevo régimen. La represión y la acumulación
capitalista alcanzaron su fusión más sofisticada en el campo de trabajo forzado
para presos del franquismo que funcionó en Fabero de 1939 a 1947. El cierre del
penal puso fin a un siglo en el que los habitantes de Fabero habían pasado de
siervos a esclavos.
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