El embalse de Matalavilla (Palacios del Sil), con sus más de 115 metros de altura, es la infraestructura hidroeléctrica más alta de la provincia de León. Su construcción en los años 60 del siglo XX fue una pieza más del aprovechamiento hidroeléctrico que, junto a las centrales térmicas, convirtieron a El Bierzo en la región productora de energía por excelencia. La presa almacena y canaliza las aguas del río Valseco hacia la central hidroeléctrica de Las Ondinas.
El 6 de mayo de 1957 el Boletín Oficial de la provincia de León recoge el proyecto que el ingeniero José Hidalgo Fernández Cano de la «Compañía Hidroeléctrica de Galicia, S. A.», presentó ante los Servicios Hidráulicos del Norte de España. En la publicación se solicita la declaración de utilidad pública y se hace público para su “general conocimiento” y a efectos de la “expropiación forzosa”. Detrás del proyecto, aunque oculto, estaba Marcelo Jorissen, director de la MSP. Santiago del Corral será el ingeniero que ejecute el proyecto que concluirán en 1968.
Su construcción, a pesar de las múltiples promesas, provocará
insatisfacción entre los vecinos de los pueblos afectados por la pérdida de
tierras, tasaciones por debajo del precio, impagos de indemnizaciones y la
emigración de su población.
El embalse supone un gran shock en la zona, especialmente cuando
se terminan los trabajos de construcción de la presa, que supone la emigración,
sólo en 1967, del 50% de la población. “Solo quedamos los viejos”, era la frase
más recogida en los informes del Sindicato Vertical.
Por otro lado, el
retraso en el pago de las expropiaciones genera una gran insatisfacción en las
familias más mayores que optaron por permanecer en la zona. Estas se ven
obligadas a comprar tierras en los pueblos limítrofes, pero a precios más altos
de los que le habían tasado las suyas propias.
El Gobierno Civil explica
en sus informes que “Matalavilla es una entidad francamente regresiva, situada
a 900 metros de altura en una región sin recursos naturales, sus únicos
productos agrícolas consistían en el regadío del valle del río Valseco,
actualmente inundado por el embalse”.
La Confederación Hidrográfica del Norte de
España en sus estudios de viabilidad para, fija
en las cooperativas ganaderas (cursos de capacitación ganadera
incluidos), las canteras
de mármol o el turismo, las opciones de futuro para la zona.
Sin embargo, la cabaña ganadera se reduce a la mitad en tan solo un año por la
gran emigración. Por otro lado, el turismo, esa alternativa económica que se
reserva para zonas en crisis cuando falta imaginación y voluntad por parte de
los poderes públicos, no dejó de ser un señuelo que no se traducirá en nada
material.
Ante esta situación,
los vecinos escriben al Ministro Secretario General del Movimiento, José Solís.
En la carta señalaban su apoyo con un “Sí, claro” a la Ley Orgánica del Estado,
ahora solicitaban, que igual que cumplieron en su momento, el régimen haga lo
propio con ellos.
La misiva apunta que la
construcción de Hidroeléctricas de Galicia, había anegado la práctica totalidad
de las fincas de regadío. Además, desde el Acta de ocupación de febrero de
1966, no les habían pagado las fincas, con lo que se hacía imposible subsistir,
mientras la empresa ya estaba lucrándose económicamente.
A estos problemas se le
añaden los perjuicios indirectos, especialmente en comercios y hostelería, en
un momento en que, además, se estaba viviendo una crisis en la minería del
carbón. Los vecinos pedían que se procediese a la expropiación total y pago, de
la entidad menor de Matalavilla, y se pagase los perjuicios indirectos.
Lo cierto es que la zona entra en una depresión económica y
demográfica de la que no se recupera. “Solo
quedaron los viejos”.
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