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Nuestra historia, a modo de presentación

viernes, 20 de noviembre de 2020

Tiembra, el primer encierro minero en El Bierzo durante el franquismo

El encierro en una mina es una medida contundente, desesperada, a veces planificada, a veces espontánea, pero siempre arriesgada. Se mueve entre el todo y la nada. Paraliza al pozo, tensiona a los trabajadores encerrados y a los que se quedan fuera, crea una alarma social que envuelve a toda la cuenca, moviliza a las fuerzas de seguridad y a las autoridades. Psicológicamente es dura, físicamente comprometida y laboralmente arriesgada.

En el marco de una dictadura asfixiante cómo la que vivía la España de los años 60 es una medida extremadamente arriesgada, muestra de determinación y lucha, con consecuencias impredecibles que pueden llevar a sus protagonistas a la cárcel.

En El Bierzo y Laciana esta será una práctica que se convertirá en un clásico del repertorio reivindicativo minero durante la transición y los años de la reconversión, pero que tiene sus orígenes en las movilizaciones durante la dictadura franquista. La primera experiencia en estas comarcas se registra en la cuenca del Cua.

La noche del 1 de febrero de 1966 los mineros del grupo Tiembra de Combustibles de Fabero se la pasan en la mina en protesta por el impago de 25 pts. de complemento salarial que establecía la Ordenanza Laboral de la Minería aprobada apenas dos años antes. La medida desesperada se produce tras una denuncia y sentencia favorable de Magistratura de Trabajo de León, incumplida por la empresa.

En el exterior las negociaciones son intensas, finalmente se alcanza un acuerdo con el Sindicato Comarcal en Ponferrada que pone fin a la medida de presión. A las 14 horas del día 2 los encerrados verán la luz. El día 3 se hacen efectivos los pagos tras la sentencia de la Delegación Comarcal de Sindicatos de Ponferrada.

Sin embargo, la tranquilidad durará poco. El conflicto se reproduce al día siguiente. Los trabajadores de jornal únicamente habían recibido la mitad de los complementos, como establecía la Ordenanza, pero los mineros reclaman igualdad salarial para toda la plantilla. 

El paro se reproduce, prolongándose hasta el día 9, que se soluciona temporalmente ante las promesas del capataz. Sin embargo, las palabras se las lleva el viento y ante el incumplimiento, el día 11 la huelga vuelve a estallar, a lo que COFASA responde con un cierre patronal de 10 días.

El día que se reabre la mina, los trabajadores se presentan, pero deciden no entrar sino se retiran las sanciones impuestas y se abona el complemento salarial, una séptima parte de la mensualidad. El lock out continúa hasta el uno de marzo.

El conflicto, y el malestar se extenderán a otras empresas. El grupo Marrón de Antonio García Simón  registra un conflicto por la no readmisión de cinco despedidos. También el grupo Alicia de COFASA, debido a discrepancias en la valoración de los destajos y la supresión de la gratificación a dos ramperos.

Lejos de la imagen idílica que trata de ofrecer la dictadura, la movilización se va extendiendo por las cuencas mineras. En un proceso difícil, arriesgado, no exento de riesgos, sufrimiento y represión, la clase obrera empieza a organizarse. La reivindicación sociolaboral es el marco privilegiado de desarrollo de la oposición. El encierro, una de sus medidas más duras.

El 1 de febrero de 1966 será un día histórico en la cuenca antracitera berciana. Un día que debe salir a la luz, evitando el encierro involuntario que supone el olvido.

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