Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

viernes, 30 de octubre de 2020

El Bierzo y Laciana no fueron comarcas sumisas

“León no fue una provincia sumisa y conformista”. Esta frase de Víctor Bayón, instructor clandestino del PCE durante el franquismo, viene respaldada por los avances los estudios históricos. David Martínez, lo explicaba en su tesis doctoral:

“Desde sus orígenes uno de los objetivos de la ciencia historiográfica ha sido dejar a un lado los mitos (...) Como simples ejemplos cabe citar los tópicos sobre la tranquilidad social de León, la ausencia de una oposición antifranquista organizada, la nula conflictividad laboral, la escasa implicación política y sindical de la población”.

Además, según Pedro Víctor Fernández, se puede hacer una “tajante división provincial: el León agrario y el León minero. Uno de apoyatura social [al régimen] y otro de cuña disidente”. En este último, se encontraría el sector más combativo, la minería, y dentro de él hay dos comarcas que destacan sobre el resto: El Bierzo y Laciana.

Durante el franquismo existieron diferentes formas de resistencia, entre ellas, la laboral fue la más importante. Las comarcas de Laciana y El Bierzo dentro de la provincia de León serán quienes asuman el peso de la lucha contra la dictadura y la clase obrera el sujeto activo más importante.

Sin embargo, según Martínez, León es “una provincia prácticamente olvidada en las investigaciones”. Si esta zona hubiera tenido un sistema productivo diferente al asturiano, posiblemente hoy se reconocería la importancia de su aportación democrática. Sin embargo, el epíteto minero asturiano supuso una sublimación del antifranquismo.

 

El propio régimen reconocía que un “conflicto laboral es siempre un problema político y de orden Público”. El hecho de que la huelga sea considerada un delito, la convierte en un conflicto político en el momento en el que aparece, constituye un serio conflicto político, es la expresión legislativa de un régimen hecho a medida de la clase empresarial. Los trabajadores son conscientes del desafío que supone y del riesgo que corren, aún así, muchos deciden asumirlo. La oposición que se desarrolla especialmente a partir de las huelgonas de 1962, lo sabe y trata de potenciarla para minar al régimen.

 

La minería es, con diferencia, el sector más combativo. Un hecho que motiva la creación en 1966 de la Oficina de Conflictos Colectivos, dentro del Sindicato del Combustible. El sindicato vertical lo justifica por “el gran beneficio que para las empresas mineras pueda deducirse” de su puesta en marcha.

 

En las cuencas mineras permanece una tradición sociopolítica de movilización que implica una serie de ideas, valores, y formas de acción colectiva ampliamente difundidas y compartidas, a pesar de que las organizaciones tradicionales de la clase obrera como el PSOE, la UGT y la CNT, estaban totalmente desarticuladas, y las guerrillas, que habían sido la oposición más sería, desaparecen en 1951.

 

En 1962, el malestar germina en ese sustrato de clase que la crisis sectorial de la minería nutre. El movimiento obrero se reinventará a través de nuevas formas y códigos de organización y movilización. La oposición se regenera, el PCE, en el plano político, la HOAC, en el del catolicismo militante y las comisiones de obreros primeros, y las Comisiones Obreras después, se convertirán en las organizaciones del nuevo movimiento obrero.

 

A pesar de que los datos oficiales tienen una relativa fiabilidad, pues reducen la importancia real de la movilización para dar una imagen de paz social, los registros del Ministerio de Trabajo hablan por sí solos. Entre 1963 y 1966, León ocupa el sexto lugar por número de conflictos de toda España. En cabeza se encontrarían bastiones tradicionales del movimiento obrero, Barcelona, Asturias, Vizcaya, Guipúzcoa y Madrid. Por delante de provincias más industrializadas, pobladas y con tradición reivindicativa como Valencia, Huelva, Zaragoza, Cádiz o Alicante.

En León la conflictividad se localiza especialmente en El Bierzo y Laciana, seguidos, en menor medida, de las cuencas orientales y la capital. Villablino es quien da el pistoletazo de salida en 1962. Sin embargo, el epicentro de la acción reivindicativo se trasladará a la cuenca antracitera de Fabero.

 

Con los datos del “Informe sobre las empresas más conflictivas entre 1967 y 1970”, elaborado en 1971, por la Delegación Provincial del sindicato vertical, Antracitas de Fabero y Combustibles de Fabero son las dos empresas con mayor número de conflictos. Antracitas Gaiztarro, en el Sil le seguirá a la zaga. Malabá o Antracitas de Igüeña destacan en El Bierzo Alto. La MSP, donde prenden las huelgas de 1962 y 63 y se desarrollan las primeras CCOO, será el referente en Laciana. Por último, Cementos Cosmos, será una pequeña aldea gala en El Bierzo agrícola.

 

Los datos, que se pueden consultar en el cuadro, hablan por sí solos.

 

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