“León no fue una provincia sumisa y conformista”. Esta frase de Víctor Bayón, instructor clandestino del PCE durante el franquismo, viene respaldada por los avances los estudios históricos. David Martínez, lo explicaba en su tesis doctoral:
“Desde
sus orígenes uno de los objetivos de la ciencia historiográfica ha sido dejar a
un lado los mitos (...) Como simples ejemplos cabe citar los tópicos sobre la
tranquilidad social de León, la ausencia de una oposición antifranquista
organizada, la nula conflictividad laboral, la escasa implicación política y
sindical de la población”.
Además, según Pedro Víctor Fernández, se puede hacer una “tajante división provincial: el León agrario y el León minero. Uno de apoyatura social [al régimen] y otro de cuña disidente”. En este último, se encontraría el sector más combativo, la minería, y dentro de él hay dos comarcas que destacan sobre el resto: El Bierzo y Laciana.
Durante el franquismo
existieron diferentes formas de resistencia, entre ellas, la laboral fue la más
importante. Las comarcas de Laciana y El Bierzo dentro de la provincia de León
serán quienes asuman el peso de la lucha contra la dictadura y la clase obrera
el sujeto activo más importante.
Sin
embargo, según Martínez, León es “una provincia prácticamente olvidada en las
investigaciones”. Si esta zona hubiera tenido un sistema productivo diferente
al asturiano, posiblemente hoy se reconocería la importancia de su aportación
democrática. Sin embargo, el epíteto minero asturiano supuso una sublimación
del antifranquismo.
El propio régimen reconocía que un
“conflicto laboral es siempre un problema político y de orden Público”. El
hecho de que la huelga sea considerada un delito, la convierte en un conflicto
político en el momento en el que aparece, constituye un serio conflicto
político, es la expresión legislativa de un régimen hecho a medida de la clase
empresarial. Los trabajadores son conscientes del desafío que supone y del
riesgo que corren, aún así, muchos deciden asumirlo. La oposición que se
desarrolla especialmente a partir de las huelgonas
de 1962, lo sabe y trata de potenciarla para minar al régimen.
La minería es, con diferencia, el sector
más combativo. Un hecho que motiva la creación en 1966 de la Oficina de
Conflictos Colectivos, dentro del Sindicato del Combustible. El sindicato
vertical lo justifica por “el gran beneficio que para las empresas mineras
pueda deducirse” de su puesta en marcha.
En
las cuencas mineras permanece una tradición sociopolítica de movilización que
implica una serie de ideas, valores, y formas de acción colectiva ampliamente
difundidas y compartidas, a pesar de que las organizaciones tradicionales de la
clase obrera como el PSOE, la UGT y la CNT, estaban totalmente desarticuladas,
y las guerrillas, que habían sido la oposición más sería, desaparecen en 1951.
En
1962, el malestar germina en ese sustrato de clase que la crisis sectorial de
la minería nutre. El movimiento obrero se reinventará a través de nuevas formas
y códigos de organización y movilización. La oposición se regenera, el PCE, en
el plano político, la HOAC, en el del catolicismo militante y las comisiones de
obreros primeros, y las Comisiones Obreras después, se convertirán en las
organizaciones del nuevo movimiento obrero.
A pesar de que los datos oficiales tienen una relativa fiabilidad, pues reducen la importancia real de la
movilización para dar una imagen de paz social, los registros del Ministerio de
Trabajo hablan por sí solos. Entre 1963 y 1966, León ocupa el sexto lugar por
número de conflictos de toda España. En cabeza se encontrarían bastiones tradicionales del movimiento obrero, Barcelona, Asturias, Vizcaya,
Guipúzcoa y Madrid. Por delante de provincias más industrializadas, pobladas y
con tradición reivindicativa como Valencia, Huelva, Zaragoza, Cádiz o Alicante.
En León la conflictividad se localiza
especialmente en El Bierzo y Laciana, seguidos, en menor medida, de las cuencas
orientales y la capital. Villablino es quien da el pistoletazo de salida en
1962. Sin embargo, el epicentro de la acción reivindicativo se trasladará a la
cuenca antracitera de Fabero.
Con
los datos del “Informe sobre las empresas más conflictivas entre 1967 y 1970”,
elaborado en 1971, por la Delegación Provincial del sindicato vertical, Antracitas
de Fabero y Combustibles de Fabero son las dos empresas con mayor número de
conflictos. Antracitas Gaiztarro, en el Sil le seguirá a la zaga. Malabá o
Antracitas de Igüeña destacan en El Bierzo Alto. La MSP, donde prenden las
huelgas de 1962 y 63 y se desarrollan las primeras CCOO, será el referente en
Laciana. Por último, Cementos Cosmos, será una pequeña aldea gala en El Bierzo
agrícola.
Los
datos, que se pueden consultar en el cuadro, hablan por sí solos.
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