Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

sábado, 29 de agosto de 2020

Identidad y cultura minera, más que una profesión


La historia reciente de El Bierzo y Laciana está indisolublemente ligada a la de la minería del carbón. Y, aunque resulte obvio decirlo, a sus mineros. Esos hombres y mujeres, que han extraído el mineral desde el fondo de la tierra, lo han lavado y han preparado las condiciones para que el complejo industrial funcione en todas sus variables. Alrededor de la mina se crea un complejo sistema de relaciones sociales y culturales que fueron configurando lo que definimos cómo identidad y cultura minera, tan marcada en los pueblos de estas comarcas.

Las relaciones obrero-patronales conflictivas y la cultura de movilización de estos obreros los ha colocado a la vanguardia del movimiento obrero en España durante el siglo XX. La minería generó unas relaciones de amor-odio hacia la profesión que  condiciona las solidaridades de clase y crea una identidad minera que traspasa lo laboral, identificando a toda la comunidad. El monocultivo del carbón y la dependencia del mineral reforzaron este vínculo.

En las cuencas mineras el movimiento obrero y sindical ha sobrepasado lo laboral. Las luchas, huelgas y movilizaciones han creando una cultura obrera, un imaginario en el que conciencia de clase e identidad laboral se van entrelazando.

Las relaciones sociales, desde el ocio y la fiesta, a la organización y la solidaridad, son vividas de forma intensa, como expresión del contacto cercano con la muerte.

El peso de la historia y la tradición de lucha jugarán un papel que llegará hasta los acontecimientos más recientes. Así, en la huelga minera de 2012 pudimos ver a mineros de El Bierzo y Laciana con camisetas y pegatinas que reivindicaban futuro para el sector con la imagen del dinamitero de la revolución de octubre de 1934 o justificar determinados comportamientos en favor de la misma en los esfuerzos de padres y abuelos.

Saliéndose de la esfera laboral, la minería lo impregna todo, llegando al turismo, la cultura, el urbanismo, el deporte o la hostelería.

En los pueblos mineros de El Bierzo y Laciana podemos encontrar peñas, cofradías, asociaciones; concursos de pintura, de relatos, de entibadores o de maquetas escolares; escudos de fútbol o de ayuntamientos; nombres de grupos de rock o de gaitas; eventos deportivos cómo carreras de bicicletas, marchas, scape rooms, rutas o torneos de futbol; teatros, exposiciones, libros, poemas, canciones populares, documentales, fiestas, museos, murales; nombres de calles, monumentos, poblados o edificios; cervezas, pinchos o “Jornadas de Tapas”; promociones y proyectos turísticos de minas en vivo, museos, Bienes de Interés Cultural, fundaciones, trenes reales o maquetas infantiles y belenes. Un sinfín de elementos culturales y sociales con el epíteto, imágenes o temática minera. Un repertorio inabarcable en ámbitos tan diversos que irían desde congresos de estudio a pegatinas para los coches.

Incluso tras el fin de la minería se ha vivido cierta efervescencia en la recuperación o adaptación de estos símbolos colectivos. Diversos pueblos han impulsado o recuperado los festejos de Santa Bárbara en los últimos años. Un ejercicio de autoafirmación como comunidad en el que el elemento religioso queda diluido en una demostración de orgullo profesional y reivindicación ante un presente y un futuro inciertos.

No existe sector laboral en España que haya impregnado tanto el mundo de la música, la literatura, la pintura o el cine. Artes que han tratado de representar el sector de la minería con mayor o menor acierto.

La cultura e identidad minera como desbordamiento hacia el pueblo, de la profesión a la comunidad, es especialmente visible y reconocible en el caso de la música. Las canciones de mina son denuncias sociales o cantos al conflicto social. Apelan a la familia (madres o esposas) que sufren, a la dureza del trabajo, a las herramientas, a las luchas y huelgas, a los accidentes o enfermedades laborales y en general son canciones de oficio. Contribuyendo así a crear un orgullo profesional, que se reproducen en una cultura minera con la que se sienten fácilmente identificados los y las habitantes de las mismas o incluso de reconocimiento de trabajadores de otras zonas. Nuevamente esto surge y refuerza la subjetividad y la interrelación entre identidad, conciencia de clase y orgullo de profesión, que refuerzan el sentimiento de pertenecía a esa “familia minera”.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario