Bajo este
titular, “Los del otro lado. La juventud
minera en el campo faccioso”, el periódico “La Hora. Diario de la
Juventud” del 9 de diciembre de 1937, editado en Valencia, dedica un completo
reportaje a la cuenca minera de Fabero.
El artículo nos narra
la vida y el trabajo en la mina durante los primeros meses tras la ocupación
franquista de Fabero, centrado especialmente en los nuevos mineros. Recordemos
que en estos momentos España se encuentra inmersa en plena guerra civil.
El periódico “La Hora” era el órgano
de expresión de la JSU (Juventudes Socialistas Unificadas), la organización
juvenil más grande del país, fruto de la unión de la Juventud Comunista y la
Juventud Socialista y que por entonces contaba con un cuarto de millón de
afiliados.
Entre otras
muchas cuestiones, apelando a la heroica analizaba los actos de resistencia
recurriendo al orgullo de oficio:
“El verdadero minero no se entrega: se
defiende hasta el último momento; sabe ya bastante de la demagogia de la,
Guardia Civil, sabe que le espera la muerte”.
La crónica a pesar de
provenir de un periódico de parte y ser un artículo de propaganda política es
un documento histórico de gran relevancia. Por un lado nos ofrece datos que
contrastados con otras fuentes y a pesar del lenguaje grandilocuente, o ciertas
exageraciones, son en general fidedignos. Por otro lado, aún siendo prensa
partidaria, es una pieza única y da muestra de la relevancia que el movimiento
obrero faberense había alcanzado en el conjunto del país.
A continuación he
transcrito el contenido para facilitar su lectura, que recomiendo
encarecidamente, pues no tiene desperdicio.
“Los del
otro lado. La juventud minera en el
campo faccioso”. (09/12/1937)
El
fascismo y el mineral
Cordillera rocosa
de Galicia, Asturias y León. Formando un triángulo está la cuenca minera de Fabero.
Por aquí pasaron, el 18 de julio, los mineros asturianos, víctimas del engaño
del traidor Aranda. Aquí se defendieron, en retirada; aquí murieron muchos.
Ponferrada. La
villa leonesa de Queipo de Llano es hoy el lugar más odiado de los jóvenes
mineros, "que trabajan bajo el terror del sargento Vidarte.
-Cuando llegue
la nuestra –dicen-, iremos a Ponferrada y la vamos a arrasar.
Ponferrada, sólo
por su aspecto, es merecedora de tal odio. Aquí están los clásicos explotadores
de la clase trabajadora, aquí han llegado los "especialistas"
alemanes, que van a explotar hasta el máximo la cuenca minera de Pabero,
Villablino, Tromalego [Tormaleo] y otras más.
Los mineros
legítimos han huido todos. Enrolados, en fuertes columnas, todos se han internado
en Asturias. Tras de ellos, muchas mujeres, jóvenes, niños, han escapado de las
minas, han abandonado sus hogares para ir junto con sus hermanos de clase.
Tal problema,
grave; la falta de "picas" y de "guajes" especializados en
el trabajo, la han visto desde el primer momento los esbirros de Franco y sus
"orientadores científicos", los alemanes.
¡Hay que tener
mineros! ¡A los que están escapados por los montes hay que buscarlos! Pero esto es difícil. El verdadero minero no se
entrega: se defiende hasta el último momento; sabe ya bastante de la demagogia
de la Guardia Civil, sabe que le espera la muerte.
El sargento
Vidarte está preocupado. Desde Ponferrada, León, Burgos y Salamanca le acosan
constantemente. Mineros, mineros, hacen falta mineros; hombres que extraigan el
carbón para enviarlo a Alemania.
Vidarte viaja de
un sitio a otro. Siempre acompañado
de su guardia negra, del sanguinario cabo Soto; estudia la forma de empezar su
tarea. No han sido suficientes los espías en los pueblos, en los montes, para
buscar y descubrir a los rojos. No ha sido suficiente toda su represión por los
míseros pueblos de León.
Si dentro de quince
días no hace funcionar las minas del capitalista Mora, las de la Compañía de la Reguera, a todas
las empresas de Fabero, será destituido, quizá fusilado, por la mano invisible de
los "técnicos".
Vidarte monta a
caballo, acompañado de su banda. A su derecha va Soto; detrás, cincuenta falangistas
de Ponferrada. Son hijos de curas, hijos de terratenientes; de lo peor de
nuestra sociedad.
El
reclutamiento
Llegan a las
proximidades de un pueblo. Son las cuatro de la madrugada. Por el camino
enlazan con el "nuevo alcalde" y el cura. Empiezan las descargas cerradas.
Los campesinos, las mujeres y los niños escapan al monte. Acribillados por las
balas han caído millares de campesinos en decenas de pueblos. Guímara, pueblo
mártir, ha sido atacado ya varias veces. Peranzanes, Villablino, Trascastro, pueden
hablar mucho del paraíso fascista.
Los campesinos
que no pueden escapar y se libran de la muerte son copados y llevados a Fabero.
Muchachos de
quince, dieciséis y diecisiete años empiezan su nueva vida: la vida de minero.
La
cuenca minera de Fabero
Vidarte es el
jefe. Jefe de la represión, jefe de los salarios, jefe de las tabernas. Dueño y
señor absoluto de la respiración de toda la vida en Fabero. El joven campesino,
hoy ya minero, se encuentra con la sorpresa de una organización. Si, de un
Sindicato. El Sindicato de Vidarte, la C. O. N. S. En seguida empieza la ficha:
fotografías, toda la composición social de la familia, miembros de ésta que están con los rojos, su
comportamiento en el pueblo, si va a misa, etc.
Inmediatamente
le aguarda la mina. El campesino, acostumbrado a las tareas del campo, donde
respira aire puro, se introduce en los túneles, farol de carburo en la mano, y,
controlado por el vigilante, casi siempre traidor a la causa del pueblo, empieza
su tarea.
Las
"picas" son muy débiles. No es sencillo extraer carbón. Para ser una
"pica" buena hay que tener la práctica de varios años. Pero no
importa que los mineros "improvisados" revienten. Hace falta carbón,
mucho carbón. Los técnicos alemanes esperan. Al comienzo, fuera; después ya conocen
a todo el personal.
En tiempos
normales, un buen picador de carbón extraía dos metros cuadrados de carbón.
Ahora tienen que ser cuatro metros cuadrados, aunque tengan que trabajar
catorce y dieciséis horas.
Y Vidarte está
al corriente de todo. Tiene montado un servicio de espías dentro de la mina.
Todo lo sabe; los picadores, los vagoneros, los guajes, todo el personal tiene
su ficha personal.
Pero la Falange,
a través de su Sindicato profesional, resuelve «el problema de los salarios.
Sí; respeta unas bases de trabajo nuevas que el Gobierno de Burgos ha establecido:
los jornales de hambre.
Pero Vidarte es
también inteligente. Hace que a veces no se respeten sus bases de trabajo. E inmediatamente
sale la C.O. N. S. en defensa de los mineros e impone el respeto de las bases primitivas.
Y la demagogia continúa día tras día.
La nueva
juventud minera de Fabero odia a muerte a sus explotadores. Y lo demuestra prácticamente.
En la mina se vive la guerra con bastante intensidad. Casi todos los jóvenes
tienen familiares con los rojos. Todos ellos son rebeldes por su propio trabajo.
Ellos piensan en
nosotros y desean nuestra victoria. Todos los días, burlando la vigilancia de
los espías, se comentan las novedades de la guerra.
Una palabra en
contra de Franco significa, a la media hora, la muerte. Aquel joven minero que
dudaba de la pérdida de Bilbao fué inmediatamente sacado de la mina y
acribillado a balazos. Y así todos los días.
La carretera de
Fabero a Ponferrada tiene para los transeúntes nueves paisajes macabros. El
paisaje de las sepulturas. A cada paso que se da surge un nuevo espectáculo de
terror. Centenares de vidas, casi infantiles, han encontrado muerte aquí en
esta carretera.
Otras cuestiones
hay que asfixian a la nueva juventud minera. El problema de la ropa. El que
conozca la mina, el modo del trabajo, arrastrado siempre en una capa de 50 a 60
centímetros de altura, siempre tumbado en aquel agujero, podrá darse cuenta de la cantidad de ropa
que el minero precisa al mes. Siempre
destrozado, con la ropa mojada, sin ver el sol y sin posibilidades de mudarse,
el minero, a los treinta años, es hombre perdido.
Heridas
continuas, la vista siempre lesionada por el carbón, él grisú siempre acechando.
Y todo esto lo tienen que soportar los jóvenes mineros en el paraíso fascista.
Y todos los días hay accidentes de trabajo, nuevas víctimas en la lista interminable
de la Junta facciosa, de Burgos.
Actos patrióticos
Pero hay más cosas. Una muy importante. Vidarte es ya el comandante del puesto militar de Fabero. Y, sin embargo, las cosas no marchan de color de rosa. Un día es apaleado un vigilante en el camino por tres desconocidos. Otro día es la interrupción de la línea de vagonetas. Camionetas de transporte que se estropean. Un balance elevado de lesionados. Poco carbón, cada día menos carbón para los fascistas.
La juventud minera trabaja en contra de sus explotadores. Cada noticia favorable para la causa de la República es acogida con entusiasmo en las minas. Vidarte necesita levantar la "moral", y organiza "actos patrióticos". Los domingos, fuertes concentraciones fascistas, con su misa de campaña. Bailes, juegos de bolos, copas de coñac. Y cuidado para el que no asista; ya sabe lo que le espera.
En la plaza, Vidarte, el cabo Soto, asesino de mujeres; "el Lobato", jefe de Falange y dueño de la taberna, del ganado de los familiares de los mineros, pregonan a los cuatro vientos las excelencias del fascismo. Al día siguiente, fotografías en las que quieren demostrar la convivencia de les obreros con la reacción.
Actos patrióticos
Pero hay más cosas. Una muy importante. Vidarte es ya el comandante del puesto militar de Fabero. Y, sin embargo, las cosas no marchan de color de rosa. Un día es apaleado un vigilante en el camino por tres desconocidos. Otro día es la interrupción de la línea de vagonetas. Camionetas de transporte que se estropean. Un balance elevado de lesionados. Poco carbón, cada día menos carbón para los fascistas.
La juventud minera trabaja en contra de sus explotadores. Cada noticia favorable para la causa de la República es acogida con entusiasmo en las minas. Vidarte necesita levantar la "moral", y organiza "actos patrióticos". Los domingos, fuertes concentraciones fascistas, con su misa de campaña. Bailes, juegos de bolos, copas de coñac. Y cuidado para el que no asista; ya sabe lo que le espera.
En la plaza, Vidarte, el cabo Soto, asesino de mujeres; "el Lobato", jefe de Falange y dueño de la taberna, del ganado de los familiares de los mineros, pregonan a los cuatro vientos las excelencias del fascismo. Al día siguiente, fotografías en las que quieren demostrar la convivencia de les obreros con la reacción.
Y no hablemos de
la suscripción obligatoria para la bandera de la Guardia civil de Fabero o la
suscripción pro avión. Y los sellos, tarjetas y toda clase de granujerías para
dejar sin un céntimo a la juventud.
Por algo lo dice Vidarte. Es mejor que estos granujas no tengan ni cinco; así no se emborrachan.
Cada día se preparan nuevos refinamientos para dominar a la juventud. Pero no conseguirán nada. La retaguardia fascista se derrumba. Después de toda represión surge la rebeldía. Y esta ha sido ya manifestada notablemente por la juventud minera de Fabero, Villablino y Tromalego.
Y no tardará en que el Ejército del pueblo tenga un colaborador eficaz en la victoria. A la juventud de la España invadida.
Por algo lo dice Vidarte. Es mejor que estos granujas no tengan ni cinco; así no se emborrachan.
Cada día se preparan nuevos refinamientos para dominar a la juventud. Pero no conseguirán nada. La retaguardia fascista se derrumba. Después de toda represión surge la rebeldía. Y esta ha sido ya manifestada notablemente por la juventud minera de Fabero, Villablino y Tromalego.
Y no tardará en que el Ejército del pueblo tenga un colaborador eficaz en la victoria. A la juventud de la España invadida.
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