"Veo caer los montes, abrirse el territorio en
iracundas cavidades pardas, el desierto, las casas transitorias. El
mineral a fuego y golpe y mano se convirtió en lingotes militares, en
batallones de mercaderías. Se fueron los navíos. A donde llegue el cobre, utensilio
o alambre, nadie que lo toque verá las escarpadas soledades de Chile, o las
pequeñas casas a la orilla; del desierto, o los picapedreros orgullosos, mi
pueblo, los mineros que bajan a la mina.”
Pablo Neruda, Oda al cobre.
“Tienen la fuerza,
podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el
crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, y
desde esta visión trabajamos en el blog Nuestra Historia, El Bierzo y Laciana.
Esta frase forma parte del último discurso que el presidente Salvador Allende.
Era un 11 de septiembre de 1973 cuando las fuerzas armadas encabezadas por Augusto
Pinochet dieron un golpe de Estado contra el pueblo chileno y su democracia.
En Laciana y El Bierzo la vía chilena al socialismo había generado muchas expectativas. Cuando llegan las noticias del golpe inmediatamente se despiertan muestras de solidaridad. El comunicado “Allende, el Che y la lucha por la democracia” emitido por el PCE de Villablino a los pocos días, en un contexto de clandestinidad por la dictadura franquista es un ejemplo que ya hemos contado en el blog.
Años después las
muestras de solidaridad internacionalista con Chile organizada desde el
movimiento obrero y sindical se mantendrán de distintas formas. Prueba de ello
es este cartel de la Federación Estatal
Minera de Comisiones Obreras en apoyo a la Confederación Minera de Chile,
brutalmente reprimida durante la dictadura militar de Pinochet por su papel
clave en el proceso de nacionalización del cobre impulsado por Allende y que
fue uno de los blancos principales de la represión de la dictadura. Las
dictaduras latinoamericanas fueron un proyecto de clase, un laboratorio para la
implantación del neoliberalismo y, con él, sus prácticas privatizadoras y
desreguladoras de la economía y el trabajo que, años después, serían impulsadas
en la Inglaterra de Tatcher y los EEUU de Ronald Reagan.
Si analizamos el cartel
podemos ver dos elementos clave, la denuncia de la represión de la dictadura
militar y el papel de la CIA y EEUU en el derrocamiento de Allende. Debajo del
emblema de la Confederación Minera de Chile (un minero con casco y lámpara y un
candil, rodeados por un engranaje), destacan tres imágenes. A la izquierda una
caricatura de Pinochet, el dictador militar. En el centro, un soldado con fusil
y una esvástica en el casco (símbolo de la violencia fascista) aplastando a un
minero (icono de la clase trabajadora y el pueblo chileno). A la derecha, la
caricatura de un sonriente Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, impulsores
del golpe a beneficio de sus multinacionales.
En 1982 Manuel Nevado,
Secretario General de la FEM de CCOO, visitaba a la ciudad minera de Lota y su
complejo minero "El Chiflón del Diablo" y las regiones de Andacollo y
Curanilahue, zonas mineras no de cobre, sino de carbón. Como nos apuntan
algunos mineros de entonces “Nevado fue por su cuenta. Teníamos miedo y la
Federación le dijimos que no podía ir, que podíamos perder un dirigente. Date
cuenta que Pinochet estaba matando de aquella de lo lindo. Pero aún así fue, y
después, sacamos la campaña”, nos contaba Juan Aguado, miembro del Consejo de
la FEM por entonces y minero de Bembibre.
El cartel, que hemos
restaurado, se encuentra en la sede de las Comisiones Obreras de Fabero.
Desconocemos la fecha de su autoría. Posiblemente 1982-83, momento en el que se
realizaron colectas en las minas de El Bierzo y Laciana para enviar a los
mineros, como nos contaba Pedro Monasterio de Fabero.
Entre 1978 y 1983 se
inicia un ciclo huelguístico que impulsan los mineros por sus derechos y frente
a la dictadura, como nos explicó para este artículo Mario Amoros, el
historiador español que ha elaborado las biografías sobre Pinochet, Allende,
Victor Jara o Pablo Neruda.
En 1939, tras la
derrota republicana en la guerra de España, Neruda, entonces cónsul especial
para la inmigración española en París, organizó el barco Winnipeg, que trasladó
a más de 2.000 refugiados españoles desde Francia hasta Valparaíso, reflejada
en la novela “El largo pétalo del mar”, de Isabel Allende.
Con los versos del
poeta y antiguo embajador chileno con el que empezábamos el artículo,
recordando que este cartel no solo fue un documento de denuncia, sino de
memoria recíproca, nos despedimos:
“Yo sufro. Yo conozco. Sucede que de tanta dureza, de las
excavaciones, herida y explosión, sudor y sangre, cuando el hombre, mi pueblo,
Chile, dominó la materia, apartó de la piedra el mineral yacente, éste se fue a
Chicago de paseo, el cobre se convirtió en cadenas, en maquinaria tétrica del
crimen, después de tantas luchas para que mi patria lo pariera, después de su
glorioso, virginal nacimiento, lo hicieron ayudante de la muerte, lo
endurecieron y lo designaron asesino. “
No hay comentarios:
Publicar un comentario