"El año cuarenta y uno, el día cinco de enero, se ha quedado una mujer en el atajo Ceboledo. Esto era un matrimonio que de Asturias venía, él se llamaba Manolo y ella se llamaba María..." Con las dudas iniciales sobre la letra, así comienzan los primeros compases, nunca mejor dicho, de la canción que da la bienvenida a “El Filandón Fornelo”, un documental dirigido por el faberense Alejandro López.
“En
el pueblo de Guímara hace más de 30 años que no se celebra un Filandón. Una
nueva celebración en el año 2010 nos mostrará que; el pueblo que se reúne junto
al fuego, mantiene viva su memoria” señala la sinopsis del vídeo que hoy vamos
a mostrar en Nuestra Historia y que nos permite hacer un viaje en el tiempo.
“Mágico, pura magia” eran los calificativos de Ruy Vega, reconociendo que el documental te hace sentir partícipe de una parte de nuestro ser. Pues el filandón, y sus historias, son parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial. Como recogía una crónica del periodista del Diario de León M. Nieto en 2011, “El Filandón tiene nombre de tejido y no sólo porque se hilaba para las prendas, también porque se hilvanaban historias”.
Unas
historias que se pueden ver, tocar y sentir. Un testimonio coral y colectivo,
por eso hemos comenzado con distintas citas, porque al fin y al cabo el
filandón es trasmisión colectiva de generación en generación.
El documental es un testimonio
antropológico y etnográfico de primera magnitud. Menos conocido que las danzas, porque no ha perdurado, pero quizás más importante
en el día a día de la comunidad que lo acogía y, sobre todo, más destacado por
desaparecido.
Según el inventario
del Patrimonio Cultural Inmaterial en el Bierzo impulsado por el Instituto de
Estudios Bercianos: “Un filandón, o
fiandón, fiendeiro o fiandeiro es una reunión informal entre varias personas,
normalmente vecinos de una misma localidad, para socializar y entretenerse en
las largas noches (…)”
Las imágenes
y las palabras van haciendo un recorrido por la sociedad, la cultura, la
política o la economía del valle de Fornela y sus tradiciones, incluido el
patrimonio gastronómico con distintas mujeres que hacen botillo o fisuelos (miñuelo) o el ver plasmado el origen
etimológico de la palabra filandón, cuando las mujeres hilan y cosen unos
calcetines (carpius).
La cinta es un goce para los sentidos y podemos quedar prendados viendo como
los paisanos prenden una lumbre, base
del hogar y del filandón, pero también escuchando historias como la de Pascualón, el hombre que estaba labrando
y lo abordó un lobo pidiéndole un buey. Leyendas y cuentos que conformaban una
rica literatura oral.
También otras interesantes tradiciones y juegos como el de irse pasando un palo
encendido mientras recitan un pegadizo "repico, repico, vuelvo a repicar, si
en tus manos muere, tú lo has de pagar".
Canciones de tradición oral, como la “canción triste de Esteban”, que canta y
cuenta la historia de Esteban Ramón y que reflejan como la memoria colectiva de
Fornela fue transmitiendo generación tras generación, a pesar de su
prohibición, la historia de la represión franquista en un valle tan castigado,
y el compromiso antifranquista de sus gentes. Hechos que también se reflejan en
los testimonios de quienes participan en el filandón y dan buena cuenta de la
crueldad de la misma y del miedo que provocaban en muchos vecinos. Por ejemplo,
la mujer que cuenta que evitaba encontrarse con los guerrilleros para no tener
que delatarlos cuando les preguntaba la Guardia Civil. También relatos como la
fuga de unos presos del campo de trabajo forzado de Fabero con la ayuda del Santeiro como Amadeo Ramón Valledor, (a
quien acompañaron Domingo Villar Torres y Gerardo Canedo González), los
fusilamientos en Ocero y en el patio de San Marcos en León.
En la conversación también hay momentos para los chistes picantes, las
adivinanzas, o las canciones de aventuras de mozos, incluso una divertida
historia de caza en el vecino valle de Burbia y la Bustarga qué despierta
grandes carcajadas entre los presentes.
Un entretenido filandón que termina cuando uno dice que “tiene que marchar” que
al día siguiente tiene que "despachar " a las vacas y el resto le
acompaña progresivamente.
Aunque habrá
espacio para una última historia de osos, que al igual que la mencionada de
lobos, son características de las sociedades ganaderas de las montañas del
noroeste español. En este caso, un relato que narra la tan característica
pérdida del habla de una persona al encontrarse con un oso, historias que en
otras zonas también se reproduce al avistar una manada de lobos. Finalmente, los
dos últimos en abandonar la reunión, deshacen la lumbre y pechan la puerta, "mañana es otro día que hay que atender al
ganado".
El documental
termina con una imagen de la perganza y el humo de las últimas brasas. Una
metáfora de las últimas palabras del último filandón fornelo, que se
complementa con los nombres de los últimos participantes.
Hoy hemos querido hacer un artículo coral, colectivo, comunal, vecinal, en este
caso basado en los testimonios escritos, pero que recogen ese espíritu de la
tradición oral del filandón. Y con Primitivo Martínez Fernández, ex sacerdote,
profesor y escritor fornelo y su definición, vamos a ir dando por terminado
este texto:
“El filandón era la escuela nocturna, la universidad de Fornela, donde todo
el pueblo narraba y aprendía y la soledad compartía durante las frías y largas
noches que sin luces se quebraban al socaire del fuego y del gabuzo pergancero
que con tenue luz desdibujaba los macilentos rostros, propicios para contar
historias de miedo y de misterio, de brujas y hambrientos lobos y de ánimas en
pena que rondaban por el pueblo envueltas en la oscuridad, como boca de lobo;
pero el pueblo estaba unido y con la imaginación viajaba del mundo todos los
senderos, aunque ya no siempre se hilase, "filase", de ahí el bautizo
de "filandón" fornelo”.”
Se puede acceder al documental completo, pinchando aquí.
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