Cuando
no había transcurrido ni un mes, el 10 de febrero son las oficinas de Antracitas
de la Silva, en Torre del Bierzo, quien sufre un nuevo atentando. Esta vez
reivindicado por el GRAPO. La nota manuscrita señala: "El GRAPO avisa al
ingeniero. Tú serás el próximo". Estos hechos suponen la extensión de las
actividades de los GRAPO y el PCE (r) desde Laciana y Fabero, donde habían
operado hasta ahora, a la cuenca del Bierzo Alto.
Las
pesquisas policiales apuntan a diversas causas, desde las “cortinas de humo”
para tapar el atentado de Brañuelas hasta las venganzas frente al ingeniero por
sus enfrentamientos con los mineros en Minas de Ventana (donde había trabajado
previamente). El empresario Feliciano Abella no se quiere pronunciar, pero no
niega que las explosiones pudiesen haber sido con material de la explotación:
“para robarte un par de kilos, se la llevan y no te enteras”, declaró. CCOO y
UGT apuntan ahora a grupos al margen de los GRAPO para confundir a los
trabajadores. Y fuentes de “toda solvencia” informan al El País que
investigadores policiales tratan de encontrar a miembros del grupo armado por
los pueblos mineros.
En
el mes de mayo 20 vecinos de Villaseca de Laciana son detenidos por su
vinculación con los GRAPO y el PCE (r), aunque no encuentran relación con los
hechos descritos. En junio los "Círculos Obreros de la MSP”, de carácter
clandestino, y con vínculos con estas organizaciones ilegales, reparten
propaganda en Laciana que llama la atención de la policía. Las octavillas
propugnan la disolución de las centrales sindicales y sabotajes contra la
empresa. Piden la dimisión de los delegados sindicales, “medidas de
escarmiento” y “mano dura" con
ellos, y proponen el boicot a las próximas elecciones sindicales mediante la
"destrucción de las urnas".
Manuel Lastra, secretario comarcal de CCOO, declara
a la prensa que hasta entonces los panfletos estaban "mal redactados"
y aparecían una vez al año. “Sospechosamente” coincidiendo con las elecciones
sindicales o la negociación de convenios colectivos, “desapareciendo después”.
Los análisis sobre el terrorismo ocupan un lugar
central en los documentos congresuales o de situación en las CCOO de la época.
Marcelino Camacho define al GRAPO cómo un “instrumento oscuro de la provocación
fascista”. La Confederación cree que el terrorismo tiene un efecto
desmovilizador, reduciendo las acciones de masas, destruyen la democracia,
generan miedo en unos, impotencia e impaciencia en otros y derechizan a los
sectores centristas.
Los sucesos nunca se esclarecieron, sobre ellos cayó
un manto de olvido que continúa hasta hoy, 40 años después.
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