Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

viernes, 17 de diciembre de 2021

María, la madre de todas las huelgas

Esta semana ha saltado a la primera plana de los medios de comunicación el proceso de rehabilitación del Pozo María en Caboalles de Abajo. El pasado día 4 de diciembre de este 2021, día de Santa Bárbara, se fallaba el XVIII Concurso de Microrrelatos Mineros Manuel Nevado Madrid de la Fundación Juan Muñiz Zapico de CCOO de Asturias.

Como apunta en su página de Facebook la fundación, el Accésit Testimonio Histórico fue para Alejandro Martínez Rodríguez por MARÍA, LA MADRE DE TODAS LAS HUELGAS. Un relato sobre el inicio de la huelga de 1962 en el valle de Laciana, y por tanto, en la provincia de León.

Aunque podemos afirmar que es una coincidencia, pues la publicación de este relato ya estaba planificada de antemano, aprovechamos la casualidad como motivo para reivindicar que la musealización de estos espacios industriales no pueden olvidar a uno de los elementos centrales que le hicieron ser el espacio icónico que hoy son, el movimiento obrero.

El resto de relatos premiados se pueden consultar aquí:

 “María, la madre de todas las huelgas

 

El maíz es el alimento de las gallinas y yo no soy un gallina, pensó cuando vio la plaza del pozo llena de maíz y le espetó a su compañero. ¡Hay que parar! ¿O qué somos pitas?.

-¡Calla, oh!, Que paren otros, que nos van a moler a palos en el cuartel de Villablino.

Hace días que las vagonetas salen pintadas con tiza: “O nos aumentan los salarios, o nos unimos a los asturianos”. Al norte de la cordillera cantábrica llevan casi un mes en huelga y en Laciana la situación se vive entre el miedo y la expectación, todos quieren parar, pero nadie quiere ser el primero.

La noche del 4 al 5 de mayo de 1962 fue larga para los militantes comunistas del Pozo María. Una mezcla de miedo y emoción, a partes iguales, recorre su cuerpo. Una arriesgada acción con la que estaban a punto de hacer historia. Con esta preparamos la madre que la parió, dice Aníbal a Tomás y Belarmino mientras siembran cereal entre escombros y estériles.

El maíz brilla con los primeros rayos de sol, es un piquete informativo mudo pero tremendamente ruidoso. En el cuarto de aseo nadie habla pero todo el mundo entiende. Las miradas son penetrantes, no matan, pero paralizan.

 

Cago en dios, que nos muelen, que nos muelen a palos, murmura el minero entre dientes, como masticando las palabras. Calla la boca y tira la lámpara al montón, que no somos pitas, balbucea insistente su compañero.

 

La sirena suena pero ningún minero la escucha. Las lámparas se apagan sin haberse encendido. El eco de las voces de los obreros resuena a pesar de su silencio. La tensión contenida estalla, el tiempo detenido se acelera. La percha no baja, el carbón no sube, la jaula no baja. La adrenalina recorre el cuerpo de los huelguistas. Un respiro de alivio el de los sembradores, que ven su cosecha crecer. La radio local anuncia el Estado de Excepción en un país en el que ya era la norma. “En la cuenca minera de Villablino se respira un ambiente extraordinario”, anuncia una carta con destino a otra radio, La Pirenaica. 

 

La fuerza pública se mueve para evitar el paro. Los mineros han decidido parar, y sin embargo, algo se mueve. Los esquiroles quieren trabajar, los de las chaquetas vagas les quieren ayudar, las mujeres se lo quieren impedir. Cada contracción acerca el parto.

El 2 de mayo el Real Madrid pierde la final de la Copa de Europa contra el Benfica. El 5 los mineros de María paren una nueva huelga. El 7, para todo el valle de Laciana. Una explosión por simpatía que, en Franco y su dictadura, produce una enorme antipatía.

Mayo es el mes de María. El mes de la luz. El mes de las flores. El mes del deshielo. El mes en que la vida brota. En mayo María baja de los cielos. Sin embargo, ese año en la España nacional católica, María no bajó de los cielos, subió de la mina. La madre de todos, con pecado original y con dolor, parió a aquella criatura tan hermosa. La madre de todas las huelgas. En ocasiones, de lo más oscuro sale lo más brillante y de lo más silencioso, un grito atronador. Ese mayo dio a la luz una huelga silenciosa que hacía florecer las esperanzas de una España mejor.

Tienes razón compañero, no somos pitas.”


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