Hoy, 16 de agosto, se celebra la festividad de San Roque en numerosos pueblos de El Bierzo y Laciana, desde Villablino a Langre, desde Ponferrada hasta Moreda o desde Torre del Bierzo a Puente Domingo Florez, por citar únicamente algunos. Unas fiestas que suelen coincidir con el puente de agosto y que sin embargo, este año serán diferentes por la pandemia del coronavirus.
Ponferrada renueva cada
año, y van 420 desde el 1600, el Voto de Villa. La ofrenda de uvas tempranas y
la procesión desde la iglesia de San Pedro hasta la basílica de la Encina, agradece
al santo la supuesta intercesión para erradicar la peste que asoló a la ciudad
en 1576 y en 1599.
En un momento marcado por la Covid 19, desde Nuestra Historia queremos dar a conocer las epidemias que sufrió la comarca berciana desde el siglo XVI. Un recorrido por sus orígenes, formas de combatirlas o las repercusiones económicas y sociales que han tenido. Para ello hemos escogido 3 formatos, una entrevista, un artículo y un libro.
1. La entrevista “El
Bierzo, una historia de epidemias” fue realizada el pasado 30 de marzo al
historiador, Francisco Balado en la cadena SER. En ella nos acerca a las
principales epidemias y pandemias que arrasaron la comarca en tiempos pasados.
2.
El libro "Epidemias en El Bierzo durante la Época Contemporánea"
del también historiador Miguel José García, “Jota”, explica que las epidemias
de los siglos XIX y XX provocaron más muertes que todas las guerras en la comarca.
3. El
artículo "Las 7 plagas que asolaron al Bierzo antes del COVID-19
… del cólera al tifus, hasta la gripe ‘española’ justo hace un siglo"
de la periodista Vanessa Silván fue publicado en Infobierzo incluye gráficos,
infografías y una presentación. El texto lo reproducimos a continuación:
"Las 7 plagas
que asolaron al Bierzo antes del COVID-19 … del cólera al tifus, hasta la gripe
‘española’ justo hace un siglo"
Las ‘plagas’ que azotan en la actualidad al Bierzo son las de la despoblación y el desempleo, con unas consecuencias que van más allá del abandono de los pueblos (envejecimiento, pérdida de terreno cultivable, riesgo de incendios, aislamiento o falta de servicios). Pero en los siglos pasados fueron otras las que castigaron a la comarca y diezmaron buena parte de su población, mucho más que la miseria, el hambre o la guerra. Entre los siglos XIX y XX, miles de bercianos perdieron la vida como consecuencia de una serie de enfermedades infecciosas que se extendieron como epidemias por todos los rincones.
La peste, tres oleadas de cólera y un rebrote, tifus y la gripe española. Esas fueron las siete plagas que cayeron sobre el Bierzo, provocando “más muertes que todas las guerras”. Así lo recoge el historiador Miguel J. García González ‘Jota’ en su libro ‘Epidemias en el Bierzo durante la época contemporánea’. La primera de esas epidemias en llegar fue la peste hace ya 210 años, coincidiendo con la invasión del ejército francés en enero de 1809, dentro de la Guerra de la Independencia Española.
Durante ese tiempo, la tasa de mortalidad de Ponferrada se elevaría hasta el 70% (un 11,5% de los fallecidos eran militares) en una combinación de infecciones, enfrentamientos armados, asesinatos de civiles y pérdida de cosechas, que se fue extendiendo por la geografía berciana. “Las pestes pútridas obligaron a habilitar otros cementerios distintos a las iglesias”, apunta García González, que recoge la orden del rector de la Encina para que no se enterrase en el templo “hasta adquirir cal para evitar un contagio”. Su víctimas no estaban solo entre el populacho, afectó también a los estamentos médicos y militares, a funcionarios y religiosos.
El primer golpe del cólera
El siguiente golpe llegaría 25 años después. El cólera. Esta infección intestinal aguda causada por la ingestión de alimentos o agua contaminados por la bacteria V. cholerae puede causar la muerte en cuestión de horas si no se trata y a lo largo del siglo XIX España fue víctima de una serie de brotes del llamado cólera morbo asíatico -hasta cuatro pandemias- que causaron la muerte a unas 800.000 personas. La comarca berciana no se libró de la primera oleada de una enfermedad que se iba a convertir en la epidemia más letal, mortífera y temible.
La bacteria llegó desde la India, tras cruzar Europa y recorrer miles de kilómetros durante años, para provocar los primeros casos a principios de 1833 en el puerto de Vigo. Los primeros casos en el Bierzo no empezarían a registrarse hasta agosto del año siguiente. El médico Diego Antonio González, enviado a Molinaseca por la Junta de Sanidad de Ponferrada, advierte el 11 de agosto de 1834 que “de ocho días a esta parte, existen enfermedades sospechosas” y comenzaba a creer que podría ser “el cólera de la India”. El número de enfermos en esta villa peregrina es alarmante e, incluso, se ordena el cierre del puerto de Foncebadón y Manzanal “a los enfermos o sospechosos”. “Se hace indispensable que se ponga a dicho pueblo en estado de incomunicación absoluta”, aconsejaba el presidente de la Junta Provincial de Sanidad.
El cólera se extendió también a Ponferrada, que con 500 enfermos de 2.490 habitantes fue uno de los 23 pueblos de la provincia de León invadidos por el cólera y proporcionalmente con el mayor número de afectados junto a Molinaseca -89 vecinos de 354 habitantes-. La epidemia en la capital berciana duraría hasta mediados de octubre y la peligrosa bacteria sería también responsable de otros casos contados registrados en Cubillos, Villafranca del Bierzo y Cacabelos.
El tifus en ‘o ano da fame’
El año 1853 fue conocido como ‘o ano da fame’ y en Villafranca del Bierzo a la pérdida de cosechas y la destrucción del viñedo berciano a causa del oidio (1852-1861) se suma un brote de fiebres tifoideas y tifus. Según cuenta García González, en aquellos momentos la villa del Burbia contaba con una población de unos 500 habitantes, más otro centenar de personas ‘transeúntes’. El tifus -que es una enfermedad transmitida por una pulga a diferencia de las fiebres tifoideas, que es por agua o alimentos contaminados- afectó a 858 personas, de las que 66 fallecieron.
La mayoría eran niños y adultos de las familias con peores condiciones higiénicas, aunque también hubo contagios entre la clase más privilegiada. Ante esta situación, el Gobierno aprobaba la entrega de 10. 132 reales “para socorrer al pueblo de Villafranca del Vierzo, afligido por una epidemia y que ha agotado cuantos recursos tenía en auxiliar a los desgraciados habitantes de las provincias de Galicia a su paso por él”. A ello se sumaban los donativos de la reina, que tardaron en llegar y finalmente se quedaron en apenas 1.188 reales.
El segundo golpe del cólera y el rebrote de 1856
Se calcula que uno de cada diecinueve españoles se vio afectado por la segunda epidemia de cólera, que llegó al Bierzo Oeste el 25 de julio de 1855 con el registro del primer caso en Villafranca, por contagio de un betanceiro (natural de Betanzos). En esos días el alcalde de Vega de Valcarce informaba de la muerte por cólera del peón caminero de Ambasmestas y del contagio de otras cinco personas.
La epidemia se fue extendiendo, siendo Villafranca su núcleo duro, con “las familias pudientes, los eclesiásticos y la mayoría de las autoridades municipales abandonando la villa y dejando sus comercios y casas cerradas vigiladas por los asalariados que también huían. No había nadie que quisiera enterrar los cadáveres ni médicos que quisieran tratar a esos enfermos “que prefieren que los detengan presos antes de ir al Bierzo”, según recoge El Clamor Popular, que considera el hecho “escandaloso por lo inhumanitario”.
Unido a la crisis agrícola y la subida de los precios, esta segunda oleada de cólera afectó a buena parte de los pueblos bercianos, escribe el historiador, ensañándose “con los estratos sociales más bajos sumidos en la miseria y la falta de higiene”. Decenas de personas fallecieron en Corullón, Molinaseca, Vega de Valcarce, San Julián, Folgoso de la Ribera, Albares, Valtuille de Arriba, Oencia, Cacabelos, Toral de los Vados, Trabadelo, Camponaraya y Bembibre.
Ponferrada había librado bastante bien la segunda epidemia de cólera, pero en verano de 1856 un rebrote invadió “ferozmente” la capital berciana dejando 30 víctimas en apenas 48 días -que llegarían a los 96 a mediados de septiembre-. En esta ocasión la enfermedad se concentró mayoritariamente en la villa y sus alrededores, con otros casos en San Juan de Paluezas, Toral de Merayo, Paradela del Río, Los Barrios, San Andrés de Montejos o Valdecañada.
El tercer golpe del cólera
Las epidemias no abandonaron la comarca, que de cuando en cuando arrasaban alguna población en forma de tifus o viruelas negras, pero nada en comparación con la llegada de la tercera oleada de cólera en 1885, que hizo su incursión desde Valdeorras y se cebó con los municipios de Vega de Valcarce, Trabadelo y Villadecanes. Los resultados de la plaga fueron catastróficos con 111 personas contagiadas y 48 muertos, destacando su “letalidad”.
En esa época hay otra enfermedad que comienza a estar muy presente en el día a día de la comarca. Es la difteria (cólera de la niñez), que se convierte en endémica. En Otero de Villadecanes fallecieron 34 párvulos en 1885 y en Calamocos dejó otros 30 niños fallecidos en 1896, entre otros casos. A ella se unirían brotes de sarampión, tos ferina, escarlatina o tifus.
La gripe española
La pandemia de gripe tuvo un letal impacto entre 1918 y 1919, causando en todo el país más de 250.000 muertes -entre 25 y 50 millones en el mundo-. Explica el historiador García González que el adjetivo de “española” no es debido a que tuviera su origen aquí, sino que en esos años de la Gran Guerra en los que España se mantuvo neutral, las primeras noticias de la epidemia partieron de aquí sin la censura militar impuesta en las demás naciones. “Esa gripe que llaman la española no sé a santo de qué, pues simultáneamente ha hecho su aparición en toda Europa ¡Ni que se presentara el microbio enemigo vistiendo de corto y con la guitarra a la espalda”, recogía el periódico La Vanguardia.
Y la gripe española invadió un Bierzo que empezaba a sentir el boom minero de la mano de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), con la construcción paralela de la línea férrea entre Ponferrada y Villablino, mientras seguían los ecos de la filoxera que había supuesto unas importantes pérdidas en el campo y forzado a la inmigración a muchos bercianos y en la capital berciana empezaba a desarrollarse una pequeña burguesía. Llegó en tres oleadas, dos más “flojas” en la primavera del 18 y el invierno del 19 y un”trancazo” en el otoño del 18, que elevó entre octubre y diciembre de ese año la tasa bruta de mortalidad en un 300% respecto a la media mensual de los cinco años anteriores.
La declaración oficial de epidemia no llegó hasta el 13 de octubre. Tarde. Ya se había extendido y los primeros casos ya se contaban en Molinaseca y Villafranca, la más afectada junto con Ponferrada. Así, se dejó sentir entre los trabajadores del nuevo ferrocarril de la MSP, “que de 4.200 se redujeron a 1.800 durante un mes por enfermedad”, y castigó a Toreno -la más afectada proporcionalmente con 25 muertos sólo en octubre-, Corullón, Toral de los Vados o Arganza. Menor indicidencia tuvo en otros municipios florecientes como Bembibre o Cacabelos.
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