El 18 de julio de 1936 se
produjo el golpe de Estado contra la II República Española. El fracaso del
golpe militar dará comienzo a la Guerra Civil. En El Bierzo y Laciana, dos
comarcas de amplia base obrera y republicana, el golpe fracasa. Sin embargo,
poco a poco irán perdiendo por la fuerza de las armas lo que habían ganado con
la fuerza de las urnas. El 21 de julio Ponferrada cae en manos fascistas, el 3
de agosto lo hará Villablino y el foco de resistencia más activo, Fabero, en la
noche del 20 al 21 de agosto. Comienza la dictadura franquista.
Hoy, 84 años después,
os propongo mirar a través de los ojos de un niño. Conocer lo que sucedió el
día del golpe, las informaciones escasas y confusas, el miedo o la represión en
un pequeño pueblo minero de El Bierzo, Langre (Berlanga del Bierzo). Las
imágenes de lo que sucedió entonces se quedaron grabadas en la retina de un
niño de la guerra, Vicente Moreira Picorel, que nos relata que “todo aquel
movimiento que había entonces, antes del levantamiento militar… es cómo si se
calmara, cómo si la gente dejara de respirar. Ya la gente se temía lo peor”.
La
entrevista fue realizada por la Universidad de San Diego (California) en 2008.
Un testimonio de la vida de Moreira que comienza explicando la convivencia
en Langre, el sindicalismo minero, la República o como los niños escribían carteles
con lemas como “viva Azaña” o “muera el fascismo” y los pegaban por el pueblo.
La vídeo entrevista, que podéis encontrar pulsando
aquí, está compuesta de 8 partes. Es un testimonio largo, de los
cuales hoy os propongo ver las 2 primeras partes. En ellas Vicente narra con
todo lujo de detalles cómo el 22 de agosto los falangistas entran en Langre. En
el ejercicio de memoria explica cómo siendo niño huye, se refugia y duerme en el
monte, describe la alegría de reencontrarse con su madre, su camino andando a
Sorbeda del Sil o la última comida familiar con su madre, un vaso de agua con
azúcar en el monte Rellano.
Con amargura explica cómo
su madre, a pesar del peligro, algo que atribuye a la ignorancia, decide volver
a Langre. Narra su detención junto al hermano mayor en San Miguel de Langre,
las torturas que recibe en Toreno del Sil. Allí, el joven Valentín, de 14 años,
escucha esos "gritos de horror" que no se desprenderán de su cabeza
nunca y cómo consigue escapar. Una suerte distinta a la de su madre. Isabel
Picorel, vecina de Langre, de 42 años, que fue asesinada por falangistas el 28
de agosto de 1936 en Fresnedo. Junto a ella Cipriano
Alonso, de 44 años y también vecino de Langre; Sergio Rodríguez, de 27 y Bernardino
Carro, de 21, ambos vecinos de Tombrio de Arriba. Su cadáver, hasta su
exhumación, formaba parte de una de las ocho fosas comunes del Ayuntamiento de
Cubillos del Sil.
El relato explica la
dureza de la represión y sus medios, la solidaridad vecinal y las sospechas de
delaciones entre vecinos. Valentín huyó de su reclusión en Toreno y se refugió
en el Barrio de Langre, donde le dan de comer y se esconde en un pajar. Los
falangistas, tras una denuncia, clavan con horquillas en la hierba para
buscarlo. No lo encuentran, y desde allí, junto a Vicente y Ramón, los tres niños
de 14, 13 y 11 años emprenden un largo viaje hasta Asturias. Van por los
pueblos pidiendo pan.
Moreira recuerda cómo
en Cangas del Narcea encuentran a su padre, minero alistado al ejército republicano.
Recuerdos familiares que se mezclan con los infantiles, cómo la emoción de ver por
primera vez un columpio. Explica su traslado en camiones a Trubia desde Grado o
su llegada a Gijón.
"Nos llamaban
refugiados", recordaba Vicente Moreira, quien desconocía el significado de
esa palabra. Cómo también desconocía que ese no sería su destino definitivo.
Este largo periplo lo llevará hasta la URSS en septiembre de 1937, formando
parte del largo contingente de niños de la guerra.
La mira infantil
explica su salida desde Gijón en el buque soviético “Cooperación”, su llegada a
Francia, su trasbordo al “Félix Dzerzhinski”, las trabas diplomáticas del
gobierno inglés o la "apoteósica" acogida del pueblo de Leningrado.
"Íbamos llenos de
miseria", explicaba Vicente Moreira en la entrevista. Una cuestión que se
refleja en una anécdota realmente descriptiva. Lo que más le impresionó al niño
a su llegada a la Unión Soviética y a la Casa Infantil de Leningrado fue que "desde
los chanclos hasta la gorra, toda la ropa era nueva".
El testimonio de vida
recorre su historia desde su llegada a la URSS, la II Guerra Mundial, su formación
cómo un maestro de las artes plásticas, hasta la vuelta a la España franquista.
Un recorrido por la compleja vida de un niño al que el fascismo le había a
arrebatado su infancia, su familia y su patria.
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