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viernes, 21 de junio de 2024

Francisco Beltrán, algunos hechos relevantes de su “compromiso temporal”

“Nosotros estábamos en la brecha y había que trabajar, echar leña al fuego (…)  no dejaban moverse a nadie y nosotros decíamos que no, que había que moverse”. Estas palabras las pronunciaba el párroco Francisco Beltrán

el 1 de octubre del 2018, en la que posiblemente fuese su última entrevista y que tuvimos el honor de realizar. Menos de un año le restaba de vida, y aunque la enfermedad estaba avanzada, todavía tenía recuerdos grabados a fuego y destellos de lucidez propios de una mente extraordinaria que se resistía a la enfermedad y al paso del tiempo.

Hoy vamos a repasar algunos hechos de su militancia antifranquista y su “compromiso temporal” con la clase trabajadora desde su llegada a El Bierzo en 1959. En la “ciudad del dólar” a la que llega Francisco Beltrán el crecimiento económico y la desigualdad social iban de la mano. En la comarca existe un ambiente político de desafección al régimen. A ello contribuye la Iglesia, que reconoce que “en la zona minera de Ponferrada el estado religioso es lamentable, debido a la escasez de sacerdotes y al egoísmo de las empresas.”

En ese panorama, comenzaban a intervenir una generación de religiosos ligados a la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), que sin ser muy numerosos, eran muy influyentes y colaboraron con los movimientos obreros. En la primavera de 1962, tres años después de la llegada de Beltrán a Ponferrada, estallará una oleada huelguística que llegará a la capital berciana el sábado 19 de mayo con paros en los lavaderos de MSP, la fábrica de briquetas y la Central Térmica. Antes de este estallido Francisco Beltrán, como consiliario interparroquial de Cáritas y diocesano de la HOAC, había organizado una colecta. Después, junto al sacerdote José María Arroyo y otros militantes hoacistas, publicaron una Hoja parroquial de “Mano Abierta” apoyándola, con gran éxito y un apercibimiento por parte del obispo Marcelo. Una publicación que poco tiempo después denuncia que “El paro EN SI MISMO ES UN MAL MORAL antes de ser un mal económico” ante los despidos en la siderúrgica Roldán.

La Acción Católica se irá extendiendo y los nuevos militantes, obreros en su mayoría, serán formados en la doctrina del apostolado social de la iglesia por el propio Beltrán. La HOAC es una organización legal pero reprimida con grupos en distintos pueblos, especialmente mineros. Como el militante hoacista de Berlanga del Bierzo, Gerardo Lobo, el acoso a los seminarios en Matarrosa y a distintos párrocos de la cuenca del Sil, especialmente Javier Rodríguez Sotuela, ante lo que tiene que intervenir Beltrán en calidad de Provicario de la Región de El Bierzo.

En enero de 1964 Beltrán colabora en la lucha de los trabajadores de Endesa frente a los miles de despidos que la eléctrica plantea al término de la construcción de las numerosas obras del complejo minero energético. En una lucha, no exenta de complicaciones, donde comienza a colaborar con militantes del PCE. No solo mediante el uso de los medios ilegales, sino los alegales (apoyo a las comisiones de obreros) y legales, como el apoyo para las elecciones a enlaces del sindicato vertical del que el párroco es asesor desde febrero de 1963, aunque no ejerza.

Con estos antecedentes no es casual que el obispo de Astorga, Marcelo González, se niega a otorgar oficialidad a la HOAC de esta diócesis y aconseja al consiliario ponferradino trasladarse a Madrid para hacerse cargo de la Secretaría de la Comisión Episcopal de Apostolado Social. Un mensaje que el propio Beltrán comprende que es un "puente de plata" para eliminarle, un hecho que el prelado astorgano lejos de negar reconoce en un intercambio epistolar subido de tono.

En mayo de 1967 rechaza ofrecer la misa de San José Artesano, el 1 de mayo, escudándose en compromisos previos. Lo cierto es que la Organización Sindical del régimen es consciente de sus “actuaciones (…) bastante activas en la oposición”. Los recelos irán en aumento y su caso llega hasta el Consejo Provincial del Movimiento del 19 de abril de 1968. Allí lo acusan de ser un “Sacerdote que adoptaba una actitud claramente contraria a los principios del Movimiento Nacional”. Lejos de amilanarse, días después, con ocasión del día internacional de los trabajadores de 1968 publica un artículo titulado “La clase obrera despierta, sufre, se organiza y lucha”. En él se carga contra el paro, la congelación salarial, la inflación o las pensiones. El texto levanta ampollas entre las autoridades franquistas, que aprovechan para recriminar su apoyo a las huelgas mineras o su residencia en Madrid por motivos de estudio sin autorización.

Su formación como sociólogo le permite, junto a Álvarez de Paz y José María Araujo, realizar radiografías que demuestran que en barrios obreros como Cuatro Vientos o Flores del Sil, la emigración, podría llegar al 20% o denunciar las condiciones del servicio doméstico y los resultados son leídos en las iglesias para vergüenza de la burguesía local.

En los primeros 70 su implicación con el movimiento obrero crecerá. Los informes internos del régimen destacan “su agresividad” con el Sindicato Vertical y su apoyo a los trabajadores que entraban en huelga prestando locales parroquiales. Ese año, por intermediación del dirigente comunista Víctor Bayón, Francisco Beltrán, que también es abogado, se compromete a defender “los casos de comisiones” junto a Luis Otaduy. Incluso en 1972 colaborará con las Comisiones Obreras bercianas en la elaboración de un proyecto alternativo para la Ordenanza Laboral de la Minería.

Desde 1974
impulsó una Asociación familiar que, respetando la legalidad franquista, sirvió de impulso para la convergencia de la oposición. Un germen de asociacionismo vecinal en el que participan miembros de CCOO, católicos, comunistas, carlistas y democratacristianos. Sus reivindicaciones unían la extensión de derechos y desarrollo social a la ciudadanía, por tanto, englobarían desde la construcción de guarderías a viviendas o centros de salud.

Además, junto con José Álvarez de Paz y José Ramón López Gavela, quienes ya participaban en la oposición democrática como militantes del Partido Socialista Federal, impartió charlas en la Asociación de Alumnos de Escuelas sindicales. Allí trabajaron sobre aspectos como las relaciones laborales o como serían los sindicatos democráticos.

Francisco Beltrán también tuvo un papel destacado durante el período que se conoce como Transición a la democracia pese a no ser uno de los rostros reconocibles en los medios de comunicación. Destaca la firma del “Comunicado conjunto de 32 políticos de la oposición” en julio de 1976 impulsado por la Junta Democrática que abogaba por las libertades democráticas.

Su parroquia de San Antonio de Ponferrada acogerá unas “Jornadas de estudio y reflexión cristiana” tras las cuales fue requerido por el gobernador civil y el obispo para saber si se había hablado de la “amnistía” y en la que sobrevuela una multa, incluso la cárcel, ante lo que afirma que le interesaría ir al monasterio de Samos.

El párroco también colaboró en la reconstrucción de las organizaciones socialistas UGT y el PSOE junto a Andrés Fernández, José Álvarez de Paz o José Ramón López Gavela (hermano del futuro alcalde Celso López Gavela). En junio de 1978 trabajo con UGT en la asesoría jurídica y redactó un informe sobre su configuración en El Bierzo.

Beltrán se movía en los cauces legales, pero no cómo un soporte del régimen, sino con intención de subvertirlo forzando su propia legalidad y ensanchando los espacios de libertad. Una persona educada en el franquismo, que podría haber optado por la posición acomodaticia que la dictadura ofrecía a los cargos eclesiásticos, pero que se rebela frente a él y crea un cisma difícilmente digerible para las jerarquías de la iglesia y de la dictadura.

El trabajo de Beltrán durante la dictadura comenzó a salir a la luz a lo largo de la Transición a la democracia, pues las redes que había ido tejiendo le permitieron oficiar de punto de encuentro entre las distintas tendencias democratizadoras y en especial facilitar la reorganización de los grupos socialistas. Tal fue su protagonismo en la reorganización socialista, que se llegó a plantear entre sus primeros dirigentes la candidatura de Francisco Beltrán al ayuntamiento de Ponferrada en los comicios de 1979, puesto que finalmente ocupó Celso López Gavela.

 

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