El 12 de junio se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Y desde “Nuestra Historia, El Bierzo y Laciana” queremos contribuir con un pedazo de esa historia más negra, la de explotación que se vivió en estas comarcas con el trabajo de niñas y niños y que se reprodujo hasta, por lo menos, los años 70.
En la cuenca de Fabero
la puesta en marcha del sector, coincidió con la I Guerra Mundial. En ese
momento en toda España la política laboral en la minería, estuvo dirigida a
garantizar el reclutamiento de la mano de obra y evitar un aumento del coste de la fuerza de trabajo.
El Estado promulga la exención del servicio militar y se levanta la prohibición
de trabajo femenino e infantil. Posteriormente, aunque se recupera su
prohibición, no se elimina la práctica por la connivencia de dos necesidades. La necesidad
de mano de obra de las empresas y las necesidades de las familias obreras y
campesinas de la zona de un jornal.
Hoy vamos a contar parte de esta historia a través de un reportaje sobre Fabero firmado por Cayetano Redondo, director del periódico El Socialista y publicado en su número 6725 correspondiente al 28 de agosto 1930.
La crónica comienza en
Toreno y está enmarcada en “una campaña de propaganda societaria” que Cayetano
Redondo (que sería alcalde de Madrid) lleva a cabo por los pueblos mineros de
la provincia de León y Palencia organizada por el Sindicato Minero Castellano
(afecto a UGT). Una nota periodística que comienza con la historia de
“Santiagón el de Morcín”.
La historia de
Santiagón, marcada por una infidelidad de su mujer con un cura, al que acaba
matando y le hará pasar por la cárcel, se puede leer en el número original. No
la reproducimos aquí por su extensión, pero si queremos poner de relieve el
contexto machista en el que se escribe. Así las líneas de El Socialista recogen
que Santiagón “halló la hembra rijosa y no la
mujer honesta, compañera, amante y sufrida, que ennoblece y dulcifica la vida
del hombre”, reflejo de la sociedad patriarcal en las organizaciones obreras
más avanzadas. Además, nos cuenta su periplo por distintas cárceles españolas
del momento. Episodios de una vida que fue recogida por Eduardo Zamacois en su
Obra «Los muertos vivos».
El
texto al que nos referimos además de denunciar el trabajo infantil en Fabero,
hace una crónica del primer acto socialista en la localidad minera, celebrado el
18 de agosto de 1930. Las páginas de El Socialista se hacen eco del atraso
económico y social de la localidad y de su infancia, que intuyen “vivirán
poco y morirán sin haber gozado de la inefable alegría de ser niños”.
En el segundo semestre
de 1930 Fabero sale hasta en 6 ocasiones en El Socialista. La primera en una
crónica sobre la visita a Laciana que comienza "Desde Fabero -con el
recuerdo del tristísimo de sus niños escuálidos que ya conocen el atormentado
laborar en la mina (...)". En números posteriores volverá sobre el tema,
hablando del cura de Fabero que había dado “una conferencia con la pretensión
de refutar lo que días pasados habló en su hermosa charla el camarada Cayetano
- Redondo.” El rotativo responde a las
acusaciones del párroco de forma contundente: “¿Habéis visto alguna vez a ese
señor dar conferencias para defender la vida siempre en peligro, de los trabajadores
mineros? No, eso no. No pertenece a su programa.”
Incluso Fabero será
citado por la celebración del primer matrimonio civil de la localidad, entre el
militante Domingo Vázquez y Leonides Pérez.
Es precisamente en este
año en el que el SMC alcanza su apogeo. Registrado legalmente el 10 de junio de 1930 con la denominación de
Sindicato Minero Castellano de Fabero su sede social estaba en el número 3 de
la calle Real y su líder será Constantino Prada.
Sin embargo, a partir
del año siguiente la mala gestión interna, las deudas con los órganos
superiores y la llegada de dirigentes anarcosindicalistas acabarán por hacer
desaparecer el movimiento socialista de Fabero. El impulso que vive la CNT y el
Sindicato Único Minero, asociado a esta, hará que desde entonces y hasta la
revolución de 1933, desaparezca Fabero de las páginas de El Socialista, como
reflejo de la desarticulación del PSOE y SMC-UGT en la localidad.
A continuación
reproducimos el artículo extraído del periódico El
Socialista nº 6725 del 28 de agosto 1930, que se puede leer
pinchando sobre el nombre.
“Con “Santiagón”, el de
Morcín
Niños
de doce años realizan en las minas de
Fabero penosísima labor
«Santiagón»,
el de
Morcín, nos refirió en la plaza de Toreno, junto al rollo secular de las
severas justicias medievales, su dolorosa y trágica historia de minero
asturiano. «Santiagón» sabe de todos los dolores, de todas las angustias y de
las más lacerantes torturas del espíritu y aun del cuerpo. ¡De niño y de mozo,
siempre en la mina.
(…)
****
De Ponferrada a Fabero
nos acompaña el camarada, muy activo militante en aquella villa, Francisco
Puente Falagán. Antes de emprender el viaje vimos las obras de la Casa del
Pueblo en construcción, y nos enteró Puente de que en Ponferrada hay ya 1.500
obreros organizados y un buen número de entusiastas afiliados a la Agrupación
Socialista. ¿Por qué alcanzó mayor desarrollo el movimiento de la Unión General
y del Partido Socialista en Ponferrada que en León?
Un camino ancho,
polvoriento y rojizo, que va de Ponferrada a Fabero, y por el que sólo circulan
los enormes camiones de las Empresas mineras, que arrastran cada día -a falta
de ferrocarril- centenares de toneladas de hulla.
En esta ruta, un solo
pueblo con cierto aspecto de urbanismo: Vega de Espinaredo (sic), donde
saludamos al boticario y al médico —Éste lector de EL SOCIALISTA y simpatizante
de nuestras ideas—, que con otros señores vienen a Fabero para asistir al
primer acto de propaganda socialista que se ha celebrado en esta aldea leonesa.
En Fabero todo es
sórdido y pobrísimo. En las casas, de vieja estampa labriega, bajísimas y sin
ventilación, conviven «gochos», cabras, gallinas y otros animales domésticos
con las personas, en promiscuidad primitiva y maloliente.
Apenas llegados, nos
sale al encuentro un cortejo de hombres y niños, todos mineros. Los «guajes» o
rapaces son esmirriados y tristones. En su cara, ennegrecida por el polvo de la
hulla, no es posible atisbar ningún rasgo de gracia infantil. Me entero de la
edad de los pequeños. Algunos dicen tener dieciséis años, y por su baja:
estatura y raquítica conformación física apenas aparentan doce. Otros, sólo
tienen esa edad, once y doce años, y bajan todos a trabajar a la mina como
hombres avezados a este penoso laboreo de topos humanos. No hay aquí, por
tanto, niños que salten, corran, jueguen, canten y hagan travesuras, a lo que
se tiene perfecto derecho cuando se es niño de veras. Estos chicos de Fabero
que trabajan en las minas son ya hombrecitos, de cara seria y triste mirada.
Envejecerán prematuramente, fumarán y alternarán con los hombres en sus vicios
y en sus groserías. Vivirán poco y morirán sin haber gozado de la inefable
alegría de ser niños.
¿Quién los empujó a la
mina? La miseria y la incultura de sus hogares. ¿Quién los sacará de la mina
para reintegrarlos a sus juegos y a sus deliciosas correrías por, el monte?
Creo y espero que la
organización obrera, al conquistar mejores salarios para los mineros de Fabero,
operará el prodigio de salvar a los niños del trabajo de esclavos a que están
sometidos en la mina...
Cayetano REDONDO
Villablino, 23-VIII-1930”
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