Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

miércoles, 12 de junio de 2024

El trabajo infantil en la minería

El 12 de junio se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Y desde “Nuestra Historia, El Bierzo y Laciana” queremos contribuir con un pedazo de esa historia más negra, la de explotación que se vivió en estas comarcas con el trabajo de niñas y niños y que se reprodujo hasta, por lo menos, los años 70. 

En la cuenca de Fabero la puesta en marcha del sector, coincidió con la I Guerra Mundial. En ese momento en toda España la política laboral en la minería, estuvo dirigida a garantizar el reclutamiento de la mano de obra y evitar un aumento del coste de la fuerza de trabajo. El Estado promulga la exención del servicio militar y se levanta la prohibición de trabajo femenino e infantil. Posteriormente, aunque se recupera su prohibición, no se elimina la práctica por la connivencia de dos necesidades. La necesidad de mano de obra de las empresas y las necesidades de las familias obreras y campesinas de la zona de un jornal.

Hoy vamos a contar parte de esta historia a través de un reportaje sobre Fabero firmado por Cayetano Redondo, director del periódico El Socialista y publicado en su número 6725 correspondiente al 28 de agosto 1930.

La crónica comienza en Toreno y está enmarcada en “una campaña de propaganda societaria” que Cayetano Redondo (que sería alcalde de Madrid) lleva a cabo por los pueblos mineros de la provincia de León y Palencia organizada por el Sindicato Minero Castellano (afecto a UGT). Una nota periodística que comienza con la historia de “Santiagón el de Morcín”.

La historia de Santiagón, marcada por una infidelidad de su mujer con un cura, al que acaba matando y le hará pasar por la cárcel, se puede leer en el número original. No la reproducimos aquí por su extensión, pero si queremos poner de relieve el contexto machista en el que se escribe. Así las líneas de El Socialista recogen que Santiagón “halló la hembra rijosa y no la mujer honesta, compañera, amante y sufrida, que ennoblece y dulcifica la vida del hombre”, reflejo de la sociedad patriarcal en las organizaciones obreras más avanzadas. Además, nos cuenta su periplo por distintas cárceles españolas del momento. Episodios de una vida que fue recogida por Eduardo Zamacois en su Obra «Los muertos vivos».

El texto al que nos referimos además de denunciar el trabajo infantil en Fabero, hace una crónica del primer acto socialista en la localidad minera, celebrado el 18 de agosto de 1930. Las páginas de El Socialista se hacen eco del atraso económico y social de la localidad y de su infancia, que intuyen “vivirán poco y morirán sin haber gozado de la inefable alegría de ser niños”.

En el segundo semestre de 1930 Fabero sale hasta en 6 ocasiones en El Socialista. La primera en una crónica sobre la visita a Laciana que comienza "Desde Fabero -con el recuerdo del tristísimo de sus niños escuálidos que ya conocen el atormentado laborar en la mina (...)". En números posteriores volverá sobre el tema, hablando del cura de Fabero que había dado “una conferencia con la pretensión de refutar lo que días pasados habló en su hermosa charla el camarada Cayetano - Redondo.”  El rotativo responde a las acusaciones del párroco de forma contundente: “¿Habéis visto alguna vez a ese señor dar conferencias para defender la vida siempre en peligro, de los trabajadores mineros? No, eso no. No pertenece a su programa.”

Incluso Fabero será citado por la celebración del primer matrimonio civil de la localidad, entre el militante Domingo Vázquez y Leonides Pérez.

Es precisamente en este año en el que el SMC alcanza su apogeo. Registrado legalmente el 10 de junio de 1930 con la denominación de Sindicato Minero Castellano de Fabero su sede social estaba en el número 3 de la calle Real y su líder será Constantino Prada.

Sin embargo, a partir del año siguiente la mala gestión interna, las deudas con los órganos superiores y la llegada de dirigentes anarcosindicalistas acabarán por hacer desaparecer el movimiento socialista de Fabero. El impulso que vive la CNT y el Sindicato Único Minero, asociado a esta, hará que desde entonces y hasta la revolución de 1933, desaparezca Fabero de las páginas de El Socialista, como reflejo de la desarticulación del PSOE y SMC-UGT en la localidad.

A continuación reproducimos el artículo extraído del periódico El Socialista nº 6725 del 28 de agosto 1930, que se puede leer pinchando sobre el nombre.

 

“Con “Santiagón”, el de Morcín

Niños de  doce años realizan en las  minas de  Fabero penosísima labor

 

«Santiagón», el  de  Morcín, nos refirió en la plaza de Toreno, junto al rollo secular de las severas justicias medievales, su dolorosa y trágica historia de minero asturiano. «Santiagón» sabe de todos los dolores, de todas las angustias y de las más lacerantes torturas del espíritu y aun del cuerpo. ¡De niño y de mozo, siempre en la mina.

(…)

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De Ponferrada a Fabero nos acompaña el camarada, muy activo militante en aquella villa, Francisco Puente Falagán. Antes de emprender el viaje vimos las obras de la Casa del Pueblo en construcción, y nos enteró Puente de que en Ponferrada hay ya 1.500 obreros organizados y un buen número de entusiastas afiliados a la Agrupación Socialista. ¿Por qué alcanzó mayor desarrollo el movimiento de la Unión General y del Partido Socialista en Ponferrada que en León?

Un camino ancho, polvoriento y rojizo, que va de Ponferrada a Fabero, y por el que sólo circulan los enormes camiones de las Empresas mineras, que arrastran cada día -a falta de ferrocarril- centenares de toneladas de hulla.

En esta ruta, un solo pueblo con cierto aspecto de urbanismo: Vega de Espinaredo (sic), donde saludamos al boticario y al médico —Éste lector de EL SOCIALISTA y simpatizante de nuestras ideas—, que con otros señores vienen a Fabero para asistir al primer acto de propaganda socialista que se ha celebrado en esta aldea leonesa.

En Fabero todo es sórdido y pobrísimo. En las casas, de vieja estampa labriega, bajísimas y sin ventilación, conviven «gochos», cabras, gallinas y otros animales domésticos con las personas, en promiscuidad primitiva y maloliente.

Apenas llegados, nos sale al encuentro un cortejo de hombres y niños, todos mineros. Los «guajes» o rapaces son esmirriados y tristones. En su cara, ennegrecida por el polvo de la hulla, no es posible atisbar ningún rasgo de gracia infantil. Me entero de la edad de los pequeños. Algunos dicen tener dieciséis años, y por su baja: estatura y raquítica conformación física apenas aparentan doce. Otros, sólo tienen esa edad, once y doce años, y bajan todos a trabajar a la mina como hombres avezados a este penoso laboreo de topos humanos. No hay aquí, por tanto, niños que salten, corran, jueguen, canten y hagan travesuras, a lo que se tiene perfecto derecho cuando se es niño de veras. Estos chicos de Fabero que trabajan en las minas son ya hombrecitos, de cara seria y triste mirada. Envejecerán prematuramente, fumarán y alternarán con los hombres en sus vicios y en sus groserías. Vivirán poco y morirán sin haber gozado de la inefable alegría de ser niños.

¿Quién los empujó a la mina? La miseria y la incultura de sus hogares. ¿Quién los sacará de la mina para reintegrarlos a sus juegos y a sus deliciosas correrías por, el monte?

Creo y espero que la organización obrera, al conquistar mejores salarios para los mineros de Fabero, operará el prodigio de salvar a los niños del trabajo de esclavos a que están sometidos en la mina...

Cayetano REDONDO

Villablino, 23-VIII-1930”

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