Durante los años finales del franquismo y la transición Chicho Sánchez Ferlosio cantaba aquello de:
lo llevan sobre
un armón.
Al que se mata
en la mina
Al que se mata
en la mina
lo llevan dos
compañeros,
dolor de carbón
de piedra,
luto de bravos
mineros.”
Con el objetivo de que el carbón y el paso del tiempo no entierren la memoria de los 10 fallecidos del Pozo María concluimos este reportaje con un poema en su homenaje. ¿Sus nombres? Alfredo Prieto, José Ouviña, Arseli Fernández, Emilio Pinillas, Manuel Gómez, Adolfo Real, Otilio Álvarez, Basilio Uría, Manuel González y Antonio Restrepo.
En los anteriores 3
capítulos hemos abordado la responsabilidad empresarial en la tragedia y los
informes de los representantes de los trabajadores que lo demuestran. En el
primero de ellos citábamos algunos destellos culturales que en la actualidad lo
reflejan. Hoy nos vamos a detener en uno muy especial. ¿Por qué? Porque no es
una creación de un escritor o artista profesional, es de "Uno di
noi". Del minero, dirigente sindical y político lacianiego, Javier Rubio.
“La mina y la tragedia” habla desde el corazón y desde la razón, desde el
conocimiento y la rabia, desde la denuncia y la memoria.
Javier
Rubio Fernández
Cuando el grisú se libera
huele a pólvora la piedra.
El tajo es una batalla,
la mina un campo de guerra.
Los muertos son el peaje
que hay que pagarle a la tierra
¡Para tan poco delito
es demasiada condena!
Salen ya por bocamina,
mientras suena la sirena.
Sólo se escucha el silencio
en que va envuelta la pena.
La gente es un llanto enorme
un río entero que encierra
gritos amargos de rabia
y lágrimas de tristeza.
Van los féretros al hombro
camino del cementerio,
las mujeres van llorando,
los hombres con gesto serio.
Sólo el silencio se escucha
mientras se entierran los cuerpos,
después palabras confusas
diciendo adiós a los muertos.
Mañana vuelta al trabajo
al que hacer de cada día
al ruido de la barrena
y al olor a dinamita.
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