Presentación

Nuestra historia, a modo de presentación

jueves, 14 de octubre de 2021

Dos canciones para dos revoluciones

Los ecos de las revoluciones de 1933 y 1934 en El Bierzo y Laciana resuenan en algunas de las melodías y versos que se crearon poco tiempo después para recordar estos hechos. La conexión entre la cultura popular y el movimiento obrero revolucionario es amplio y, a pesar de la derrota, perdurará en la conciencia, especialmente durante los años de la guerra civil española.

En entradas anteriores hemos contado su historia, hoy vamos a escucharla (o leerla y recitarla) a través de la musicalidad de una canción y un poema. La primera dedicada a la insurrección de Fabero de diciembre de 1933 y el segundo a los hechos revolucionarios de 1934 en Laciana.

 

Canción a la revolución de Fabero

Esta canción popular está recogida por Luis Miguel García Fernández en su artículo “Fabero, diciembre de 1933, un día de furia libertaria”.

 “El día once de diciembre
en el pueblo de Fabero
se proclamó la Anarquía
con muchísimo salero.

Estaba la ceneté
llena de hombres conscientes,
todos de muy buena fe
con las ‘Star’ ya calientes”

(Star, es un modelo de pistola que fue conocida como “modelo policía o sindicalista”. Por su pequeño tamaño resultaba ideal para esconderla y era muy popular entre los sindicalistas armados de la CNT de Barcelona, quienes las harán llegar al SUM de Fabero.)

Poema “U.H.P Octubre rojo.”

El segundo es un poema, no una canción, pero sería perfectamente musicalizable. Está recogido por Víctor del Reguero en su libro “Laciana. República, Guerra, Represión” (p. 126) y fue compuesto por Antonio Rodríguez Calleja, médico en Laciana, perteneciente al PSOE y la UGT, detenido en los días posteriores a la revolución de 1934 y encarcelado en el cuartel de Santocildes, Astorga. El niño del poema, y protagonista del mismo, es su propio hijo.

 

1

Octubre rojo en la cuenca.

Un aire de romería

desentona en la oquedad

del mitin antifascista.

Rojos pañuelos seccionan

morenos cuellos de ninfas.

Trotsky, menudo y local,

una arenga finaliza:

“… que sepan que los mineros

somos la ostia bendita”.

Fulgores del sol poniente

en rojo el film iluminan,

mientras los puños en alto

en amenzas se agitan.

 

El niño levanta el brazo

y su manita se crispa.

 

2

Octubre rojo en la cuenca.

La noche estaba dormida

y entre disparos y gritos

se despertó estremecida.

Mausers audaces insultan

a Browings con tos ferina.

La noche, presa de pánico,

lentamente se moría

y un estruendo cataclísmico

precipitó su agonía;

la aurora tropezó

yerta, despeinada y fría.

Postal bordada a balazos

con orla de dinamita.

Un civil despanzurrado

la mañana dramatiza.

 

El niño sueña cowboys

y gansters, en su camita.

 

3

Octubre rojo en la cuenca

en régimen socialista.

Camaradas responsables

fuerzan las multicopistas.

Patrullas de guardias rojos

-armas de guardarropía-

establecen nuevos records

en los juegos de Utopía.

Masas de desarrapados

en el triunfo fraternizan

con caciques “sanscullotes”

y banqueros comunistas.

Maúllan la Internacional

cuarenta hijas de María

y un clérigo trabucaire

dice una misa marxista.

 

El niño va en bicicleta

coleccionando consignas.

 

4

Octubre rojo en la cuenca

se torna negro de ira.

Los aviones, borrachos,

a los tejados fusilan

y avanzan diez batallones

desplegados en guerrilla.

El teniente coronel

se ha ganado una “Cristina”.

Con guardia de bayonetas

pasan mineros en filas,

las muñecas esposadas

y asombradas las pupilas.

Caminan hacia el penal

con una estrella por guía;

sus cinco puntas agudas

en oriente se perfilan.

 

El niño, con su mecano,

construye una guillotina.

 

Antonio Rodríguez Calleja.

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