Comenzamos con este una serie de 5 artículos que nos llevarán a conocer la táctica de infiltración en el sindicato vertical por parte de la oposición a la dictadura y que culminaremos con las primeras elecciones a representantes de los trabajadores tras la transición en 1978.
El Sindicato Vertical fue un antisindicato. Una herramienta del régimen franquista para el control social en la que se hacían convivir, en un intervencionismo asimétrico a trabajadores y empresarios. Una organización que se autodefine como un “instrumento al servicio del Estado, a través del cual realizará principalmente su política económica”.
A
partir de 1944 en unas votaciones muy mediatizadas, comienza la elección de
enlaces sindicales, que cuenten con las simpatías de la jerarquía de FET de las
JONS. La Delegación Provincial de Sindicatos da instrucciones precisas ante
cada convocatoria para asegurarse este control.
Hasta
los años 60 se viven entre el boicot y la abstención por indiferencia. Benjamín
Rubio recuerda como se vivían en Laciana: “votábamos al más tonto, como pasó en
nuestro grupo, a uno que era casi subnormal, o a una mula, (…) no hacíamos ni
puto caso, hasta las elecciones del 63”.
La
gran huelga de 1962 y la creación de la primera Comisión Obrera en MSP supondrá
un cambio. Las nuevas estrategias de la oposición, con gran capacidad de adaptación, comienzan a utilizar los
espacios legales para apoyar las luchas. Existían precedentes de
obreros, especialmente comunistas, que se habían infiltrado en alguna empresa.
Sin embargo eran aislados y sin continuidad. La tónica seguía siendo la
abstención y el boicot.
La
ausencia de sindicatos independientes se refleja en que algunos avances se
vuelven contra los trabajadores por falta de mecanismos para gestionarlos. Ante
esta situación de indefensión surgirán debates sobre cómo hacer avanzar las
posiciones combativas. Coincidiendo con las elecciones a enlaces sindicales en
Laciana se produce una intensa deliberación entre los trabajadores que forman
parte de la Comisión Obrera. El PCE
lleva años propugnando la infiltración en el Sindicato Vertical, aprovechando
los escasos márgenes legales para garantizar una actividad abierta, en superficie. A pesar de ello ni la propia
militancia comunista lo tiene claro. En Asturias los mineros propugnan un nuevo
boicot exigiendo la vuelta de los deportados. En Villablino algunos
trabajadores tienen dudas pues ya “se había intentado en los 50´s y no
funcionó”.
Finalmente
se imponen las tesis partidarias de la participación. Benjamín Rubio
argumenta que si protestan y no van a las elecciones los “tomarán por
revoltosos” y que “vale más jugársela contando con el cargo sindical” pues sin
él “el riesgo es mayor y el trabajador lo que quiere ver es sus problemas
resueltos.”
La nueva táctica se va imponiendo entre riesgos e incomprensiones. Los trabajadores más veteranos no la comparten, tampoco los socialistas que se automarginan. Otros se preguntan “¿Cómo estos revolucionarios se meten ahora en el sindicato vertical?”. Rubio es consciente y plantea que “posiblemente llegaremos a cierto punto a desacreditarnos pero el tiempo dirá lo que somos”, explicaba Rubio.
En
los círculos del catolicismo social también se desarrolla la táctica de ir al copo del vertical. Los comunistas
tienen arraigo social y capacidad de adaptación. Los católicos disfrutan del
apoyo de algunos sacerdotes, por lo que para lamento del vertical, “es muy
difícil luchar” contra ellos. En
Matarrosa Javier Rodríguez Sotuela es señalado por “intervenir políticamente
desde el púlpito.
La
consigna oficial, elige al mejor,
esconde la falta de medios para poder promocionar esa elección y las
dificultades de los enlaces opositores de acceder a puestos de
representatividad en el sindicato vertical, reservados para las jerarquías
falangistas.
Los
militantes, en su mayoría vinculados al PCE, reciben dos consignas. Presentar a
trabajadores con ascendencia entre sus compañeros y tratar de ocupar el máximo
puesto. José Ramón Vega explica que “las directrices eran contactar con
trabajadores honrados, que tuvieran credibilidad. Eso lo conseguimos pronto.
Luego era más fácil organizar huelgas.” Benjamín Rubio señala que
“había que ser honrado y que pudieran confiar en ti, y que cuando un trabajador
tuviera un problema, tanto como enlace, como miembro del Jurado, había que
decirle [como actuar].”
Por
El Bierzo circulan cientos de octavillas de la “oposición”. Proponen la
participación en las elecciones y la coordinación posterior de los enlaces;
reivindican el derecho de reunión, la elección democrática de dirigentes y
proponen una ruptura con el vertical, apostando por sindicatos obreros
independientes, sin empresarios en su seno. Sus autores ya se habían infiltrado
en anteriores elecciones y aprovechan los recursos de la OSE para las
octavillas que se hacen con el papel oficial para despiste del verticalismo que
encima no distingue si son de origen comunista o católico.
El
sindicato oficial realiza reuniones en los principales pueblos mineros para cambiar impresiones con los productores. En ellas, la oposición
aprovecha para explicar sus posiciones y candidatos que previamente han sido
propuestos en reuniones clandestinas en los grupos, en los bares o en el monte.
En estas candidaturas se destacan los integrantes de la Comisión Obrera de
Laciana y de las comisiones de obreros que han ido surgiendo en distintos
conflictos y que decantaron los liderazgos obreros.
Algunas
empresas, con la complicidad del sindicato oficial, presentan a sus propios
candidatos y convocan elecciones sin previo aviso previo, Este es el caso de
AFSA cuyos trabajadores responden con un boicot.
Los
mejores resultados para las candidaturas obreras se consiguen en la MSP de Laciana.
Aunque no es un copo
generalizado son representantes genuinos de la clase obrera. Con orgullo
indisimulado lo explica Benjamín Rubio: “siempre tuvimos en el Jurado y enlaces
de la gente mejor que había en los grupos (…) nunca los trabajadores nos han
acusado (…) que nunca hubiera un enlace [elegido] (…) de ser traidor a los
trabajadores”.
Ponferrada,
Fabero y Toreno son las zonas con mayor participación en El Bierzo y donde
obtienen mejores resultados obtiene la oposición, especialmente allí donde
cuenta con cierta
tradición de infiltración en el Vertical. A pesar de ello, las
singularidades locales y de empresa van a hacer que las estrategias difieran.
Los trabajadores opositores, católicos y comunistas, no sin conflictos, van a
organizarse para impulsar comisiones de obreros, primero y Comisiones Obreras,
después. Tienen dos formas complementarias de enfocar las luchas. Los primeros
decían, los últimos serán los primeros
y los segundos que los nada de hoy todo
han de ser.
Los
avances abren nuevas posibilidades. José Ramón Vega resalta que con la nueva
estrategia: “combinábamos lo legal con lo ilegal, teníamos una disculpa para
hacer reuniones”. Los trabajadores a través de sus nuevos puestos de enlaces
trataban de conquistar mejoras por dentro,
pero en caso de no conseguirlo, lo desarrollaban por fuera, con las prácticas extralegales, cómo la huelga.
La Comisión Obrera de MSP sigue
funcionando, con una pata en superficie,
los enlaces, y otra que se coordina con aquellos trabajadores comprometidos y
el asesoramiento del PCE. El pequeño éxito de estos mineros supone un ejemplo
práctico que estimula la participación en siguientes convocatorias tanto en
Laciana como en El Bierzo.
A pesar de las presiones de la OSE, Benjamín
Rubio es elegido vicepresidente de la Unión Provincial del Combustible.
Un avance que no es secundado en Asturias: “Fue un error de los asturianos no
ir a las elecciones y por ello no tener verdaderos representantes”, explica
Rubio. Un error reconocido por Manuel
Nevado y que impedirá sumar esfuerzos en las siguientes batallas, como la Ordenanza Laboral de la Minería.
Las
Comisiones Obreras pronto entenderán que la utilización de los medios legales
especialmente su participación en las elecciones para los sindicatos verticales
dará cobertura seguridad y mayor eficacia y protección a las reivindicaciones
laborales. A pesar de ello son conscientes de los márgenes estrechos del
verticalismo.
A partir de 1963, tras las elecciones sindicales, los líderes de las protestas van a jugar un doble papel, se reunirán en el monte o en los cuartos de aseo para organizar una huelga. Al tiempo, aquellos que ostentan cargos en el sindicato negocian con los representantes del Sindicato Vertical. Buscan una base para actuar a la luz del día y un apoyo legal a sus reivindicaciones, que en ocasiones pasaban por cumplir la legalidad. En el verano vivirán su primera gran prueba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario