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miércoles, 25 de junio de 2025

Votar al mejor. Las elecciones sindicales de 1963

Comenzamos con este una serie de 5 artículos que nos llevarán a conocer la táctica de infiltración en el sindicato vertical por parte de la oposición a la dictadura y que culminaremos con las primeras elecciones a representantes de los trabajadores tras la transición en 1978.

El Sindicato Vertical fue un antisindicato. Una herramienta del régimen franquista para el control social en la que se hacían convivir, en un intervencionismo asimétrico a trabajadores y empresarios. Una organización que se autodefine como un “instrumento al servicio del Estado, a través del cual realizará principalmente su política económica”.

A partir de 1944 en unas votaciones muy mediatizadas, comienza la elección de enlaces sindicales, que cuenten con las simpatías de la jerarquía de FET de las JONS. La Delegación Provincial de Sindicatos da instrucciones precisas ante cada convocatoria para asegurarse este control.

Hasta los años 60 se viven entre el boicot y la abstención por indiferencia. Benjamín Rubio recuerda como se vivían en Laciana: “votábamos al más tonto, como pasó en nuestro grupo, a uno que era casi subnormal, o a una mula, (…) no hacíamos ni puto caso, hasta las elecciones del 63”.

La gran huelga de 1962 y la creación de la primera Comisión Obrera en MSP supondrá un cambio. Las nuevas estrategias de la oposición, con gran capacidad de adaptación, comienzan a utilizar los espacios legales para apoyar las luchas. Existían precedentes de obreros, especialmente comunistas, que se habían infiltrado en alguna empresa. Sin embargo eran aislados y sin continuidad. La tónica seguía siendo la abstención y el boicot.

La ausencia de sindicatos independientes se refleja en que algunos avances se vuelven contra los trabajadores por falta de mecanismos para gestionarlos. Ante esta situación de indefensión surgirán debates sobre cómo hacer avanzar las posiciones combativas. Coincidiendo con las elecciones a enlaces sindicales en Laciana se produce una intensa deliberación entre los trabajadores que forman parte de la Comisión Obrera. El PCE lleva años propugnando la infiltración en el Sindicato Vertical, aprovechando los escasos márgenes legales para garantizar una actividad abierta, en superficie. A pesar de ello ni la propia militancia comunista lo tiene claro. En Asturias los mineros propugnan un nuevo boicot exigiendo la vuelta de los deportados. En Villablino algunos trabajadores tienen dudas pues ya “se había intentado en los 50´s y no funcionó”. 

Finalmente se imponen las tesis partidarias de la participación. Benjamín Rubio argumenta que si protestan y no van a las elecciones los “tomarán por revoltosos” y que “vale más jugársela contando con el cargo sindical” pues sin él “el riesgo es mayor y el trabajador lo que quiere ver es sus problemas resueltos.”

La nueva táctica se va imponiendo entre riesgos e incomprensiones. Los trabajadores más veteranos no la comparten, tampoco los socialistas que se automarginan. Otros se preguntan “¿Cómo estos revolucionarios se meten ahora en el sindicato vertical?”. Rubio es consciente y plantea que “posiblemente llegaremos a cierto punto a desacreditarnos pero el tiempo dirá lo que somos”, explicaba Rubio.

En los círculos del catolicismo social también se desarrolla la táctica de ir al copo del vertical. Los comunistas tienen arraigo social y capacidad de adaptación. Los católicos disfrutan del apoyo de algunos sacerdotes, por lo que para lamento del vertical, “es muy difícil luchar” contra ellos. En Matarrosa Javier Rodríguez Sotuela es señalado por “intervenir políticamente desde el púlpito.

La consigna oficial, elige al mejor, esconde la falta de medios para poder promocionar esa elección y las dificultades de los enlaces opositores de acceder a puestos de representatividad en el sindicato vertical, reservados para las jerarquías falangistas.

Los militantes, en su mayoría vinculados al PCE, reciben dos consignas. Presentar a trabajadores con ascendencia entre sus compañeros y tratar de ocupar el máximo puesto. José Ramón Vega explica que “las directrices eran contactar con trabajadores honrados, que tuvieran credibilidad. Eso lo conseguimos pronto. Luego era más fácil organizar huelgas.” Benjamín Rubio señala que “había que ser honrado y que pudieran confiar en ti, y que cuando un trabajador tuviera un problema, tanto como enlace, como miembro del Jurado, había que decirle [como actuar].”

Por El Bierzo circulan cientos de octavillas de la “oposición”. Proponen la participación en las elecciones y la coordinación posterior de los enlaces; reivindican el derecho de reunión, la elección democrática de dirigentes y proponen una ruptura con el vertical, apostando por sindicatos obreros independientes, sin empresarios en su seno. Sus autores ya se habían infiltrado en anteriores elecciones y aprovechan los recursos de la OSE para las octavillas que se hacen con el papel oficial para despiste del verticalismo que encima no distingue si son de origen comunista o católico.

El sindicato oficial realiza reuniones en los principales pueblos mineros para cambiar impresiones con los productores. En ellas, la oposición aprovecha para explicar sus posiciones y candidatos que previamente han sido propuestos en reuniones clandestinas en los grupos, en los bares o en el monte. En estas candidaturas se destacan los integrantes de la Comisión Obrera de Laciana y de las comisiones de obreros que han ido surgiendo en distintos conflictos y que decantaron los liderazgos obreros.

Algunas empresas, con la complicidad del sindicato oficial, presentan a sus propios candidatos y convocan elecciones sin previo aviso previo, Este es el caso de AFSA cuyos trabajadores responden con un boicot.

Los mejores resultados para las candidaturas obreras se consiguen en la MSP de Laciana. Aunque no es un copo generalizado son representantes genuinos de la clase obrera. Con orgullo indisimulado lo explica Benjamín Rubio: “siempre tuvimos en el Jurado y enlaces de la gente mejor que había en los grupos (…) nunca los trabajadores nos han acusado (…) que nunca hubiera un enlace [elegido] (…) de ser traidor a los trabajadores”.

Ponferrada, Fabero y Toreno son las zonas con mayor participación en El Bierzo y donde obtienen mejores resultados obtiene la oposición, especialmente allí donde cuenta con cierta tradición de infiltración en el Vertical. A pesar de ello, las singularidades locales y de empresa van a hacer que las estrategias difieran. Los trabajadores opositores, católicos y comunistas, no sin conflictos, van a organizarse para impulsar comisiones de obreros, primero y Comisiones Obreras, después. Tienen dos formas complementarias de enfocar las luchas. Los primeros decían, los últimos serán los primeros y los segundos que los nada de hoy todo han de ser.

Los avances abren nuevas posibilidades. José Ramón Vega resalta que con la nueva estrategia: “combinábamos lo legal con lo ilegal, teníamos una disculpa para hacer reuniones”. Los trabajadores a través de sus nuevos puestos de enlaces trataban de conquistar mejoras por dentro, pero en caso de no conseguirlo, lo desarrollaban por fuera, con las prácticas extralegales, cómo la huelga.

La Comisión Obrera de MSP sigue funcionando, con una pata en superficie, los enlaces, y otra que se coordina con aquellos trabajadores comprometidos y el asesoramiento del PCE. El pequeño éxito de estos mineros supone un ejemplo práctico que estimula la participación en siguientes convocatorias tanto en Laciana como en El Bierzo.

A pesar de las presiones de la OSE, Benjamín Rubio es elegido vicepresidente de la Unión Provincial del Combustible. Un avance que no es secundado en Asturias: “Fue un error de los asturianos no ir a las elecciones y por ello no tener verdaderos representantes”, explica Rubio. Un error reconocido por Manuel Nevado y que impedirá sumar esfuerzos en las siguientes batallas, como la Ordenanza Laboral de la Minería.

Las Comisiones Obreras pronto entenderán que la utilización de los medios legales especialmente su participación en las elecciones para los sindicatos verticales dará cobertura seguridad y mayor eficacia y protección a las reivindicaciones laborales. A pesar de ello son conscientes de los márgenes estrechos del verticalismo.

A partir de 1963, tras las elecciones sindicales, los líderes de las protestas van a jugar un doble papel, se reunirán en el monte o en los cuartos de aseo para organizar una huelga. Al tiempo, aquellos que ostentan cargos en el sindicato negocian con los representantes del Sindicato Vertical. Buscan una base para actuar a la luz del día y un apoyo legal a sus reivindicaciones, que en ocasiones pasaban por cumplir la legalidad. En el verano vivirán su primera gran prueba.

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