La fuerza pública controlará todo El Bierzo entre el 9 y el 10 octubre, llegando a Laciana el 11. A partir de este momento, las detenciones se cuentan por cientos. Se practica “una represión selectiva, en la que se buscaba castigar a un gran volumen de personas privándoles de libertad durante meses”, aunque algunos posteriormente sean absueltos, como explica el historiador Alejandro Rodríguez.
En algunos
casos, como el del minero José Guerra, residente en Toreno, detenido por los hechos
acaecidos en Santa Marina, serán ejecutados a los pocos días.
Las difíciles
condiciones de los privados de libertad, los llevará a protagonizar huelgas de
hambre como la que tuvo lugar en la cárcel de Ponferrada. Algunos detenidos,
liberados a los pocos meses, serían apresados de nuevo y sometidos a fuertes
palizas que acabaron incluso con su vida, como el caso de Emilio Moldes.
Este proceso
represivo será trasladado a la esfera laboral. Tras la revolución de Octubre,
la patronal aprovechó la oportunidad, con el beneplácito del gobierno para
despedir de sus empresas a los obreros que simpatizaban con las ideas
revolucionarias, incluso de forma preventiva, en una suerte de revancha
patronal.
El diario “La
Democracia” recogía en su edición del 13 de octubre, que “solo quedará como
nota destacada los que han sido despedidos al presentarse nuevamente al trabajo
y los detenidos, muchísimos de ellos acusados simplemente de coaccionar o
haberse reunido ilegalmente”.
Un ejemplo
cercano de la actuación de estas empresas lo tenemos en las directrices
internas elaboradas por la MSP. Marcelo Jorissen envía instrucciones por carta
a sus subordinados en Laciana en las que dicta que “únicamente podrá ser
conservados en sus puestos los individuos imprescindibles y en el menor número
posible (…) Si pudiera ser convendría que trabajase solamente los que hayan
observado mejor conducta.” Mineros destinados a labores principalmente de
conservación “hasta averiguar cuál fue su actitud durante la huelga
revolucionaria”. Además las empresas elaboran listas negras: “nuestro fichero
especial”, en palabras del directivo caracterizado por su carácter represivo.
El comandante de
la Guardia Civil, el denominado “Sr. Doval” visitará el 12 de noviembre Fabero
para “la gestión de desarme de estas cuencas mineras”. Las fuerzas públicas se
concentrarán en la localidad durante un largo periodo.
La libertad de los presos políticos y
sociales dio lugar a una campaña de firmas por su liberación, que recorrió todos los puntos de
España, incluso los más recónditos. Martirios fue la palabra con la que el ex
ministro de Industria y Comercio y diputado por León alzó la voz en el Congreso
de los Diputados, Félix Gordón
Ordás,
por la liberación de los revolucionarios y frente a las torturas, para lo que
exigió una comisión
parlamentaria que fue desoída por la mayoría conservadora de la cámara. Tras
ella denunciaba la situación de “presos bestialmente
machacados a golpes”. Algunos como Eusebio Ferrero, de Bembibre, sufrieron “golpeaduras tremendas”, también
señala que “fueron casos salientes de esas palizas Nemesio Pascual
y Daniel Huerga Merayo”. El leonés apunta “que
en la República española ninguna autoridad legítima puede salirse impunemente
de los cauces de la justicia y de la ley”.
En su investigación “La represión de la
Revolución de Octubre. Informe de Félix Gordón Ordás, ex ministro de la
República y diputado en Cortes por León” recoge testimonios de las torturas
recibidas por algunos presos de la revolución en Asturias, Palencia y León. De ellos
hemos escogido los casos pertenecientes a Laciana y El Bierzo, que
compartiremos en dos artículos. En este primero recogemos las palabras
generales sobre la cárcel de Astorga y Bembibre y los casos de:
-
José
Fernández Galán, vecino de
Caboalles de Abajo.
-
José
Pérez y Toribio Fernández, vecinos de Matarrosa del
Sil.
-
Nemesio
Pascual, vecino de Matarrosa, y
de Daniel Huerga Merayo, Fermín Orallo y Luciano Domínguez,
vecinos de Bembibre.
En la segunda entrega
nos centraremos en los casos de
-
Laureano
Cuervo, de Langre.
-
Vicente Blanco González, vecino de Villaseca de Laciana.
Más cuestiones generales de los detenidos de Villablino y otros hacinamientos en Astorga y reproducimos las conclusiones.
“(…)
Cuartel-cárcel de Astorga
Mientras
desempeñó la Comandancia militar en este cuartel-cárcel don Baltasar
Chinchilla, de vez en cuando subían a las celdas un cabo y varios
soldados portadores de una orden de dicho jefe para que les fuera entregado un
preso. Cumplida la orden lo bajaban y lo ponían en manos de la Guardia Civil,
que apaleaba al recluso durante mucho tiempo. Lo devolvían después de bien
golpeado, y los soldados lo tornaban a la celda. Fueron casos salientes de esas
palizas Nemesio Pascual y Daniel Huerga Merayo, de que me
ocuparé aparte. Pero no fueron los únicos.
Poseo
los nombres de testigos de los dos siguientes casos:
José Fernández Galán, vecino de Caboalles de Abajo (León), fue detenido en
su casa el día 23 de octubre. Trasladado a dicho cuartel-cárcel, ocupaba, con
otros detenidos, la celda número 6. El 15 de noviembre, cuando pasaba por la
nave correspondiente a su celda, a la hora en que esto se permitía, por la
tarde (de cinco a seis), la Guardia Civil, que hacía centinela en el corredor
abierto exterior, penetró en la nave, se apoderó del preso, lo bajó al cuerpo
de guardia y lo apaleó durísimamente en un cuarto anejo.
El día 18 de noviembre, a altas horas de la
noche, los vecinos de Matarrosa (León) José Pérez y Toribio
Fernández, naturales de Villarmeriel, que ocupaban, en unión de otros
presos, la celda número 12 de este cuartel-cárcel, fueron sacados de ella por
los funcionarios de Prisiones y entregados a la Guardia Civil, que los apaleó
sin piedad en una habitación cercana al cuerpo de guardia. A la mañana
siguiente se les reintegró a su encierro en el estado consiguiente a la atroz
paliza sufrida. No recibieron asistencia médica. Desde que desempeña la
mencionada Comandancia militar el Sr. Madroñero esto ha cambiado
radicalmente. Me afirman, sin embargo, que aun fue apaleado un preso
joven, cuyo nombre desconozco, el día 20 de diciembre. Estoy seguro de que el
comandante Madroñero no ha dado la orden ni ha tenido conocimiento del hecho.”
“Bembibre
Pasaron por Bembibre (León), próximamente
doscientos detenidos. A la casi totalidad de ellos les pegaron brutalmente en
la Casa Ayuntamiento, que es donde está la cárcel. Las palizas las daban en el
salón de sesiones, que fue habilitado para cuartel general. Antes de pegarles
les hacían quitarse a los detenidos las chaquetas, diciéndoles que ellas no
tenían la culpa —frase que se ha repetido con singular exactitud en casi todos
los lugares de apaleamiento en la zona minera de León—, y seguidamente se
despachaban sobre ellos a su gusto. En este pueblo demostró la
Guardia Civil una marcada preferencia por los culatazos en los pies, que
impedían andar a quienes los recibían, ocasionando a muchos inflamaciones y
heridas de consideración.
De todos estos malos tratos fueron testigos
presenciales el alcalde, el secretario del Ayuntamiento y el secretario del
Juzgado municipal, los tres hombres de derechas, que, seguramente, no lo
negarían si fueran interrogados. Por otra parte, la inmensa mayoría de los
habitantes de Bembibre, por estar tan céntrico el lugar de la tortura, oyeron
los gritos desgarradores de los atormentados. Bastantes personas me hablaron de
ello durante mi breve estancia en Bembibre. Destacan entre los casos los
de Nemesio Pascual, vecino de Matarrosa, y de Daniel
Huerga Merayo y Luciano Domínguez, vecinos de Bembibre, que expondré
aparte. Estos tres individuos están ahora en el cuartel-cárcel de Astorga,
donde se ha seguido golpeando sin compasión a los dos primeros, como ya queda
dicho anteriormente. Allí está también otra infeliz víctima, un chiquillo de
quince años, que aun parece más niño por su delicada complexión, quien llegó
con la piel de las muñecas cortada por las esposas y el cuerpo cubierto por las
huellas de una paliza bestial; es el pinche o dependiente de la Cooperativa
obrera de Matarrosa.”
“Caso
de Nemesio Pascual
Detenido en Matarrosa (León) el día 8 de octubre, fue conducido a Bembibre el
mismo día. Del 8 al 16 recibió allí diecinueve bárbaras palizas, llevadas hasta
hacerle perder el sentido y tener que ser devuelto en brazos de otros presos al
calabozo. Hubo día en que fue apaleado hasta cinco veces.
El 11 de octubre se le llamó a careo con uno de sus denunciantes, Mariano Núñez
o Muñiz, vecino de Bembibre, viajante de la casa Gatón, de León. Como los
careados no se pusieran de acuerdo, Mariano golpeó sañudamente al
detenido en el acto del careo y delante de la guardia civil. Al día
siguiente declaró Nemesio Pascual ante el Juez Militar, quien le careó con otro
delator, José de la Fuente, vecino de Corbón del Sil, llamado “Pepe el Cubano”,
no poniéndose tampoco de acuerdo delator y delatado. “Pepe el Cubano”,
a presencia del Juez Militar, abofeteó al detenido.
Caso de Daniel Huerga Merayo
Detenido en Bembibre el día 18 de octubre recibió su primera paliza en la tarde
de ese día. Durante la noche del 18 al 19 fue víctima de dos palizas más y de
una cuarta en la tarde del 19. Se le trasladó acto seguido al cuartel-cárcel de
Astorga. Allí prestó declaración el día 20 ante el Juez Instructor, teniente
don Manuel González Lanchas. Aterrorizado por el trato sufrido en Bembibre,
parece ser que confirmó en esta declaración una parte de las falsedades que en
dicho pueblo le habían sido arrancadas con tormentos, y entre ellas una
acusación contra el vecino de Bembibre Fermín Orallo. El 29 de
octubre los funcionarios de prisiones lo entregaron, obedeciendo orden del
Comandante Militar, quien lo puso a disposición de la guardia civil del puesto
del pueblo mencionado, que se encontraba en Astorga, sufriendo el preso la
quinta paliza durante varias horas. El 31, con el mismo procedimiento, fue
apaleado por sexta y séptima vez. Y el 4 de noviembre recibió la octava
y última paliza. Durante ella, en un rapto de desesperación, hizo
frente a los guardias, se escapó y salió al patio del cuartel ensangrentado y
gritando. El teniente de Guardia Sr. Alique le detuvo pistola en mano y se lo
devolvió a los guardias, quienes lo amarraron y le golpearon hasta quedar
extenuados. El 15 de diciembre fue llamado por el teniente Lanchas a careo con
Fermín Orallo. Daniel Huerga quiso explicar el motivo de su falsa acusación;
pero el Juez creyó que bastaba con consignar únicamente que la acusación falsa
había sido hecha por temor a malos tratos. Fermín Orallo fue puesto en
libertad.
Caso de Luciano Domínguez
Luciano Domínguez, de Bembibre, ingresó en la cárcel-cuartel de Astorga en uno
de los últimos días del mes de octubre. Iba ensangrentado, con todas
las ropas desgarradas y revolcadas en barro; tenía una costilla rota, grandes
desgarrones en las partes blandas del torso y una pierna encogida, sin duda por
efecto de haberle machacado un haz de nervios. Sin asistencia ninguna
pasó doce días tumbado sobre un montón de paja. Las heridas se le infectaron y
manaban pus a chorros. El médico de la prisión le vio una vez y sin
inclinarse siquiera sobre él le dijo que no tenía nada. A un médico socialista
de León, don Francisco Rico, también preso, no se le permitió curarle. A
los trece días de estar en esta situación, el practicante le dio una pomada en
las heridas que no tenían costra. Días después, y a pesar de los buenos deseos
de un funcionario de prisiones que pedía se le llevara al hospital, fue metido
en una celda sin curarle. Ninguna nueva noticia tengo de él.”
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